La cantante de fado Mísia ha fallecido a los 69 años tras pasar poco más de una semana internada en el Hospital Santa María de Lisboa por una crisis relacionada con la larga enfermedad que libraba contra el cáncer desde 2016, según informa el medio portugués Público.

La noticia, según el citado medio, ha sido difundida por el escritor estadounidense Richard Zimler a través de las redes sociales. «Estoy desolado porque mi vieja amiga, la cantante Mísia, nos acaba de dejar. Se fue en paz, dulcemente, sin dolor», asegura.

En una nota oficial, la ministra de Cultura de Portugal, Dalila Rodrigues, destacó que la cantante fue fundamental para la renovación del fado, género musical tradicional portugués. «Con una dilatada trayectoria, Mísia fue una voz fundamental en la renovación del fado, sin miedo a experimentar con nuevos sonidos y enfoques menos convencionales. Nos deja una amplísima lista de colaboraciones con músicos de todo el mundo, lo que demuestra su versatilidad. y su talento», dice el comunicado oficial, según medios locales.

Sus discos más recientes, Pura vida (2019) y Animal Sentimental (2022) nacieron en medio de la lucha contra su enfermedad. El primero, en un momento de euforia, cuando creía estar casi curada mientras que el segundo, que llegó con un libro autobiográfico del mismo nombre, fue publicado cuando se dio cuenta de que la pelea no había terminado ni terminaría.

Mísia, pionera y espíritu libre

Susana María Alfonso de Aguiar nació en Oporto el 18 de junio de 1955, aunque fue más conocida como Mísia, nombre del que se enamoró al leer la biografía de una musa parisina de origen polaco nacida en San Petersburgo en 1872.

Mísia representaba a la tercera generación de artistas de su familia ya que su madre y su abuela materna habían sido, respectivamente, bailarina de música clásica y artista de music-hall y burlesque.

La cantante se consideraba una pionera, un espíritu libre, pues no habiendo olvidado la revelación que supuso para ella el fado en la adolescencia, volvió a Lisboa con una decisión tomada: cantar «su» propio fado, por lo que se lanzó a reinventar el género.

Sus primeros éxitos fueron en el extranjero, sobre todo España y Japón especialmente, para luego extenderse a Francia y Alemania, y de ahí, por todo el mundo, labrándose una carrera internacional que cantó fado en los escenarios más importantes del mundo.