Ante el rostro pétreo de su hermana Karina, Javier Milei le hizo un guiño al PRO durante la reunión que encabezó el viernes en el primer piso de Casa Rosada, mientras afuera la lluvia tapizaba la Plaza de Mayo a la hora del crepúsculo. «El año que viene tenemos que derrotar al kirchnerismo», fue la arenga escuchada por los legisladores que se animaron a sortear la línea discursiva impuesta por el Gobierno. El presidente buscó ponerse al frente de los temas legislativos, nueve meses después de asumir y sin la presencia de los titulares de las dos cámaras del Congreso. La vicepresidenta, Victoria Villarruel, y el presidente de Diputados, Martín Menem, pertenecen a su fuerza política y están en la línea sucesoria, pero no estuvieron en la reunión.
Según dijo Mauricio Macri el jueves en Entre Ríos, durante un encuentro de la Fundación Pensar, no sólo le prometió generosidad después de los últimos tironeos; también le recomendó que emparche las fallas parlamentarias personalmente. El viernes Milei le puso su estilo, habló de economía, se abrazó al veto contra la nueva movilidad jubilatoria que sancionó el Congreso y, como hacía Macri con nudos difíciles de resolver, lanzó una fuga hacia adelante sin ninguna definición concreta.
Hasta ahora la coordinación electoral con el PRO era un subproducto sobrevendido por el diputado José Luis Espert, para pelear las legislativas del año que viene en la Provincia de Buenos Aires y aglutinar el arco de ultraderecha contra el gobernador Axel Kicillof. El viernes Milei no entró en detalles ante sus interlocutores de La Libertad Avanza y el partido amarillo, pero se agarró de la misma estrategia. Lo hizo luego de echarle la culpa al kirchnerismo de las últimas derrotas sufridas en Diputados. Lo empuja la necesidad: el presidente sabe que el bloque de La Libertad Avanza está más «estallado» que los demás bloques aliados e incluso los opositores, pero tampoco tiene chances de forzar un interbloque en un momento donde su propia tropa no quiere quedar bajo las órdenes del PRO, conducido por Cristian Ritondo, o por Oscar Zago, que lideró el bloque oficialista hasta febrero, luego fue degradado y después dejó la bancada junto a dos colegas para construir el espacio Movimiento de Identidad y Desarrolllo.
Milei no dijo la palabra maldita. No hizo ninguna mención al interbloque, pero lanzó la zanahoria electoral del 2025, cuando sus propios interlocutores macristas ya saben que, en ese mismo primer piso de la Casa Rosada, se jactan de haberse quedado con la base electoral de Juntos por el Cambio y del PRO. Lo definen como un paso previo para sacarlos a ambos del mapa del 2025. Pero en el entorno del presidente, que hegemonizan Karina y el asesor estratega Santiago Caputo, tienen dos líneas de acción para el año que viene, aunque hasta ahora una era más importante que la otra. La que más sonó hasta ahora fue liquidar a Macri y al PRO. La que desempolvó Milei este viernes fue distinta porque se basa en la hipótesis más dura para el año que viene, es decir, que al gobierno ni a sus candidatos les sobre nada, tengan que postergar los ánimos exterminadores hacia el PRO y acepten negociar listas en común.
Hasta ahora es la idea que peor le cae a Karina y también a Santiago. La secretaria general de la Presidencia está a cargo del armado federal de La Libertad Avanza junto a Menem y, hasta ahora, Caputo aseguraba en privado que no le iban a aflojar ni un tranco de pollo al PRO. Le han escuchado decir que la lapicera no se negociaba y que los aspirantes macristas debían esperar al calor del pronunciadísimo segundo plano que tienen en las mediciones públicas. En las privadas también, aunque algunas encuestas que no han trepado a los medios, reflejan que el gobierno perdió entre siete y nueve puntos durante los últimos dos meses, pero frente a una oposición que no capitaliza la caída. La denuncia por violencia de género que presentó ante la Justicia la exprimera dama Fabiola Yáñez contra su expareja, el expresidente Alberto Fernández, no dañó por ahora el nucleo duro del panperonismo, pero le ató las manos para comenzar a contener a los malheridos de este proceso. Nadie conduce el descontento político y social, pero la desazón aumenta por los errores propios del gobierno con un nuevo acelerador. La interna sin control del oficialismo en Diputados y la tensión creciente entre Milei y su vicepresidenta, Victoria Villarruel, impacta pésimo en el electorado de LLA porque «quedan cada vez más como la casta elitista que prometieron combatir en las elecciones».
Las debilidades políticas propias que originan las peleas internas y la corrosión en las encuestas comenzaron a dejar en segundo plano al cálculo más optimista que tenía Milei. Quizás no sea tan fácil barrer con el PRO y desnudarlo en provincia y Ciudad de Buenos Aires para 2025. Era el cálculo de un oficialismo embriagado por la imagen positiva en las encuestas y la ausencia de una evaluación precisa sobre las consecuencias del ajuste. Algunos asistentes a la reunión del viernes siguen pensando que Milei no termina de comprender hasta dónde puede perjudicarlo la ausencia de una agenda positiva de gestión. El presidente habló de la economía, reconoció que «mucha gente la estaba pasando mal», admitió la compleja situación, pero también dijo que no se puede tirar todo por la borda por la reforma jubilatoria que aprobó el Congreso. Así justificó el veto que oficializó este sábado y abrirá una nueva pulseada con la oposición aliada que se diferenció del PRO. En ambas cámaras, radicales y partidos provinciales se animaron a votar junto al panperonismo y sortear una de las certezas que tenía Milei, hasta entonces seguro de que no habría una articulación de sus aliados dadores de cuórum con el kirchnerismo que promete combatir. La nueva actualización previsional fue aprobada con dos tercios en Diputados y la misma proporción en el Senado. Son precisamente los dos números que necesitan ambas cámaras para insistir con una ley sancionada por el Congreso que el presidente vetó.
