Son ocho canciones propias. Natalia Lagos, nacida en Azul, Provincia de Buenos Aires, sintió que era tiempo de mostrar su mundo, lo que siente y piensa, condensándolo en 24 minutos de música, en el lenguaje que mejor conoce. La cantante, pianista, docente y compositora está presentando su tercer material. Un disco titulado Matarlo y renacer, donde muestra todo su talento que ya desplegó como la cantante de la Orquesta Típica Fernández Fierro y cofundadora del quinteto de tango Alto Bondi.

“Es un disco que comencé a pensar en la pandemia, cuando me reencontré a solas con el piano, al no poder desarrollar la actividad que venía teniendo con la Fierro. Era un momento de introspección y lo aproveché. Hice muchas maquetas y luego retomé la composición en 2022 cuando me aleje de la Fernández Fierro. Le dediqué tiempo y tenía como 15 temas, pero deje las que más me representaban”, cuenta la autora.

A diferencia de sus trabajos anteriores, este es mucho más personal e íntimo, contando con una orquestación más compleja, con guitarras, sintetizadores, violín, bandoneón, bajo, contrabajo y batería, que buscan potenciar los ambientes y las sensaciones de cada canción. Pero claro, la voz y el piano continúan siendo la raíz de su obra. Cuenta con una banda propia (Jonatan Álvarez en guitarra, Ignacio Santos en bandoneón, Carola Zelaschi en batería y Julia Subatin en bajo y contrabajo), e invitados especiales como Noelia Sinkunas, Walter “Chino” Laborde y Paula Maffía.

-¿Cómo describís a Matarlo y renacer?

-Son canciones que hablan de mí, de mis experiencias, de mis recuerdos, y de distintos libros y películas que vi y me resonaron de alguna manera. Es una reinterpretación de detalles de mi historia tratando de explorar distintos colores musicales. En cuanto a la diversidad de géneros que tiene el disco, son los que me salieron. Cada canción fue lo que quiso. Nunca pensé hago esto o lo otro. Por eso hay rock, tango, blues. Digamos que el vehículo que utilizo es la música que yo sé, pero nunca es premeditado. La orquestación sí fue más consciente porque quería algo que unifique, pero es un disco muy natural y sincero.

-¿Este tercer disco es el que más te identifica?

-Había hecho un disco de canciones mías en 2015, pero no lo mostré mucho ni lo hice circular tanto, porque siempre estaba en otros proyectos, de tango sobre todo. Y luego está el segundo, que es más de versiones de tango nuevo. Pero en este me encontré con más tiempo y ganas que nunca. Yo siempre hice canciones, pero no me animaba tanto a circularlas. Tenía un entrenamiento en la materia, pero bueno, no me daba el lugar. Al ir haciéndome más conocida por temas de Alto Bondi o de la Fierro, quizás me dio la confianza necesaria para abrirme más. Pero tengo mi forma. Me meto mucho en las historias que cuento. Me copa más la interpretación que el aspecto técnico.  El que tiene más recursos y los quiere mostrar me parece bien, pero a mí lo que más me interesa es contar historias. Lo que estoy diciendo lo tengo que entender y sentirlo como propio. Obvio que lo técnico y prestar atención a las notas es importante: yo estudié, estudio y doy clases, le doy bola, pero al ser canciones propias me parece importante conectar con la palabra. Intento que se entienda y llegue el mensaje. Lo que más me gusta de cantar es la comunicación que se genera.

Lagos, al piano.
Foto: Nora Lezano

-¿La voz y el piano son tu naturaleza?

-Yo toco y canto desde muy chica. Estudiaba teclados y me enseñaban acordes. Aprendí a tocar el piano como una guitarra y así lo hice toda la vida. Pero acá me esforcé un poco más: si bien grabé la esencia de los temas en piano, las maquetas y algunos interludios e introducciones los arreglamos para diferentes formaciones: quinteto de tango, banda de rock o lo que sea. Eso modificó y enriqueció la base de piano. Me encontré estudiando partituras, arreglos de piano y sintetizadores. Eso agregó algo a mi bagaje. Otras formas de tocar, y eso me gustó.

-¿A qué le cantas?

-Nunca pienso a qué le voy a cantar.  Me pongo a tocar, armo una armonía, una melodía y luego le pongo palabras. Supongo que siempre le canto a lo que me moviliza. Hoy lo que más conozco es a mí misma, por eso escribo a mi mundo. En este disco traté de abarcar distintas temáticas. Hay una canción que habla de los silencios, otra del desencuentro, otra de la ira, otra de la sumisión y el maltrato. Otra de dejar tu pueblo, otra del suicidio.  Me gusta hablar de diferentes emociones. No quiero ser monotemática. Está todo bien con las canciones de amor, pero podemos recorrer distintas cosas que te pueden pasar.

-¿Cómo llegaron  los invitados al disco?

-Yo quería contar con cantantes que me conmueven, que admiro. Y que sean referentes del género con el que cada canción se identificaba. Elegí al Chino (Laborde) para un tango: siempre me tiro buena onda durante mi estadía con la Fierro, y estuvo al pie del cañón a penas le pedí que me ayude en esto.  A Paula (Maffia) la llame para hacer algo más rockero. No la conocía, pero llegué a ella por mi baterista. Ella le paso el disco y se copó. Es muy afectuosa y muy amable. Vino a cantar y la rompió. Fue hermoso. Noelia Sinkunas es amiga, compartimos Alto Bondi. Pero fue medio de sorpresa. Se ofreció a tocar unos teclados, pero estaba de gira, así que tuvimos que ver qué podía hacer, y puso algunos arreglos: teclados en algunos lugares en los que me parecía que le faltaban y quedaron espectaculares. Quedé muy contenta.

-Lo grabaste en los históricos Estudios ION. ¿Fue algo especial?

-Había ido a cantar con Alto Bondi, pero esta vez también fui a tocar el piano: fue una locura. Eran las mismas teclas que tuvieron los dedos de Fito, de Charly… Fue algo mítico. Probamos otros estudios, otros pianos, pero lo elegí más por una sensación que por la sonoridad. Lo que sentí es medio indescriptible, del orden de lo místico. Tiene que ser acá, me dije. El piano ese tiene mucha historia.

-¿Hoy en día sacar un disco  es un milagro?

-Muchas veces me angustié y dudé porque pensé que no iba a poder sacarlo. Sin apoyo es muy cuesta arriba, pero por suerte había arrancado hace tiempo y de a poco llegué a la meta. Creía que no lo terminaba, pero lo logré: pese a todo pude cumplir con el sueño de aportar un granito de arena a la música popular, desde mi lado. Creo que hoy en día no hay que dejarse vencer: los músicos siempre tenemos la sensación de pensar que si no hago esto, qué hago. Los músicos nos preguntamos si podríamos estar en otro camino. Pero siempre salen proyectos. No sé hacer otra cosa que tocar el piano, componer, cantar y dar clases. Lo tengo que hacer. Por más que la música no esté en la escala de valor del gobierno, el mercado o el sistema capitalista en general. Es lo que hacemos.  No voy  a hacer otra cosa que esto.

Natalia Lagos presenta Matarlo y renacer

Sábado 5 de octubre a las 21 en el Club Atlético Fernández Fierro, Sánchez de Bustamante 772.