Los hermanos Nicolás y Alejandro Guerschberg, que hace más de dos décadas empezaron a tocar como dúo, más allá de sus múltiples proyectos por separado, lanzaron recientemente un trabajo muy íntimo y sensible: Contra las cuerdas, su primer álbum juntos, en el que proponen un recorrido por composiciones propias que viajan libremente entre el tango y la improvisación jazzera, a manera de homenaje a su padre, quien les inculcó el amor por la música desde muy pequeños y marcó sus destinos.
Con una selección de composiciones de distintas épocas y etapas, ocho canciones arregladas especialmente para esta ocasión. El dúo acompañado de un grupo de cuerdas logra un recorrido emocional por paisajes sonoros diversos, pero muy bien maridados. Es que su experiencia les permite ese juego experimental que esperan poder demostrar en vivo muy pronto. Nicolás, pianista y compositor del sexteto de jazz Escalandrum hace 25 años (también aportó su talento con figuras como Paquito D’ Rivera, Concha Buika, Julieta Venegas, Elena Roger, Susana Rinaldi y Manolo Juárez, entre muchos otros) fue convocado por su hermano menor Alejandro, bandoneonista, discípulo de Julio Pane, quien trabajó en varios proyectos, y acompañó a figuras como Raúl Lavié, Julia Zenko, Fernando Suárez Paz, Guillo Espel y la cantante alemana Ute Lemper, entre otros, con la idea de armar algo juntos.
-¿Cómo fue el armado de este disco, después de tocar tanto tiempo juntos?
Alejandro Guerschberg: -Después de unos meses que falleciera nuestro padre, se me ocurrió hacer algo con música de Nico, y que escribiera algo para que yo haga en mi instrumento. Acompañado por cuerdas, ya que él es un músico con mucho trabajo, pero naturalmente se fue dando que después de tantos años, el piano también esté. Eligió el repertorio y fuimos aportando cada uno algo para darle forma. Pero todo fue muy orgánico.
Nicolás Guerschberg: -Vino con la idea de grabar y me gustó. Fue algo estimulante. Me puse a ver qué material preexistente podía andar para él como solista. Pero el trabajo de composición se fue transformando y me fui tentando, y terminamos haciéndolo juntos y con un quinteto de cuerdas. Nos debíamos un disco como hermanos para dedicárselo a nuestro viejo.
-¿Cómo fue el trabajo de composición y grabación?
N.G.: -Hubo una base que fue escrita especialmente porque iba a haber cuerdas. Cuando uno escribe para algo más jazzístico incluye ciertas guías y deja lugar a la improvisación, pero en este caso había que llevar todo más detallado. Después viene el ensamble para poner en movimiento todo eso, y es lo fundamental. En el caso del bandoneón de mi hermano, por supuesto tenía el espacio para volar y aportar su impronta, yo me ocupe de darle una base sólida para su interpretación. Venimos tocando mucho juntos y conocemos el lenguaje con el que nos manejamos. Fue una sumatoria de deseos y a cada canción se le imprime un clima que imaginamos en conjunto. Eran temas que tenía y que decidimos grabar.
A.G.: -Teníamos una lista más larga de canciones, eran más que estas ocho que pusimos, algunas quedaron afuera, que también eran él. Pero creo que buscamos que haya un equilibrio para que sea un relato. No queríamos que sea algo fragmentado o por partes, sino que sea un todo. Hay de todo. Hay un vals, una milonga lenta, hay momentos para moverse, es un balance de todo y disfrutamos mucho de ponerlas en un disco, trabajando el detalle en el estudio.
N.G.: -Este es un proyecto propio, nuestro, que no depende de nada más que las ganas, y no tenemos que estar dentro de un estilo u otro, por eso dejamos que las obras fluyan. Si alguna es más tanguera o más milonguera, y no es tan tradicional por supuesto, no pasa nada. Yo tengo un recorrido por el jazz y otro tipo de música, entonces decidimos que entre eso también juego. Todo se fue dando naturalmente, quizás por momentos hay partes que remiten menos al tango y más a algo contemporáneo o folklórico. La idea es crear atmósferas de jazz y tango pero sin necesidad de que nada sea explícito.
-¿La influencia de su padre fue algo que querían remarcar?
A.G.: -Nuestro padre nos hizo músico, fue nuestra primera influencia. Él era médico y se dedicó mucho a su carrera, pero amaba la música. Tocaba la guitarra, componía canciones, cantaba. Había mucha música en casa y por eso elegimos este camino. Tocamos muchas veces música de él, como algo familiar y cotidiano, sin pretensiones de editarlas a nivel profesional, pero las disfrutábamos, eran muy lindas. Pero después que se fue el viejo necesitábamos volver a hacer algo juntos. Lo acompañamos en la enfermedad durante un par de años y eso te pone en un lugar tremendo. Pero él nos enseñó que la música es un remedio y por eso siento que nos alentó a expresarnos.
N.G.: -De chico todo el tiempo nos mostró mucha música y nos hizo que no pudiéramos renunciar a hacer esto. Y este trabajo de alguna manera honra eso. La inspiración vino por ese lado. Yo empecé antes, le llevo 8 años a Ale, pero rápidamente nos encontramos y siempre disfrutamos de hacer canciones y música juntos. Ese era el legado de papá. Trabajar y viajar juntos acompañando nuestros caminos es sin dudas una influencia familiar que queríamos honrar de la mejor manera: haciendo música. Él no enseño que esto es también una herramienta sanadora y un refugio. Más allá de la profesionalidad, es un lugar especial.
-¿Es una manera de sobrellevar las dificultades cotidianas y los problemas del mundo?
N.G.: -Sin dudas. Pasan muchas cosas en el mundo, en la vida personal, familiar, laboral. Todo este difícil arte de vivir lo que nos toca, es mejor con este camino, este arte que nos une en este proyecto. Como decía Piazzola, la música entra en los oídos y va directo al corazón. Y ese es nuestro mantra.
A.G.: -Yo le decía a mi viejo que lo que él hacía como médico, era más importante que lo que nosotros podíamos aportar. Pero me decía que sin música no hay vida. Es esencial para la vida. Uno le dedica la vida para dar lo mejor y explorar lo sonoro al extremo. Por eso también hicimos este disco.
Contra las cuerdas – Nicolás y Alejandro Guerschberg
El nuevo material de Nicolás Guerschberg en piano y composición junto a su hermano Alejandro en bandoneón. Acompañados de Guillermo Rubino en primer violín, Natalia Cabello en segundo violín, Mariano Malamud en viola, Karmen Rencar en violonchelo y Cristian Basto en contrabajo. Disponible en plataformas digitales.