“Nunca olvidaré esta semifinal. Pegados al móvil en un aparcamiento, equipo y agentes de la escolta, soñando final España-Argentina con @pablogentili”, tuiteó Iglesias. Había sido un encuentro para infarto en Beijing y al cabo de dos alargues, España se metió en la final del Mundial de Básquetbol. En Madrid, el líder de Unidas-Podemos, Pablo Iglesias, y su asesor, el argentino Pablo Gentili, gastaban bromas sobre la final de este domingo en el estadio Wukesong Arena. Así, ajustado y al límite, imagina Iglesias un acuerdo para formar un gobierno de coalición sobre la hora entre UP y el PSOE. Las posibilidades sin embargo, cada vez parecen más remotas y la mayoría de los observadores auguran nuevas elecciones el 10 de noviembre. La nutrida agenda del rey Felipe VI entre lunes y martes sería la última carta para evitar el tercer llamado a comicios de este año.
La mención al partido en la capital china fue el argumento de un Iglesias aún esperanzado en acordar con Sánchez. “Yo quiero que España tenga un gobierno estable, una legislatura estable, que se garanticen políticas sociales.” Para hacerla más fácil, insistió, la última propuesta sería “una coalición temporal que garantice la investidura y la aprobación de presupuestos y si después el jefe de Estado considera unilateralmente que la coalición no funciona, nosotros nos salimos, dando garantía de estabilidad.”
Para llegar a esta crucial instancia, un tema determinante fue que las derechas -PP, Ciudadanos y Vox- y los partidos nacionalistas rechazaron la aprobación del presupuesto de este año. Eso llevó a que a principios de año Sánchez decidiera llamar a elecciones. El 28 de abril ganó el PSOE pero para formar gobierno necesita los votos de UP y de los nacionalismos vasco y catalán.
Luego de dos intentos frustrados de investidura, la última oportunidad de nominar a Sánchez se producirá el próximo 23. Pero la diferencia sobre la forma de resolver la “cuestión catalana” parece insoluble. UP habla de referéndum, mientras que el PSOE se ciñe al artículo 155 de la Constitución, que bloqueó la independencia y fue aprobado en tiempos de Mariano Rajoy.
Hace dos meses, Iglesias se tiró a pedir ministerios clave con presupuestos y la vicepresidencia. Sánchez dijo que no podía compartir gobierno con alguien en quien no confía. Hablaba de Cataluña, pero la desconfianza era mayor. Fue entonces que Iglesias renunció a ocupar cualquier cargo, con tal de defender la coalición.
La vocera del Ejecutivo español, Isabel Celáa, fue lapidaria este viernes cuando pidió «aceptar el principio de realidad de que no existe la confianza mínima para construir un gobierno de coalición» y conminó a «decidir si van a volver a unirse a las tres derechas para impedir una vez más un gobierno progresista». La acusación de servir a las derechas también forma parte del repertorio de UP
Hay encuestas que le dan un pequeño aumento de votos al PSOE sobre el comicio de abril y una baja a los otros cuatro partidos nacionales. Dentro del oficialismo, muchos quieren tirarse a la pileta ante la posibilidad de un gobierno en soledad. Pero un nuevo llamado choca con el hastío ciudadano y quizás el rechazo de los votantes. El acecho de la ultraderecha de Vox preocupa.
Iglesias, en tanto, confía en que el rey «asuma el arbitraje y la mediación» con Sánchez para una coalición de UP y el PSOE. El Borbón hablará con todos los partidos y recibirá a Iglesias el martes a las 12,15 hora española. Antes se verá con Santiago Abascal, de Vox, y después con Alberto Rivera de Ciudadanos y Pablo Casado de PP, para cerrar a las 18 con el líder socialista.