La Sociedad Argentina de Escritores (SADE) acaba de distinguir a la escritora e investigadora María Rosa Lojo con el Gran Premio de Honor 2018. El galardón fue creado en 1954 y antes de Lojo lo han recibido escritores tan notables como Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares, Ernesto Sábato, Olga Orozco, Antonio Di Benedetto, Raúl González Tuñón, José Pedroni, Silvina Ocampo, Osvalo Bayer, Abelardo Castillo, Ricaro Piglia y M. Elena Walsh entre muchos otros.
Este valioso premio se suma a muchos otros que constituyen un reconocimiento a su quehacer en el campo de la literatura y la investigación. Lojo recibió, entre otros, el Primer Premio de Poesía de la Feria del Libro de Buenos Aires, el Premio del Fondo Nacional de las Artes en cuento y novela, el Primer Premio Municipal de Buenos Aires Eduardo Mallea, el Premio Kónex, el Premio Internacional de Poesía Antonio Viccaro (Canadá, 2017), la Medalla de la Hispanidad, la Medalla del Bicentenario y el Premio a la Trayectoria en Literatura de Artistas Premiados Argentinos.
Su obra ha sido traducida a diversos idiomas y comprende microficciones líricas, cuatro libros de cuentos y ocho novelas, además de sus libros ensayísticos y sus ediciones críticas.
Nacida en Argentina, Lojo ha reconocido siempre a Galicia como la patria de sus afectos, dado que es hija de inmigrantes españoles. Su padre, gallego y republicano, se exilió en la Argentina. Gran parte de su narrativa está marcada por su historia familiar. En ella confluyen, como en la historia de toda familia inmigrante, la nostalgia, el dolor y la necesidad perentoria de adaptarse a una nueva vida.
En su vastísima obra narrativa hay un tono lírico que es una de sus señas de identidad. Basta citar Árbol de familia, Todos éramos hijos o, su última novela, Sólo queda saltar. En todas ellas el pasado es más un tiempo gramatical que una etapa que se ha dejado definitivamente atrás. Por el contrario, es el pasado el elemento que constituye y tiñe el presente. En su narrativa, además, Lojo demuestra hasta qué punto los recuerdos que creemos más personales pueden llegar a ser creaciones familiares, colectivas. También se alojan como propios los recuerdos de los ancestros transmitidos a través de sus relatos. Se recuerda lo que no se vivió de manera directa, sino a través de las palabras de los seres queridos. En su obra narrativa parece querer decir que, más allá de las experiencias que nos toque vivir, todos estamos hechos de relatos, que son ellos los que nos constituyen, que es en los relatos donde reside la identidad propia.
Además de poeta y narradora, desarrolló paralelamente una carrera en la investigación literaria. Doctora en Letras, es Investigadora Principal del CONICET.
Entre sus numerosos libros de no ficción pueden citarse, , Sábato, en busca del original perdido, El símbolo: poéticas, teorías, metatextos, La “barbarie” en la literatura argentina del siglo XIX.
En los dos aspectos que conforman su carrera dentro de la literatura se ha destacado de manera singular. Ha sido autora de numerosos artículos en revistas especializadas, ha dirigido ediciones críticas y participado de innumerables congresos relacionados con los temas inherentes a su carrera. Es un hecho a destacar que el rigor crítico y la fantasía poética conviven en ella sin contradicciones.