La diputada Mónica Macha preside la Comisión de Mujeres y Diversidad en la Cámara Baja. Fue una de las autoras del proyecto de resolución y repudio que se presentó en Diputados tras conocerse los actos de violencia de género cometidos por el expresidente Alberto Fernández contra Fabiola Yáñez.
Macha citó al ministro de Justicia nacional Mariano Cúneo Libarona, para que dé explicaciones acerca del cierre de la Subsecretaría de Protección contra la Violencia de Género. La reunión prevista para el 8 de agosto se postergó, a pedido del ministro, para el 27 de agosto a las 15.
“La violencia por motivos de género está en el entramado social”, afirma Macha ante la denuncia contra Alberto Fernández.
-¿Cómo impactó en la política esta denuncia por violencia de género contra Alberto Fernández?
-Impactó negativamente. Generó una situación de sorpresa y al mismo tiempo de necesidad de posicionarse. Como bloque tuvimos una discusión sobre esta situación y logramos consensuar con una gran parte la declaración que ingresamos el miércoles al Congreso de la Nación como un proyecto de declaración. No fue unánime, quienes no lo acompañaron están planteando que necesitan la investigación de la justicia. A su vez, implicó la reacción rápida de que esto no se tape ni se intente encubrir, y eso es parte de los logros de la militancia feminista. En otro momento, esto no hubiese sido una noticia pública, sino que hubiese quedado en el terreno de lo privado.
-Hubo otros casos vinculados a Unión por la Patria, José Alperovich, Fernando Espinoza y ahora Fernández, ¿qué debates se dieron dentro del espacio?
– Si bien los últimos casos resonantes son de Unión por la Patria o cercanos, la violencia de género es una problemática transversal. Esto ocurre en la política, en el periodismo, en el deporte, en la facultad, donde mires porque en realidad el punto es que la violencia por motivos de género está en el entramado social. Parte de lo que pudimos hacer desde el feminismo es darle visibilidad y problematizar la violencia, traerla como una situación de la construcción social y cultural y política, y no como una enfermedad o como alguien que se zarpó. La discusión sobre el derecho al aborto generó una cuestión masiva del feminismo, pero antes Ni Una Menos en 2015 también mostró toda una realidad que no era visible masivamente. Todos esos debates también atraviesan a nuestro bloque, para empezar, la posibilidad que tantas más compañeras podamos estar en lugares legislativos a partir de la ley de paridad. Hoy hay muchas más herramientas no solamente para reaccionar, sino también para analizar cuál es el problema. Más allá de que Milei vaya en contra de las políticas públicas con perspectiva de género y desarme todo, creo que hay algo que persiste, que es la organización feminista y el debate que el feminismo trae. Eso no lo puede romper ni Milei ni nadie, porque ya incorporamos una forma de mirar la realidad y de eso no volvemos.
–La denuncia se conoció de una forma poco habitual, ¿cómo analizás lo que sucedió en torno a eso?
– Que el responsable de este accionar sea el expresidente le da una gravedad por el rol que ocupaba y porque además esas situaciones de violencia, se supone, se dieron en el contexto donde él era el presidente. Eso reviste una gravedad importante. Nos enteramos de la situación a partir de la publicación de Clarín, cosa que no debería haber sido porque en definitiva la decisión de cuándo denuncia tiene que ser de Fabiola. Primero si quiere denunciar y segundo cuándo. Se le quitó a ella esta potestad. Después obviamente termina haciendo una denuncia, pero ¿hasta dónde estuvo exigida por la publicación? En esta situación tiene que haber justicia, no tiene que haber impunidad, tiene que haber acompañamiento a Fabiola, pero cuál es el acompañamiento que hubiese necesitado y que ella quería para poder elaborar esta situación. No necesariamente era la denuncia. He trabajado mucho con mujeres en situación de violencia por motivos de género y a veces hay denuncias, a veces no, y hay otros modos de intervenir y acompañar.
-¿Cómo ves la reacción que tuvo el oficialismo con esta denuncia?
–Hay un protagonismo muy importante de medios de comunicación y redes que también producen información y producen toma de posición desde la hegemonía que implica este nuevo gobierno con ideas reduccionistas de un problema tan complejo. Dicen “bueno, al final pasa esto y había ministerio…” Yo tengo muy claro que la posibilidad de transformar esta humanidad y de poder plantear instancias de igualdad es un desafío que nosotras asumimos y tiene una complejidad muy grande, porque se trata de deconstruir una forma de vincularnos. El Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad es el único que se constituye a partir de una demanda militante y activista, y obviamente que cuatro años no alcanzan para resolver todos los problemas que involucran o que están atravesados por la violencia por motivos de género. Ahora, cuando yo escucho en esos programas “al final el ministerio no servía para nada porque, mirá los problemas que tenemos hasta el presidente”, están haciendo un reduccionismo, intentando quitarle complejidad al problema y traerlo a algo tipo causa y efecto. A mí me parece una pobreza de análisis total, pero entiendo que ese análisis tan pobre tiene un objetivo que es que no podamos discutir verdaderamente las cosas y que se dan explicaciones muy precarias para un problema que es estructurante de nuestros vínculos.
Ahora, toda esa discusión tiene que estar acompañada de información sobre el desmantelamiento de las políticas. Llevar lo poco que queda del ministerio al área de Justicia es un cambio de paradigma (o eso intentan) que es volver a poner como alguna vez estuvo la violencia por motivos de género como un tema de justicia y seguridad. Quitarle todo lo que tiene de social, cultural y político. Conceptualmente ellos hablan de violencias a secas, no especifican. Adorni lo ha dicho «hay violencias contra mujeres y contra varones», entonces no hay un recorte, un concepto que especifique que ahí esta problemática. Inclusive se vuelve a hablar de violencia intrafamiliar que es un retroceso de 30 años para nosotras. El laburo conceptual que hicimos también implica otras miradas, incorporar otras perspectivas y lo que hace este gobierno es un reduccionismo total que es de comunicación muy directa y no permite otro análisis. No permite discutir verdaderamente y con todo lo que implica la necesidad de contar con políticas públicas de género.
-¿Cómo creés que lo mira la sociedad?
– Me encuentro muchas incoherencias. Por un lado, la indignación de parte del gobierno y de algunos medios mientras desarman las políticas públicas, que son la herramienta para que mujeres y diversidades puedan salir de una situación de violencia. Con menos Estado presente van a aumentar los femicidios, van a aumentar las personas que mantienen un vínculo violento. O sea, siguen manteniendo una situación de vivir en un contexto de violencia porque no tienen ningún recurso para poder salir de ella.
Pienso especialmente en el programa Acompañar, el programa que más porcentaje de presupuesto del ministerio se llevaba y que implicaba seis meses de un salario mínimo, vital y móvil para las mujeres que necesitaran cortar con un vínculo violento. Implicaba un acompañamiento para el corto plazo, para la urgencia y que permitía reordenar desde dónde vivir, si había un tipo de emprendimiento como una instancia de salida. Hoy eso no está, con lo cual es claro que hay una cuestión de expresar una posición, pero con la responsabilidad que tiene este gobierno de generar condiciones de cuidado para la población o no generarlas, opta por no generarlas. Entonces, la desprotección es todavía mayor. Eso me parece una incoherencia. Y también en Alberto que venía con un discurso bancando las banderas del feminismo, acompañando esas instancias y después en el ámbito privado con esta situación. Eso me parece que es también parte de la de lo que implica problematizar de manera compleja lo que es la violencia por motivos de género.