La crisis en el mercado frutihortícola en la Argentina lleva varias décadas, tiene que ver con la falta de planificación estatal y la falsa promesa de inserción en el mercado mundial sin las herramientas adecuadas. El país supo ser una potencia en la exportación de frutas. Con un modelo exportador y de gran escala en crisis, algunos pequeños productores apuntan al comercio justo, las redes de consumo consciente y el valor agregado de lo local o agroecológico. Aun así, no alcanza.
En 2024, las exportaciones de cítricos cayeron un 50%, cifras no vistas en 10 años. En el caso de la uva, de las 325.000 hectáreas que se cultivaban en la década de 1980, la superficie cayó a 210.000 hectáreas. Si hablamos de peras y manzanas, la producción de 2024 fue de 1.059 millones de toneladas. Muy por debajo del pico de casi 2 millones registrado en 2001. El caso de la banana es paradigmático: pasó de representar el 80% del mercado interno, a que la mayoría de la población argentina hoy desconozca que también se produce a nivel local.
Por los territorios
Emmanuel Rigonatto, coordinador de la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT) de Formosa, aseguró: “Estamos viviendo una situación muy difícil debido a los costos de producción que están cada vez más elevados y, en el caso nuestro, por la apertura de importaciones, con el ingreso de la banana paraguaya. Además, la producción ya venía muy golpeada por las condiciones climáticas, por la falta de lluvia, los calores extremos que tuvimos este verano y la falta de políticas públicas por parte del Estado”.
Eduardo Constanzo Siliquini, de la Mesa Campesina del Norte Neuquino, aportó su mirada: “La actividad de la fruticultura viene bastante en decadencia y cada vez son menos los que sobreviven. Hoy en día, solo quedan las empresas grandes y el pequeño productor. Quedan los emprendimientos que se van reinventando, van viendo formas distintas de comercialización. Estamos en un proceso de reinventarnos, son muy importantes las redes de comercialización que hemos tejido históricamente con la Mesa Agroalimentaria Argentina”.
Rigonatto coincidió: “Hoy hacemos uso de las herramientas que supimos construir para paliar esta crisis, como ser las redes de comercialización tanto nacional como locales, para darle salida a la producción local y poner en valor todo el trabajo de los pequeños productores que formamos parte de la organización”.
Comercio Justo
Las redes de comercio justo permiten reducir los márgenes de inflación y también de intermediación, generando un menor costo para el consumidor y un mayor beneficio para el productor. El último estudio del Centro de Estudios Scalabrini Ortiz (CESO) que compara la inflación en supermercados y en locales de la Economía Social, Solidaria y Popular (ESSyP) mostró que, en febrero, mientras el aumento de precios de la fruta y verdura en los primeros fue del 38%, en los segundos fue de apenas el 16%. Un estudio de la Red Calizas para el año 2022 calculó una diferencia de 5,2 veces en los supermercados entre lo que paga el consumidor y lo que recibe el productor en el rubro alimentos. En cambio, en las comercializadoras de la economía popular, es apenas 2 veces.
Gabriel Kaufmann, integrante de la red Compra Viva de Traslasierra, Córdoba, consideró que «la producción de fruta en argentina estuvo históricamente destinada a una forma de comercialización a través de las grandes cadenas. Todo el sector está apuntado a eso. Al igual que las normativas. No están diseñadas para los pequeños y medianos productores. Ahí está el gran desafío”.
Con diez años de existencia, el emprendimiento colectivo llegó a distribuir hasta 70 toneladas de fruta agroecológica por mes. Hoy apenas llegan a 15 toneladas. Lo hace a través de nodos de consumidores con un sistema de preventa. “El tema logístico es clave. Nosotros podemos consumir en Traslasierra una fruta orgánica al precio de góndola de una fruta agroindustrial en Buenos Aires. Eso es porque tenemos un sistema de preventa que nos permite no tener desperdicio ni usar refrigeración. El consumidor accede a una fruta fresca directa del productor”, explicó Kaufmann.
Entre las 80 variedades de frutas y verduras que ofrece Compra Viva hay bananas, mangos y papayas de un productor de Jujuy, Roberto Blanco, que gracias a esta intermediación puede vender a buen precio sin tener que desecharla.
Nicolás Perrupato es historiador y autor del documental producido por la revista Crisis, Oh Juremos con Gloria Comer: “La pequeña y mediana escala es muy importante en el mercado de las frutas, pero en Argentina no se la jerarquiza como en Europa u otros países desarrollados. Hay un esquema de intermediación que hace que los sectores urbanos no puedan acceder a un buen precio. Por eso surge la ilusión de exportar. Pero ahora incluso eso está jaqueado”, diagnosticó. El documental cuenta con cinco capítulos en los que intenta mostrar la decadencia de una industria y una producción que fue ejemplo en Argentina, como la de las manzanas en Río Negro, los limones en Tucumán o las uvas en Mendoza.