El gobierno del Comité Nacional para la Salvación del Pueblo (CNSP) que tomó el poder en Níger tras el golpe del 26 de julio pasado, ordenó la expulsión de los embajadores de Francia, Alemania, Estados Unidos y los países africanos que amenazan con una invasión para reponer en el gobierno al presidente Mohamed Bazum, Nigeria y Costa de Marfil. La explicación del Ministerio de Relaciones Exteriores es que se negaron a responder a una invitación a conversar con las nuevas autoridades, que encabeza el líder de la revuelta, el general Abdourahmane Tchiani. La respuesta de París fue que «los golpistas no tienen la autoridad para hacer esta petición» y que «el permiso del embajador solo depende de las autoridades nigerinas legítimas elegidas».
El CNSP respondió celebrando un acuerdo con Burkina Faso y Malí, dos países que en los últimos meses también protagonizaron golpes de Estado para expulsar a gobiernos prooccidentales, para que fuerzas armadas de esas naciones puedan ingresar a su territorio si se produce la anunciada intervención armada de tropas de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (Cedeao).
La Unión Africana (UA), en tanto, suspendió temporalmente la membresía de Níger “hasta el restablecimiento efectivo del orden constitucional en el país», aunque expresó sus reservas acerca de una posible intervención armada.
La UA dice que “toma nota” de la decisión de la Cedeao de desplegar una fuerza en Níger, pero recomienda una «evaluación de las implicaciones económicas, sociales y de seguridad».