Hay cansancio, expectativa, miradas alegres y encendidas, otras de resignación y tristeza. Algunos tienen esperanza de que las cosas en Venezuela mejoren por las recientes medidas económicas que apuntan a resolver la crisis, o quizá porque el solo hecho de regresar a la patria genera ese optimismo con el que se suele tropezar una y otra vez. «Si este hombre hace esto, tiene que ser para bien», dice Juan Enrique, con ánimo de que la cosa mejore. Se refiere al presidente Nicolás Maduro y a su decisión de repatriar a los venezolanos que han migrado en los últimos meses a países de la región.
Juan Enrique es uno de los 86 que conforman el primer contingente que volverá desde la Argentina, en el marco del plan Vuelta a la Patria, lanzado luego de que varios venezolanos clamaran por ayuda en Perú y en Ecuador, adonde habían ido a buscar suerte. El hombre de 49 años aguarda junto a una señora de su misma edad, a quien conoció la madrugada del miércoles, como a tantos otros que aguardan en el décimo piso de la sede diplomática en Buenos Aires. A su otro lado dormita su hijo, Enrique, de 24. Juan Enrique estuvo cuatro meses en la Argentina. Su hijo casi un año, ambos trabajaron para una cooperativa de panificados. El padre soportó uno de los inviernos más fríos de los últimos tiempos vendiendo pan en las calles del centro, desde esa hora del día en que aún es de noche. Atravesó todas las marchas, vio a la misma gente pasar por los mismos lugares cada jornada. Conoció a un sinnúmero de personas. Se esforzó a límites de insalubridad para costear su estadía y enviar algo de ayuda a su familia. Pero no alcanzó. El creciente costo de vida en la Argentina impactó en su economía. «El alquiler se hace imposible de pagar», reconoce este hombre que agradece la amabilidad y disposición de los argentinos.
El caso de Juan Enrique es muy similar al de otros con los que Tiempo pudo hablar esa madrugada en que aguardaban subirse a un avión en el aeropuerto de El Palomar, con algunos obstáculos impuestos por la Cancillería argentina, mientras las autoridades consulares los ayudaban a terminar de regularizar su salida del país. Llegó con la intención de asentarse y en algún momento de estabilidad, concretar la llegada de su esposa y sus otros hijos. Pero ese momento no llegó. «Trabajé de domingo a domingo, un día nos miramos con mi hijo y dijimos ‘esto no es vida'», cuenta este artesano que piensa retomar el oficio una vez retornado a su hogar en el estado de Aragua. Cuando supieron de la instrumentación del plan del gobierno bolivariano, ya tenían tomada la decisión de volver.
Ziomara es una señora morena que asiente mientras su compañero de banco relata sus experiencias. Por momentos, le brillan los ojos. Su hija y su yerno llegaron a la Argentina diez meses atrás, aquí la joven Jazmín tuvo a su hija. Le pidió a su madre que viniera a ayudarlos a establecerse, cuidar a la bebé para permitirle buscar un trabajo, y tal vez, iniciar una vida aquí. Pero Jazmín no consigue empleo. En cinco meses, la familia se quedó sin posibilidad de costear un pasaje de vuelta, por eso Ziomara se acogió al plan. «Pero mi hija se quiso quedar, ella está decidida a intentarlo», dice, resignada. Ahora le queda regresar a Valencia con sus otras cuatro hijas, retomar su trabajo en guarderías de niños y tratar de «colaborar para que mejore la situación» de su país.
Más difícil fue la decisión que tomó la joven pareja de Desiré Cote y Rafael Nieto, ambos de 25 años. Después de unos meses de trabajar en bares y restaurantes, los jóvenes pensaron que era el momento de establecerse con su hijo Fabio de tres años. Le pidieron a Ketty Rodríguez, la madre de ella, que viajara con el niño. Pero tras varios meses de intentarlo, la pareja no logró mejorar su situación. «El tema del alquiler es dramático, al punto de la desesperación. A nosotros nos desalojaron, no tuvimos dónde ir. Tampoco pudimos resolver el tema de la escolaridad del niño», cuenta Desiré.
Cuando se presentó la posibilidad, decidieron que la madre regresara a su país con su nieto, mientras los jóvenes padres lo siguen intentando. «Lo principal es estabilizarse, reunir el dinero para ingresar a un alquiler y después para el pasaje del niño», dice Rafael.
El alquiler parece ser el mayor obstáculo. El otro es la precariedad de los empleos que consiguen. Dicen que las autoridades argentinas les brindan un permiso precario de trabajo, cuyo trámite puede demorar meses. «Mientras espero que me lo den, ¿qué hago?», se desespera un hombre que aguarda pacientemente volver con sus compatriotas.
José Alfredo lo vivió en carne propia. Con 30 años, dejó a su esposa y a su pequeño hijo en Caracas a la espera de tener suerte en la Argentina, donde había venido alguna vez de turista. Pero la vida cotidiana fue muy diferente a aquel viaje de placer. Con un título en Comunicación Social de la Universidad Católica de Santa Rosa y una carrera como community manager, sólo pudo acceder a trabajos precarizados. «He trabajado cargando sacos de 20, 30 kilos, uno atrás de otro. Haciendo de todo un poco. En el último restaurante que estuve me quemé la mano y ellos no tenían seguridad social. Son trabajos de 12 a 16 horas y la paga es muchas veces por debajo del sueldo mínimo», se lamenta, unas horas antes de compartir el vuelo que lo llevará a un nuevo comienzo en su país. «
Argentina detenida
Tres periodistas –una argentina y dos británicos– fueron detenidos por militares venezolanos en la localidad de Paraguachón (noroeste), fronteriza con Colombia, y liberados ocho horas más tarde, según (SNTP).
«Los periodistas Laura Saravia (@lauraasaravia), Dan Rivers (@danriversitv) y Barnaby Green (@Barnaby_Green), ya fueron liberados. Estuvieron presos e incomunicados» en un comando de la militar Guardia Nacional en Río Limón (estado Zulia), informó el Sindicato Nacional de Trabajadores. Los periodistas fueron detenidos cuando salían del país, de acuerdo con el sindicato.
Los reporteros habían estado en Venezuela «durante tres días haciendo reportajes sobre turismo», agregó el SNTP. Su fecha de ingreso no está clara.
La Cancillería argentina dijo haber conocido que Saravia, «junto con un equipo de prensa internacional» había sido «retenida» y que su embajada hacía gestiones para velar por sus derechos. El gremio indicó que Green y Rivers prestan servicios a la televisora británica Independent Television News (ITN). No especificó el medio para el cual trabaja Saravia.