En el Espacio Memoria y Derechos Humanos de la ex ESMA, un sitio cargado de historia y lucha, comenzó este viernes Derechos en Letras, la primera Feria del Libro de Derechos Humanos y se presentó ayer a las 17 en Casa por la Identidad, Nieto 133. Mi camino hacia la verdad, un libro que relata la historia de Daniel Enrique González quien, tras un largo proceso de búsqueda y confrontación con la verdad, recuperó su identidad como Daniel Santucho Navajas.

Derechos en Letras busca fomentar la educación y la reflexión a través de la literatura, destacando la memoria y las diversas luchas plasmadas en los libros presentados en este encuentro cultural y literario.

La historia que narra Nieto 133 es una de las tantas que se entrelazan en la memoria colectiva y encuentran en estos espacios un lugar para la reflexión, el encuentro y la resistencia.

«Cada una de estas historias nos recuerda la importancia de la memoria y de la verdad. En mi caso, la búsqueda comenzó con una duda, con un vacío que, durante décadas, fue llenado con silencios y versiones inconclusas», explica Daniel Santucho Navajas a Tiempo Argentino.

Nieto 133, la narración

En Nieto 133, narra con detalle el momento en que quien era hasta entonces Daniel Enrique González decidió enfrentar la verdad y presentarse en la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (CONADI). «Recuerdo la ansiedad de ese día crucial, la incertidumbre ante la espera y la sensación de estar en el umbral de un descubrimiento que cambiaría mi vida para siempre», señala. Un mensaje de su psicóloga lo acompañaba en ese trayecto: «Estás preparado, todo va a salir bien». Aquel día de julio, cuando aún no se reconocía en su verdadero nombre, Daniel González inició su transformación en Daniel Santucho Navajas, un nombre que lo unía a su historia real y a una familia que lo buscó incansablemente.

«Estoy muy feliz y conforme con la edición del material. A través de Nieto 133 pude expresar y plasmar en palabras todas las sensaciones que me atravesaban al recordar situaciones de mi infancia y adolescencia», comparte Santucho. «Esas memorias volvían a mí en la vida cotidiana, después de un día de trabajo, tras dar una charla o incluso en noches de insomnio. Poco a poco, fui comprendiendo el accionar de mis apropiadores, algo que en mi niñez y adolescencia no lograba dimensionar. Necesitaba exteriorizarlo y compartirlo».

Fue en ese proceso de reconstrucción cuando su primo Diego y su esposa Paula lo acercaron a la editorial Planeta y pudo darle a la su experiencia forma al libro. «Con el tiempo, nació la necesidad de hacer algo con esa historia, mi historia. Descubrí que mi familia biológica era de Santiago del Estero, al igual que la de mi apropiador, y muchas piezas comenzaron a encajar», explica. Escribir Nieto 133 fue para él un camino de sanación, pero también un aporte a la lucha colectiva: «Me ayudó a sanar heridas y, al mismo tiempo, a contribuir a la búsqueda de los nietos y nietas que aún faltan. Es mi manera de aportar a la construcción de la memoria».

Foto: Sille Cris /Telam

Nieto 133 no sólo expone el duro proceso de reconstrucción de la identidad, sino que también documenta la lucha colectiva que permitió su restitución. La red de Abuelas de Plaza de Mayo, las organizaciones de Derechos Humanos y los sobrevivientes del terrorismo de Estado han jugado un papel fundamental en esta y en muchas otras historias que aún esperan ser contadas. «Mi historia es una entre tantas, y por eso espacios como esta feria son fundamentales. Nos permiten amplificar estas voces, seguir construyendo memoria y recordar que la identidad es un derecho», sostiene Santucho.

En este lugar emblemático, donde alguna vez reinó el terror, hoy se alzan las palabras como un acto de resistencia y memoria. Porque la identidad es un derecho, y cada historia recuperada es una victoria contra el olvido.