El cierre de las listas de los candidatos a legisladores por la Ciudad de Buenos Aires marca el inicio de la primera campaña electoral de un año clave. Se definirá en los próximos meses la consolidación –o no– del proyecto de ajuste y desguace del país que lidera el presidente Javier Milei.
Las encuestas que circularon en las horas previas al cierre de las listas porteñas muestran, por sobre todas las cosas, el impacto que puede tener la dispersión de la derecha en la Ciudad. Hay un dato político central: el PRO, la fuerza creada por Mauricio Macri para impulsar su carrera política, está en un momento crítico. Es una muestra más de la genialidad de Nicolás Maquiavelo para describir el funcionamiento del alma humana en la política. Milei llegó a la presidencia ayudado por Macri. Una vez que se sentó en la Casa Rosada, el primer objetivo del hermano de Karina fue destruir a Macri. El hijo de Franco se imaginaba manejando al nuevo presidente con mensajes de celular, sentado en una reposera en los jardines de su mansión en Acasusso.
Para terminar de someter a Macri, Milei tiene que derrotarlo en el bastión del PRO.
La consultora Proyección cerró un sondeo el jueves 27 de marzo. Había candidaturas que todavía no se habían definido así que hay nombres que no fueron medidos. Los números de la consultora que dirige Santiago Giorgietta confirman que la fragmentación de derecha abre la oportunidad de que Unión por la Patria salga en primer lugar. Sin embargo, por ahora, no aparece con la misma claridad que la principal coalición opositora al macrismo en la Ciudad pueda quebrar su techo histórico, que sería el desafío principal.
La lista de UxP la encabezará Leandro Santoro. Proyección lo ubica en primer lugar con 22% de intención de voto. Hace dos años, en las elecciones para jefe porteño, Santoro sacó en la primera vuelta 25%. Es decir que por ahora conserva el mismo caudal electoral, si se toma en cuenta la proyección del 14% de indecisos que aparecen en la medición.
En segundo puesto se ubica La Libertad Avanza con el vocero presidencial Manuel Adorni. Tiene 19% de intención de voto. Este es el primer dato que muestra el derrumbe del macrismo. Ni siquiera figura en segundo puesto en el distrito que le permitió a Macri llegar a la presidencia.
Todavía no se había definido la candidatura de la diputada Silvia Lospennato cuando se cerró la medición. Proyección sondeó como potencial cabeza de lista al exministro de Seguridad Waldo Wolf, que alcanzó un 14 por ciento. ¿Sería muy distinto si se hubiera medido a Lospennato? ¿O la caída del PRO se explica por los votos que le saca la Libertad Avanza y Horacio Rodríguez Larreta? El exjefe de gobierno de la Ciudad es el que aparece en cuarto lugar con 7,7% de intención de voto.
La consultora de Giorgietta tampoco midió la candidatura de Ramiro Marra, lo que podría horadar el respaldo que en principio parece tener Adorni.
Detrás de este grupo viene el pelotón del tres por ciento. El radical Martín Tetaz midió 3,3. El radicalismo finalmente decidió que la cabeza de lista será Lula Levy, expresidenta de la Federación Universitaria de Buenos Aires (Fuba). Hasta que el agua del río corra un poco no será posible medir si Levy mejora las cifras de Tetaz.
Detrás, en sexto puesto, se ubica el exjefe de gabinete de Cristina, Juan Manuel Abal Medina, con 3,1%, respaldado por el Movimiento Evita. Y casi en el mismo lugar aparece Alejandro Kim, candidato de Guillermo Moreno, con 3 puntos.
La candidata del Frente de Izquierda (FIT) Vanina Biasi midió 2,7 y al fondo de la tabla aparecen Yamil Santoro y Paula Oliveto, con 0,9 y 0,7, respectivamente. Estos números de Oliveto implicarían la casi desaparición de la Coalición Cívica de Elisa Carrió de la Legislatura porteña.
Si se levanta un poco la mirada por encima de esta fragmentación, la suma de los candidatos de derecha (Adorni, el PRO, Larreta) supera el 40%. Es el electorado que antes concentraba casi en su totalidad el macrismo.
La suma de los peronismos, por su parte, araña los 30 puntos. No hay dudas de que una lista de unidad, como promovió Santoro, hubiera garantizado un triunfo con un volumen que tendría un impacto más potente frente a la fragmentación de la derecha. Es la unidad que Moreno despreció con argumentos sectarios, en la búsqueda de un purismo peronista, una suerte de trosko peronismo. Por otros motivos Abal Medina también rechazó un acuerdo.
Santoro tiene ahora el desafío de salir primero y de mostrar que puede romper su propio techo. «