La aprobación de la vacuna de Moderna para menores de 12 a 17 años, que hizo efectiva la Agencia Europea de Medicamentos (EMA), terminó de destrabar en tiempos más que satisfactorios para el gobierno nacional una etapa clave de la campaña de inmunización. Con casi 30 millones de vacunas ya aplicadas (de acuerdo al Monitor Público de Vacunación, 29.437.762 hasta la mañana de ayer) y más de la mitad de la población total ya inoculada con al menos una dosis, llega el turno de los adolescentes. En poco menos de tres semanas desde la firma del DNU que habilitó la llegada de las vacunas desarrolladas en EE UU, arribó al país la donación del gobierno de Joe Biden, la aprobación definitiva de la EMA, que a su turno replicará la Anmat, está en ciernes y pasado mañana, los ministros de Salud de Nación y las provincias decidirán cómo y cuándo comenzará a aplicarse la vacuna pediátrica.
Es una franja etaria muy importante para el control de la pandemia, en la que los cuadros de Covid, cuando se manifiestan, son leves, pero niños y niñas son, en línea con lo mucho que se discutió sobre la presencialidad escolar como factor de contagio, tan vectores del virus como los adultos. Y la ansiada inmunidad de rebaño no se alcanzará si no se integra a los menores en la población vacunada.
Según explicó ayer la ministra de Salud, Carla Vizzotti, el total de personas menores de 20 años fallecidas por Covid en la Argentina desde el inicio de la pandemia es muy bajo: 268 hasta la semana pasada. Y sin embargo, resulta crucial inmunizarlos. Desde luego, la prioridad es inocular al grupo de adolescentes que tiene factores de riesgo y patologías previas.
El total de los habitantes del país de entre 12 y 17 años es de aproximadamente 4,2 millones, y los que tiene algún tipo de factor de riesgo serían unos 900 mil. La vacunación con dos dosis de este grupo estaría prácticamente asegurada con las 3.500.000 dosis de Moderna donadas, cuya distribución a las provincias arranca esta semana. Los ministros y ministras discutirán, también, los grados de las comorbilidades que operarán como prioridad en la vacunación. La lista de factores de riesgo es, en principio, similar a la que se tuvo en cuenta para los adultos: enfermedades cardíacas, neurológicas, renales, respiratorias, obesidad, algunos tipos de discapacidad, pero la especificación de esas condiciones de vulnerabilidad ante el virus saldrá del cónclave del martes, a la luz de la experiencia internacional en la vacunación de menores.
La vacuna de Moderna picó de este modo en punta para la protección de los más chicos. La de Pfizer, largamente reclamada por medios corporativos y políticos de la oposición como parte de una formidable campaña de erosión, también utiliza la novedosa tecnología de ARN mensajero, pero sería hoy, a pesar de ya estar aprobada para menores por la FDA, la tercera opción en la Argentina. Más sencillo parece avanzar con la aprobación local del uso pediátrico de Sinopharm, que ya tiene un contrato con el país y que asegura un flujo importante de dosis, además de usar una tecnología más sencilla y, a priori, segura, común a otras vacunas del calendario obligatorio, en base a virus inactivados. Esa formulación ya está siendo utilizada en China para la franja de 3 a 17 años.
La otra opción es Sputnik. La operación de prensa alrededor del mail de la asesora presidencial Cecilia Nicolini a las autoridades del Instituto Gamaleya, reclamando el cumplimiento en tiempo y forma de la entrega de dosis desde Moscú, básicamente el componente 2, pareció marginar a la vacuna rusa de la fase pediátrica del plan. Pero lo cierto es que Gamaleya ya le puso fecha a la inoculación de menores en Rusia: el 20 de septiembre. Veinte días atrás comenzaron las pruebas con voluntarios de 12 a 17 años, y su aprobación de emergencia se produciría durante agosto. También Cuba inició estudios con niños y niñas de 3 a 18 años, pero si se normaliza el flujo de vacunas desde Moscú, Sputnik V vuelve a ser la alternativa más viable. «