Como si se tratara de una carrera de Fórmula 1, laboratorios de todo el mundo se apuran para que su vacuna contra el coronavirus sea la más efectiva y a la vez la primera en ser aplicada en el mundo. Se juega mucho prestigio, mucho dinero y al mismo tiempo es una herramienta política de nivel superativo. Y si no que lo diga el primer ministro británico, Boris Johnson, que aprovechó que el Reino Unido ya no pertenece formalmente a la Unión Europea para anunciar la aprobación de la vacuna de Pfizer/BioNTech, que comenzará a aplicarse la semana que viene. El presidente ruso, Vladimir Putin, no se quedó atrás y dijo que se iniciará la vacunación de la Sputnik V en grupos de riesgo para la misma fecha.
El pelotón de largada para terminar con la pandemia -ya que están culminando los estudios en fase III- se integra además con la del laboratorio estadounidense Moderna, la del grupo AstraZeneca/Universidad de Oxford (la única que por ahora se fabricará en Argentina) y la Sputnik. Sin embargo hay otras once vacunas en la última etapa de investigaciones, entre ellos tres de firmas chinas, como Sonovac, CanSino y Sinopharm. La OMS tiene en la lista de proyectos en fase preclínica a 164 productos en total.
La diferencia entre todas ellas es la plataforma sobre la cual funcionan como disparador del sistema inmune de la población. Tanto la de Moderna como la aprobada ahora de Pfizer/BioNTech, utilizan el ARN mensajero, fragmentos de material genético modificado que le envía a las células una suerte de muestra del tipo de proteínas que deben producir para defenderse del Covid-19. Es la primera vez que se utiliza esta tecnología en humanos. Tanto la Sputnik V como la vacuna de Oxford usan vectores adenovirales humanos
Este miércoles, el gobierno británico emitió un comunicado donde informa que la Agencia Reguladora de Medicamentos y Productos Sanitarios (MHRA por sus siglas en inglés) determinó que la vacuna desarrollada por Pfizer/BioNTech cumple con los “estrictos estándares de seguridad, calidad y eficacia” (ver acá). Las autoridades dijeron que estará disponible en el sistema de salud pública la semana entrante.
El secretario de Salud del Reino Unido, Matt Hancock, dijo que habrá 40 millones de dosis para aplicar en el grupo de personas elegibles por ser personal de salud, por tener condiciones de riesgo previas o por ser mayores de 65 años.
La aprobación, según explicó el mismo funcionario, fue posible porque el organismo regulador británico ya no tiene que esperar la decisión del que rige en la Unión Europea. De hecho, la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) tiene en carpeta la evaluación de esa vacuna -un petitorio de “pronto despacho” en vista de la segunda ola de la pandemia en esa región- lo que podría ocurrir en una reunión de los especialistas programada en principio para el 29 de diciembre.
El ente regulador de Estados Unidos también tiene que responder al reclamo del laboratorio, que al igual que Moderna, consideran que su producto ya está en condiciones de ser aplicado al conjunto de la población porque demostró su eficacia e inocuidad en los estudios realizados hasta ahora. La Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA por sus siglas en inglés) se reunirá antes, el 10 de diciembre, para atender al pedido de autorización de emergencia.
Pero quizás el apuro británico no influya del otro lado del Atlántico. Al menos la respuesta a los medios de Peter Marks, director del Centro de Evaluación e Investigación Biológica de la FDA, fue que van paso a paso. “Es posible que hayas escuchado que (la aprobación) será en unos días. Es posible que sea en unos días, pero nuestro objetivo es asegurarnos de que sea en unas pocas semanas”.
Pfizer es uno de los grupos farmacéuticos más grandes del mundo. Fundado por dos emigrantes alemanes – Karl Pfizer y Karl Erhart- en Nueva York en 1849, crecieron desde una farmacia donde vendían un antiparasitario de su creación hasta estar a la vanguardia en fármacos en todo el planeta. De este laboratorio salieron la primera penicilina producida en escala, la terramicina y años más tarde, el Viagra. Su crecimiento económico se basa también en procesos de fusión con otros laboratorios como Warner-Lambert, Pharmacia y Wyeth.
BioNTech, por su parte, fue creada en Alemania por una pareja primera generación de emigrantes turcos, Uğur Şahin y Özlem Türeci. En 2001 fundaron Ganymed Pharmaceiticals con el objetivo de desarrollar terapias contra el cáncer, pero luego la vendieron a capitales japoneses. En 2008 lanzaron BioNTchec, también para desarrollar nuevas terapias inmunológicas contra el cáncer. Como especialistas en el funcionamiento del ARN mensajero, ni bien comenzó la pandemia unieron fuerzas con la firma norteamericana para decir “presente” en la carrera por una vacuna contra el coronavirus.
El producto generó las primeras rispideces entre Berlín y Londres. Es que el anuncio del gobierno de Johnson parecía dejar abierta la puerta como para interpretar que la vacuna había sido desarrollada por británicos. El ministro de Economía inglés, Alok Sharma, había declarado que «el Reino Unido fue el primer país en cerrar un acuerdo con Pfizer/Biontech y ahora seremos los primeros en aplicar la vacuna».
«¿Por qué es tan difícil reconocer este paso hacia adelante como un extraordinario esfuerzo y éxito internacionales?», respondió Andreas Michaelis, tras aclarar que se trata de una investigación de un laboratorio estadounidense y uno alemán, ninguno de ellos británico.
La gran dificultad para la aplicación de la vacuna en cuestión es que necesita estar a 80º bajo cero, lo que no ocurre con su competidora de Moderna, que precisa -20º. Ese factor había hecho caer las acciones de Pfizer, que habían crecido estrepitosamente tras informar que su efectividad superaba el 90%, cuando Moderna -que no necesita semejante cuidado- dijo que su producto tenía 94%.
El pico máximo de las acciones de Pfizer duró poco. Apenas lo suficiente para que el Albert Bourla, presidente y consejero delegado (CEO) de Pfizer, se desprendiera de más de 60% de sus acciones en la empresa, valoradas en 5,6 millones de dólares. Un par de días más tarde habían perdido el 15% de su valor. Pero ya estaban en otras manos.
En cuando a la vacuna rusa, que muestra 95 % de efectividad, el gobierno de Putin dijo que se iniciará la vacunación la próxima semana, para lo cual se incrementó la fabricación. Putin anunció que producirán más de dos millones de dosis de la Sputnik V, lo que permite iniciar una vacunación «de envergadura» de los médicos y profesores que conforman grupos de riesgo.