Luego de haber tenido una trayectoria en el campo de la poesía, género sobre el que dicta talleres en Buenos Aires, Natalia Litvinova escribió su primera novela, Luciérnaga, que resultó ganadora del Premio Lumen.

Es autora entre otros poemarios de Todo ajeno (2013), Siguiente vitalidad (2016), Cesto de trenzas (2018), La nostalgia es un sello ardiente (2020) y Soñka, manos de oro (2022). Su obra ha sido publicada en Alemania, Francia, España, Chile, Brasil, Colombia y Estados Unidos.

Nacida en 1986 en Bielorrusia, a los diez años llega a la Argentina. Habla un castellano-argentino en el que no se nota el más mínimo acento de su lengua de origen y en esta lengua que hizo suya y en la que escribe contó sus propias obsesiones y miedos respecto de la radiación nuclear que significó para ella y para la mayoría de los ciudadanos la explosión de Chernobil.

La novela de Litvinova fue presentada bajo el seudónimo Darinacon el título de La niña de los brazos de acero. El jurado, conformado por Ángeles González-SindeLuna Miguel y Clara Obligado, además de Lola Larumbe, directora de la librería Rafael Alberti de Madrid y María Fasce, directora literaria del sello Lumen, la declaró ganadora por unanimidad.

El jurado dijo de la autora y de su novela: «Una voz deslumbrante y conmovedora, con la difícil cualidad de la sencillez. En la tradición de la mejor literatura rusa, pasa del realismo a lo mítico con naturalidad y sabe recurrir al humor y la ironía para narrar una historia que todavía no habíamos leído”.

Y agregó : “La guerra y la emigración, la vida en Bielorrusia («el país que se rompe») como telón de fondo sobre el que se narran los recuerdos de una infancia marcada por el desastre de Chernóbil y la resistencia de las mujeres. Una novela luminosa y radiactiva”.

El premio Lumen está dotado de una suma de 30.000 euros, además de la publicación en todo el territorio de habla hispana.  En esta edición se han recibido 549 manuscritos procedentes de Argentina (117), Colombia(22), Chile (18), España (326), Estados Unidos (17), México (42), Perú (2) y Uruguay (5).

Dice la editorial respecto del Premio que otorga: “El Premio Femenino Lumen, convocado entre 1994 y 1999, fue concebido como un galardón que descubría talento literario entre las mujeres. El jurado estaba compuesto por las escritoras Nora Catelli, Ana María Matute, Ana María Moix, Cristina Peri Rossi, Elena Poniatowska y la editora Esther Tusquets.”

“Las ganadoras históricas del Premio- agrega-  fueron autoras tan emblemáticas como Ángeles de Irisarri en 1994 con Ermessenda, condesa de BarcelonaAna Rodríguez Fischer en 1995 con Objetos extraviados, Clara Obligado en 1996 con La hija de Marx, Alicia Giménez Bartlett en 1997 con Una habitación ajena Clara Usón en 1998 con La noche de San Juan.”

“A estas grandes autoras se sumó el nombre de Leticia Martin, la escritora argentina ganadora del I Premio Lumen de Novela 2023 con Vladimir, una novela profundamente perturbadora, un thriller emocional y erótico en el contexto de un mundo que se apaga”. 

Natalia Litvinova, autobiografía, política y ficción

Litvinova define su novela como una ficción con elementos autobiográficos. En ella recupera las voces de las mujeres de su familia, en un mundo que parece estar al borde de la disolución y trabaja sobre la memoria que recoge también el viaje a un mundo nuevo, la forzada inmigración en busca de  una forma más humana de sobrevivir luego de aquel accidente nuclear que cambió la vida de miles de personas.

“Era la guerra –dice- y las mujeres se ponen a hablar. Pero las silenciaron o no las escucharon porque se impuso una determinada manera de mirar la guerra.  Entonces, en principio tuve que inventar a todas esas mujeres que, a los sumo,  podían llegar a estar en Internet que es el lugar en donde vamos a buscar la información.

Haber encontrado algo fue una gracia para mí. Luego comencé a buscar novelas soviéticas en las que vi que se mencionaba alguna frase sobre estas mujeres que, además, después fueron muy mal vistas y tratadas como prostitutas porque había que borrarlas, ningunearlas de alguna manera”.

“Hay muchas mujeres inventadas pero son reales, existieron  y espero que eso se note en la novela. Se trata de una ficción con elementos autobiográficos, pero les quiero asegurar que esas mujeres existieron, sobrevivieron y fue terrible haber sobrevivido a eso.”

Luego del desastre de Chernobil, se plantearon muchos conflictos. “Estos conflictos –dice Litvinova- involucran la salud, la  integridad, la vida cotidiana de la gente. Cuando esto ocurre, mi novela no puede ser sino un texto político. También hay problemas sobre la escolaridad, sobre cómo nos preparaban para la escolaridad soviética”.

“Nos preparaban para que fuéramos un tipo de cuerpo saludable para la Nación, para que nos moviéramos de una manera particular en una realidad particular, para que nos vistiéramos de una manera particular, y, si eras mujer, también, obviamente, había diferencias respecto de los hombres”.

“Todo eso está tocado de lo cotidiano. Yo no quiero hacer un alarde de ninguna de esas cosas, por supuesto, pero fueron reales, fueron parte de mi vida cotidiana, parte de la vida cotidiana de mi generación y de las generaciones anteriores”.

“Hablo del accidente que sucedió en Chernobil en 1986 que todo el mundo sabe que ocurrió y si fue silenciado, si fue la puerta hacia la caída de la Unión Soviética, obviamente hay una carga política en los textos, pero traté de buscar un equilibrio. No quería tratar ese problema como una periodista, sino como una poeta, como una mujer que también vivió y absorbió todo eso como si fuera esa gran radiación que nadie quiere ver”.