Hay una corriente predominante en los medios para centrar el problema en los Benetton. Me parece una interesante maniobra de distracción, aunque me resulta un fenómeno repetido. Ya en su tiempo Scalabrini Ortiz señalaba con acritud cómo el fantasma de los nazis en la Patagonia servía para no hablar de los británicos que la manejaban.
Ahora, los que sirven para ese propósito son los Benetton. Estos son tanto o tan poco como cualquier apellido y linaje de dueños de latifundios en Argentina, y particularmente en la Patagonia. No me simpatizan, pero de todos modos hay que reconocer que están entre los pocos que pagaron las tierras a los precios que corresponden.
Después de esta oleada benettonista y mapuchista, todavía seguiremos sin avanzar en la legislación de tierras, sin lograr un equilibrio en la propiedad de las mismas, sin entregarles al menos algo a los grupos que desde hace varios siglos están esperando una parcela para poder vivir dignamente. De eso se han desentendido unos cuantos gobiernos.
El problema de fondo es la falta de un programa o una política de tierras en todos los partidos mayoritarios; falta de acción política en torno a los temas tierra-territorio-comunidades; falta el interés y el compromiso por estos temas tan básicos.
De hecho, de cara a las elecciones legislativas que se avecinan, ninguna fuerza política mayoritaria tiene en consideración estos temas. He allí las complicidades que alimentan, mantienen, regeneran y en última instancia agravan estos conflictos. «
(*) Autor del libro Ese ajeno Sur; un dominio británico de un millón de hectáreas en la Patagonia, escrito en 2006.