Aunque la novela es el formato comercial por excelencia, Mariana Enriquez se convirtió en una de las escritoras argentinas más populares gracias a sus cuentos. No es extraño en el país de Borges, Uhart, Cortázar, Ocampo, Walsh, Castillo y tantos otros nombres ineludibles de nuestras letras. Además de su pericia literaria, uno de los elementos que cimientan el éxito de Enriquez es su sostenida militancia en el terror, género considerado menor pero que juega un rol fundacional a partir de la obra de Edgar Alan Poe.
Sus libros Los peligros de fumar en la cama o Las cosas que perdimos en el fuego ya son verdaderos clásicos modernos. El último de ellos acaba de ampliar su horizonte a partir de la adaptación realizada por el artista gráfico Lucas Nine y editada por Salamandra Graphic, que hará felices a los fanáticos de ambos artistas.
La adaptación de Nine
Esta versión toma cuatro de los doce cuentos incluidos en el libro: “El chico sucio”, “Pablito clavo un clavito: una evocación del petiso orejudo”, “El patio del vecino” y “Bajo el agua negra”. Una serie de mapas que comienzan a quemarse funcionan como separadores y además como GPS narrativo, señalando los barrios porteños en los que transcurre la acción.
Constitución, San Telmo, Parque Chas y la Villa 21-24, en el límite entre Barracas y Pompeya, son los escenarios elegidos por Enriquez y cada uno juega un rol dramático determinante en cada historia. La geografía, el perfil urbano y social, y los imaginarios que se construyen a su alrededor ayudan a establecer una atmósfera específica y el ilustrador se vale de ellos con maestría en cada una de las viñetas sugestivas y expresionistas que articulan la puesta en escena.
Las ilustraciones combinan la fotografía, el dibujo, la acuarela e incluso la reproducción facsimilar, para darle forma a una fantasmagoria en la que la delicadeza de su factura, lejos de disminuir el impacto alimenta el aura aterradora y pesadillesca que las envuelve. Resulta difícil pensar en un artista más apropiado que Nine para representar en imágenes las atroces historias de Las cosas que perdimos con el fuego.
El asesinato ritual de un niño de la calle; la obsesión de un guía turístico con los crímenes del petiso orejudo; una trabajadora social descubre un niño cautivo en la casa del vecino; una fiscal investiga el asesinato de un chico a manos de la policía en el agua cenagosa del Riachuelo. El miedo más visceral se cruza con el terror social en las ilustraciones deformes de Nine, para hacer calzar en ellas de forma exquisita los cuentos de Enriquez. Un libro que es una fórmula perfecta.
«Visto de Lejos», un cuento infantil que confirma la versatilidad de Lucas Nine
Quienes hayan disfrutado del universo atroz que Lucas Nine le propone a los lectores en su adaptación de los cuentos de Mariana Enriquez seguro quedarán sorprendidos al saber que se trata del mismo autor que escribió e ilustró el libro para chicos Visto de lejos. Publicado por la editorial infantil Limonero, en sus páginas habita un espíritu para nada trágico y mucho menos escabroso, aunque su atmósfera mantiene ese elemento inquietante que se repite en toda su obra.
En sus páginas cuenta la historia de un niño que comienza a descubrir el mundo como espacio estético, con reglas que explican la forma en que se configura y representa la realidad que se desarrolla frente a sus ojos, pero que no termina de comprender. Nine utiliza al asombro como plataforma de partida y un juego de puntos de vista para crear un contraste entre la perspectiva del protagonista y los diferentes planos que componen el paisaje que observa.
¿Por qué las cosas se ven enormes cuando están cerca y se achican a medida que se alejan? ¿De qué escapan los que huyen hacia el punto de fuga? Con la ternura como prioridad, Visto de lejos quizás no sea más que una versión amorosa de su propia experiencia como niño curioso. Una evocación del día que le hizo estas mismas preguntas a su padre, el enorme Carlos Nine, uno de los grandes en la historia del arte gráfico argentino, al que la distancia no ha conseguido achicar.