La interminable lluvia de estas semanas me puso nostálgica.
Recordé aquellos tiempos muy, muy lejanos, en los que el gobierno ganó una elección legislativa que consolidó su poder y que, según palabras del propio presidente, encaminó ora sí a los argentinos a la felicidad. Fue hace tanto. Casi siete meses, para ser más exactos.
Ya pocos se acuerdan de ese gran triunfo ahora que el gobierno vive «su peor momento» después de haberle pedido un préstamo de urgencia al FMI para, según el presidente y sus ministros, evitar una crisis que, juran y perjuran, todavía no existe. Qué precavidos. Lo de «peor momento» lo entrecomillo porque ya se dijo eso cuando se descubrió que el presidente estaba en los Panamá Papers, cuando estalló el escándalo del acuerdo para que el gobierno de Macri le condonara al Grupo Macri la multimillonaria deuda por el Correo y durante las protestas de diciembre por los cambios a las jubilaciones. De todo eso, el presidente salió bastante airoso. Veremos qué pasa ahora que muchos argentinos tienen pesadillas y ven fantasmas de la crisis por todos lados. Lo más complicado para su imagen y popularidad es lo del FMI, porque es como la penalización del aborto: la mayoría de la población está en contra. Además, al regreso del FMI se suma la reaparición estelar del exministro de Economía, Domingo Cavallo. Todo ayuda para que mucha gente piense en 2001. Por más diferente que sea el contexto y por más que el FMI ya no sea malo-malo, como dice el gobierno, el trauma queda.
También con nostalgia pensé en otro momento de la historia argentina, ese en el que Macri dijo: «Lo peor ya pasó». Fue hace 74 días, una eternidad. Me entra la duda de qué era lo peor, según él. Ahora hay psicosis por el dólar, un multimillonario reendeudamiento con el FMI, expectativas de inflación del 25% y de menor crecimiento económico y tarifazo en marcha porque el presidente vetará el congelamiento de las tarifas si se aprueba en el Congreso. Hasta Mirtha Legrand, mejor conocida como «Yo hice mucho para que este gobierno ganara» está decepcionada.
En este clima de añoranza, pienso con tristeza en el Segundo Semestre y La Lluvia de Inversiones. Tanto los esperó el gobierno y nunca llegaron. Tampoco la unión de los argentinos ni el fin del narcotráfico y, así como van, está medio complicado lo de la pobreza cero. La actitud más fea, eso sí, es la del «campo». El gobierno los mimó, les dio todo lo que pidieron y resulta que no quieren poner el hombro y la Defensora de la República,o sea Elisa Carrió, les tiene que andar rogando en Twitter (donde corresponde, obvio) que liquiden divisas. Me imagino a los exportadores bien preocupados y avergonzados por el regaño ¿verdad?.
Lo que no podemos dejar de reconocer es el esfuerzo de los funcionarios por llevar tranquilidad a la población. No hay crisis, dicen, pero se van de apuro a Washington. Argentina tiene «solidez» para «negociar» con el FMI, aseguran, sin reconocer que el que pide va en desventaja, siempre. El viernes se la pasaron a pura reunión en Olivos. Desde hace dos semanas, el gobierno dice que nadie tiene que asustarse ni preocuparse ni alarmarse ni angustiarse ni mortificarse ni estresarse ni ponerse nervioso. ¿Y si el dólar llega a 25? ¿Y si el Banco Central sigue vendiendo reservas para intervenir en las corridas nuestras de cada día? Bueno, cosas que pasan por tener un tipo de cambio flotante. Ah, porque otra cosa que El Mejor Equipo de los Últimos Cincuenta Años demostró es que, efectivamente, es el mejor, pero para echarles la culpa a otros de todo lo que pasa. En este caso, insisten en que la vulnerabilidad financiera de Argentina es responsabilidad del kirchnerismo y de «factores externos». Se les olvida el pequeño detalle de que ellos gobiernan hace dos años y medio.
Lo que sí se entiende bien clarito es que es muy fácil estar tranquilo si tienes tus cuentas multimillonarias en el exterior, como varios miembros del Gabinete. Así, cualquiera se calma, empezando por el ministro de Hacienda que, como mucho, tendrá que dejar de comprar sus chocoarroz con dinero público para empezar a pagarlos él mismo. Algo es algo.
Seguimos. «
*Corresponsal mexicana