Un nuevo disco siempre es un paso importante para cualquier músico. Para el Quinteto Negro La Boca en este caso, Cruces urbanos, su flamante trabajo, expresa un proceso de búsqueda que empezó en su disco anterior, Tangos libertarios(2014), cuando se permitieron hacer las primeras experimentaciones, mezclando tango con rap de la mano de Malena D’Alessio, y registrando una canción con la murga uruguaya Falta y Resto. En ese momento sintieron que era la manera de abrir puertas. Pero esta vez la apuesta excede por mucho los límites estrictos del género: «Multiplicamos los encuentros y los llevamos a nuevos terrenos. A los bordes», dice Pablo Bernava, bandoneonista, compositor y director de esta agrupación musical.
El título del nuevo disco es bastante explícito. Cruces urbanos es el resultado de largos años de experimentación musical desde el tango, pero esta vez mixturándolo con el punk rock, el folklore, el blues, la cumbia y el ska. «Era algo que en vivo ya hacíamos, pero queríamos ponerlo en un disco», explica Bernava.
Los invitados dan una idea precisa de esa búsqueda: el Chango Spasiuk ofrece todo su sonido mesopotámico; Antonio Ríos participa de una versión tanguera de su hit «Nunca me faltes»; 2 Minutos comparte sus clásicos «Piñas van piñas vienen» y «Ya no sos igual»; Duende Garnica y su bombo dejan huella; Ricardo Tapia y Gustavo Ginoi de La Mississippi acercan mucho blues; Piti Fernández de Las Pastillas del Abuelo ofrece todo su carisma, y la gente de Nonpalidece suma reggae popular.
Bernava detalla: «Buscamos referentes de cada género. La idea del disco no era decirles ‘vengan a grabar esto’. Queríamos que sumen su sabiduría y encontrar caminos comunes. Cada uno hizo sus arreglos y entre todos elegimos qué temas hacer. Es un disco que nos hizo crecer mucho y que sabemos que es un primer volumen porque nos quedaron muchos temas e invitados afuera. Todos los aportes fueron esenciales para armar la base de esta búsqueda sonora. Lo difícil era hacer coincidir horarios. Pero logramos plasmarlo tal cual se fue dando el proceso creativo con cada uno de ellos».
El quinteto también musicalizó el poema «Los nadies», del escritor uruguayo Eduardo Galeano, luego de un pedido formal al otro lado del charco, que por suerte regresó con pulgares arriba, habilitándolos a hacerlo. La ilustración de tapa fue realizada por Rocambole, famoso por sus trabajos con Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, quien los contactó para comentarles que le gustaba lo que hacían y ellos aprovecharon para invitarlo a sumar su talento en este disco. «Rep había hecho la tapa anterior, nos gustaba la idea que un artista popular también haga la de este. Lo conocimos y aceptó en cuanto le dijimos. Se inspiró en varias premezclas que teníamos y le pasamos. A los dos días nos mandó esta ilustración que nos encantó», relata Bernava.
Con la firme intención de revalorizar el tango como género popular, el grupo de la calle Pinzón, donde nació y aún hoy sigue ensayando, hizo su camino partiendo desde el sonido más tradicional de su primer disco, Tango contaminado (2010), para pasar a tener un pulso más milonguero, menos pretencioso desde lo estético, con un claro perfil decareano, con sabor a Pugliese y Troilo, para entrar en un proceso de experimentación conceptual que lleva al tango hasta los límites mismos del género. «Más a lo Troilo», subraya Bernava, fueye en mano, destacando que siempre fue tratando de sacar su música de los lugares en donde el tango transita su imaginario habitual para «ir armando nuestro perfil conceptual con nuestra propia impronta. A lo largo de estos años, trabajamos en eso», confiesa.
«En el tango siempre hubo rock, en la actitud, en el ambiente, muchos años antes que el rock nos llegue acá abajo donde vivimos. Creo que fue algo inevitable, nuestra militancia fue para que en los cruces se acerque más gente, y otro público se enganche. Hay un estigma que es difícil de romper: que el tango es de viejos, o que es para la madurez, o cuando te vas de viaje», destaca Bernava. El bandoneonista entiende el proyecto como una experiencia grupal y afirma que comparte esa visión con sus compañeros de ruta, Sebastián Colavecchia (guitarra), Gustavo Arch (guitarra y edición), Martín Quintana (saxo), Oscar Pittana (contrabajo), Guillermo Borghi (piano), Hernán Fernández (voz) y Natalí Di Vincenzo (voz). «Todos tenemos claro qué queremos y para dónde vamos», concluye.
Para no ser un decorado del sistema
Para los integrantes del Quinteto Negro La Boca, todo rol es político. «Cada laburo, cada cosa que hacemos es una toma de posición destaca Bernava. Creo que el arte, en este caso concretamente la música, es parte del ruido que se genera en la sociedad. Por eso el primer tema del disco se llama «Ruido». Porque la música tiene un rol clave en encausar eso que se quiere decir, que flota y que se puede transmitir en forma de canción». Y agrega: «Una vez en los años ’90 leí un panfleto en la calle que decía algo clave y me marcó: ‘Que los artistas no sean un decorado del sistema’. Así como los docentes no deberían educar para hacer encajar a los pibes en el mundo que quieren los empresarios, o que los médicos no deberían trabajar para las industrias farmacéuticas, nosotros los músicos no tenemos que ser bufones o cortinas de humo para lo que pasa. El QNLB baja línea sobre todo lo que nos parece una canallada, sea donde sea, manteniendo la coherencia de decir lo que pensamos. Eso nos deja tranquilos. Pero no le pidamos al arte que haga lo que no hace el resto de la sociedad».