No es común para muchos ver ópera. Menos en una sala de barrio y menos que menos con personajes andróginos y vampiros que entran por la puerta del teatro rompiendo todo protocolo. Esto y más es lo que propone Barbados Artes Escénicas, la sociedad artística creada por Germán Ivancic y Diego E. Rodríguez que pone en escena en la Sala Machado la ópera Cendrillon de Pauline Viardot. Ivancic habló con Tiempo sobre esta iniciativa.
– ¿Por qué optaron por una obra de Pauline Viardot?
– Por diversas razones, entre ellas, porque nos parece relevante dar a conocer materiales de ópera compuestos por una mujer, una rareza en el mundo de la música académica de su época. También porque al momento de producir una ópera, reflexionamos sobre las formas de producción y Cendrillon, que fue compuesta para piano y la podemos definir como una ópera de cámara, se adapta especialmente a las posibilidades que brinda una sala independiente de pequeño formato como Machado.
– ¿Cuál creen que es la relevancia de poner un título de ella en escena?
– La de rescatar la figura de una mujer olvidada en la programación de ópera de nuestro país. Estamos estrenando la obra en Argentina. Pauline Viardot fue docente, cantante y compositora, nacida en el seno de una familia de artistas. Su padre fue Manuel García, un importante tenor, compositor, docente y productor de ópera español, el tenor preferido de Rossini a la hora de estrenar sus obras. Su hermana es la renombrada soprano María Malibran y su hermano Manuel Vicente, inventó el laringoscopio. Grandes compositores le dedicaron sus obras, que ella misma estrenó, como Berlioz, Gounod, Saint-Saëns, Massenet, Schumann, Fauré, entre otros.
– ¿Cómo fue la adaptación al contexto actual?
– Las adaptaciones realizadas en la obra responden fundamentalmente a los materiales dados y a cómo pudimos asumirlos en la construcción colectiva. Cabe destacar que el trabajo creativo fue realizado buscando que lo dramático y lo musical, y para esto fue central la figura de Juan Pablo Llovet Vallejos, se entretejieran en todo momento al servicio de lo que queríamos contar y no como se suele trabajar en ópera, donde un cantante estudia el rol con un preparador musical, luego se encuentra con un director musical y finalmente con un regisseur, en donde todos tiran para diferentes lados porque no hubo un trabajo en conjunto. Aquí creamos a partir de propuestas que toman formas y se definen en los ensayos, en el caos de estar todos trabajando al mismo tiempo pero con la riqueza de estar creando junto a los intérpretes, que son quienes encarnan lo posible. La puesta no buscó contextualizar la obra en una época específica sino la de armar cruces simbólicos que permitan una relectura de Cenicienta desde nuestra mirada.
– ¿Cómo fue la caracterización de los personajes?
– El primer desafío fue cómo construir los personajes masculinos. Para ello nos corrimos de la necesidad de trasvestirlas o de representarlas como mujeres, nos pareció más adecuado ubicar la caracterización en el universo de lo dark, de lo andrógino, donde el príncipe, el escalafón más alto de la obra es un vampiro, corriendo así el eje de la discusión binaria hombre-mujer para dar lugar a seres deseantes de ascenso social, de pertenencia a grupos y de realización.
Nuestra cenicienta juega en el territorio de una oprimida que sostiene a sus opresores a la espera de una realización de la cual no puede escapar.
– ¿Cómo responde el público a la propuesta de ver ópera en un lugar no tradicional?
– El público se va muy contento, vuelve y la recomienda. Hemos trabajado especialmente con el espacio no convencional de la sala y eso produce un trabajo a la medida de las condiciones de producción. Hasta el momento he podido identificar a dos tipos de público. Están aquellos que asisten por primera vez a una ópera y quedan conmovidos por la potencia de la expresión lírica y están los colegas, fundamentalmente cantantes y algún pequeño público de la lírica que comienza a acercarse al verse interpelados por las por las posibilidades musicales, espaciales y actorales que se producen. Por ejemplo, que el príncipe toque el timbre de la sala e ingrese por la puerta del teatro o que la escena se continúe a través de la ventana que da al exterior de la sala y uno pueda ver a Cenicienta yendo en carroza por el medio de la calle Antonio Machado.
Cendrillon se presenta los domingos 4, 18 y 25 de setiembre y el 2 de octubre en Machado. Antonio Machado 617. Av. Acoyte al 1000. Además participará del festival ESCENA con una función el sábado 24 a las 18 hs, en la misma sala.