Despidos, desfinanciamiento, censura, cierre de líneas de trabajo imperan en la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación. Sin rodeos, destrucción de la memoria y cancelación de las políticas públicas. Otro capítulo de la llamada “batalla cultural” del régimen de Milei, con funcionarios que reivindican la represión clandestina e ilegal, que elogian los indultos a los genocidas, que visitan a condenados por torturas y asesinatos, que postulan la “memoria completa” en el país de no me acuerdo.
Osvaldo López, sobreviviente de las mazmorras del porteño ex centro clandestino Virrey Cevallos, es uno de los cientos de despedidos. A finales de 2024 fue cesanteado. La ola de despidos y negacionismo viene de mucho antes. En diciembre de 2023, cuando asumió el secretario Alberto Baños, polémico exjuez de instrucción y ladero del mediático ministro de Justicia Mariano Cúneo Libarona, la planta de trabajadores era de 1050 personas. En marzo presente quedan poca más de 500. Hay que sumar a la sangría las decenas de cesanteados de los desaparecidos Ministerio de la Mujer y el Inadi, que habían pasado a la órbita de la cartera de (in)Justicia. “Qué se podía esperar de un gobierno que elogia la dictadura, que tiene una vice que visitaba a Videla, que aplica políticas antipopulares. Avanzan sin dudas a la destrucción de las luchas que tienen más de 30 años”, sentencia López desde tierras riojanas, donde se radicó a duras penas.
Un Informe de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) detalla que la motosierra cercenó áreas “sumamente sensibles, como el Registro Unificado de Víctimas del Terrorismo de Estado (RUVTE), el Archivo Nacional de la Memoria, el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti, los Sitios y Espacios de Memoria, la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad”. La reducción del personal según las áreas se estima entre el 30 y el 61 por ciento. Administrativos, sociólogos, abogados, psicólogos, psiquiatras, docentes, conservadores, comunicadores. Trabajadores y trabajadoras con hasta 30 años de antigüedad perdieron sus fuentes de ingreso. Ninguna persona fue remplazada. Las tareas que desempeñaban se dejaron de hacer o tuvieron que ser asumidas por los laburantes que sobrevivieron al desmantelamiento. Decenas fueron presionados para adherir a un retiro poco voluntario. Los delegados fueron presionados y se les prohibió el ingreso a sus lugares de trabajo. También hubo sablazos en los salarios, con reajustes que los bajaron más de un 50 por ciento. No hay dudas, la destrucción avanza.

Crónica de una fuga
Como a un perro lo rajaron a don Osvaldo, luego de 15 años en la coordinación del espacio encajado en el barrio de Montserrat: “Me atraviesa el cuerpo, yo estuve detenido en Cevallos. Recortan para pagar la deuda externa, no tengo dudas. Baños, Libarona y Milei no conocen los sitios de la memoria, no les interesan, preferirían verlos cerrados. Sólo dicen que están llenos de ñoquis. Hay que defenderlos, porque son trincheras de lucha contra este gobierno fascista”.
De batallas está curtida la vida y obra de Osvaldo López. El hombre de 70 años sobrevivió a la dictadura luego de fugarse del cautiverio en Cevallos 628. En 1977, López tenía 22 años, era cabo primero de la Fuerza Aérea y militaba en el PRT (Partido Revolucionario de los Trabajadores). En julio de ese año fue secuestrado en San Miguel, pleno Conurbano Bonaerense. Militares de civil lo encapucharon y esposaron, y luego lo llevaron primero a Castelar, donde lo torturaron, y más tarde a la casona del terror encajada en Montserrat, a 200 metros del Departamento Central de Policía. Lo acusaron de un sabotaje de aviones Mirage. Era candidato a una “boleta” segura.
Pero vivió para contar su verdad. Una noche pudo librarse de las esposas, forzó la celda y escapó por los techos. Antes intentó liberar sin éxito a una joven compañera de martirios, la periodista Miriam Lewin. Los militares desataron una cacería por cielo y tierra para recapturarlo, pero no pudieron. Eso sí, amenazaron de muerte a su familia. López no quiso cargar con la culpa y decidió entregarse. Lo hizo frente a un juez, el doctor Zamboni Ledesma, quien lo entregó a la Fuerza Aérea. Osvaldo estaba rendido esperando la muerte, pero finalmente no lo ejecutaron. Un consejo de guerra sumarísimo lo juzgó por deserción. Fue condenado a 24 años de prisión. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) declaró nula la sentencia y recuperó la libertad en 1987.
Durante los días postreros del alfonsinismo y el dilatado menemismo, años de avances y repliegues en materia de Derechos Humanos, López militó en las barriadas del sur de la capital. Post 2001, junto a los vecinos y organismos empujó en la recuperación del ex centro clandestino donde estuvo confinado. Fue su coordinador desde 2009 hasta diciembre pasado. Osvaldo cuenta que el panorama en el Cevallos es desolador: de ocho trabajadores, sólo dos conservan sus puestos. La historia se repite como tragedia en otros ex centros clandestinos que son sitios de la memoria, como El Vesubio, Club Atlético, Olimpo y Automotores Orletti. “Es estratégica la memoria en la lucha social -sostiene Osvaldo-, para que el cambio se consiga de abajo para arriba, desde las calles. Es momento de defender la historia y los derechos en las calles, y ya vendrán tiempos mejores”.

Memoria más que nunca
Dueño de una memoria funesina, Osvaldo resalta: “No llegamos hasta acá de la nada. De la dictadura y su plan para destruir todas las formas de organización de la sociedad e instaurar el neoliberalismo, luego pasamos a gobiernos que aplicaron, con algunas concesiones, las mismas recetas, pero con otros medios. Menem, De la Rúa y estalla todo en 2001. Kirchner no cambia la matriz, pero da concesiones en materia social y de Derechos Humanos. Caen las leyes de impunidad, se juzgan a los represores. Después viene un claro giro a la derecha y la profunda crisis económica que termina con Milei en el poder. Un presidente que reivindica la represión de la dictadura y que aplica una política económica contra los sectores populares. El balance del primer año es clarito. No hay que dejarse engañar”.
-¿Y qué piensa de que el gobierno siga manteniendo altos índices de aprobación, sobre todo en los sectores juveniles?
-Creo que no es tan así. Los jóvenes y la sociedad toda viven en carne propia las políticas salvajes de Milei. El gobierno satura en las redes sociales y en los medios con su discurso, pero cuentan una historia lejana a la realidad. A los pibes les digo que, para ser libres en serio, hay que tener autonomía, mirada crítica, investigar. No tomar el camino corto, que lleva a la imbecilidad. Por eso son importantes los sitios de la memoria, porque te hablan del pasado, del presente y del futuro. Si conocés la historia, nunca vas a reivindicar a los genocidas.
Datos del vaciamiento
En diciembre de 2023, cuando asumió el secretario Alberto Baños, la planta de trabajadores era de 1050 personas. En marzo presente quedan poco más de 500.
La motosierra cercenó áreas sensibles, como el Registro Unificado de Víctimas del Terrorismo de Estado (RUVTE), el Archivo Nacional de la Memoria, el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti, los Sitios y Espacios de Memoria, la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad.
La reducción del personal según las áreas se estima entre el 30 y el 61 por ciento. Administrativos, sociólogos, docentes, abogados, psicólogos, psiquiatras, conservadores, comunicadores, varios con hasta 30 años de antigüedad.