La reunión del viernes apuntó a calmar ánimos y sumar voluntades con un objetivo táctico inicial: evitar la reeedición de los dos tercios en el debate jubilatorio que se viene. Si se cristalizan otra vez, podrían ponerlo ante una pulseada judicial que podría perder amargamente en la Corte Suprema de Justicia.
El giro que lanzó Milei para explorar una coincidencia electoral en 2025 con el PRO no entusiasmó a nadie, pero forma parte de los diálogos que mantuvo con Macri después del durísimo revés sufrido hace dos semanas, cuando la oposición ya tenía los votos para rechazar el DNU 656/24 que le otorgó 100.000 millones de pesos a la SIDE para gastos reservados. Algunos diputados del PRO se animaron a dar cuórum y 20 de los 37 votaron a favor de rechazarlo, luego de una reunión virtual con Macri, que les pidió que no respaldaran a Milei ni a Caputo en esa aventura. No fue la línea que Ritondo había bajado 24 horas antes, cuando todavía no se había ido de viaje. El jefe de la bancada del PRO no estuvo en esa sesión negra para el oficialismo. Ahora hace equilibrio entre la relación con Milei, la rosca del interbloque que armó con Zago y el sabor amargo que le dejó la reunión del viernes después de escuchar al presidente.
«Ni tan pronto, ni tan lejos porque nadie se sube. El timing de la apertura con el PRO tiene que ser en el momento justo», vaticinó un experimentado observador del macrismo que dialoga mucho con el gobierno. Le pasó a Macri cuando buscó ampliar en 2018 y ya era tarde porque la sombra del pacto con el FMI le había roto los planes y dicen que Caputo aprendió de esa experiencia, cuando cortó antes, furioso por el exceso de «gradualismo» del entonces presidente.
A pesar de la corrosión por el ajuste, Milei les aseguró a los invitados del viernes que se viene «la recuperación». Es lo mismo que sostienen los voceros oficiales, pero quedan entrampados en la ausencia de datos, la sobreventa de expectativas y las dificultades para justificar el veto al aumento de las jubilaciones. El tema afecta menos a LLA que al PRO, pero en el partido amarillo la pulseada es preocupante porque empobrece y perjudica a los votantes adultos mayores que, en su mayoría, habían optado en las últimas elecciones por JxC, es decir, por Patricia Bullrich.
La debilidad parlamentaria de Milei tendrá exámenes determinantes antes de fin de año. Decidió sumar la pulseada jubilatoria, pero en dos semanas deberá presentar el Presupuesto 2025 y cuando se conozca la dimensión del déficit cero los porotos podrían endurecerse. La coyuntura parlamentaria ensombrece la competitividad electoral que reivindica el gobierno durante un año sin elecciones. En territorio bonaerense la presencia de JxC bordea los diez puntos y, en la Ciudad, la gestión de Jorge Macri como alcalde no repunta y la percepción electoral está abajo de los 20 puntos. Son los bordes de un Mauricio Macri atrapado, que consolida una imagen positiva de 25 puntos, aunque sabe que no ha perdido su capacidad de hacer perder a un competidor. La contorsión para condicionar a Milei también le generó costos porque cuando defendió el veto presidencial desautorizó a sus propios senadores que habían votado la ley previsional. «No tenía idea de lo que pasaba en el Senado. Por eso tuvo que aclarar», contó un legislador que no salía de su asombro por «los malos consejos» que le endilga a su reducido entorno, hegemonizado por el exsecretario de la presidencia, Fernando De Andreis.
Por ahora no tiene candidato y sigue esperando que Milei le ponga fecha a la coordinación que le prometió. Ahora armó una mesa chica ampliada que funciona desde el martes. A Karina y Caputo se le sumaron Menem, el vocero Manuel Adorni, la ministra Bullrich y el jefe de Gabinete Guillermo Francos, que también estuvo este viernes. «Es una operación gestual sin sustancia política, por eso cuesta creerles que ahora va a funcionar», lamentó otro macrista, mientras anticipa que la pulseada por las jubilaciones podría volver a desnudar la división que tiene el bloque del PRO, mientras Ritondo mira de lejos. A diferencia de Menem, que habría elegido viajar como muestra de desacuerdo, el titular del bloque macrista escuchó, sugirió ampliar porque los números son exiguos, y se fue con su amigo Zago. Detrás de ellos salieron los legisladores de LLA, que no logran salir de las peleas internas, como preludio de nuevas expulsiones. También partieron los pocos senadores que asistieron, liderados por el presidente provisional Bartolomé Abdala. Todavía no resuelven sus internas, se desconfían entre sí, como les pasa a sus vecinos diputados del mismo espacio y no encuentran una solución ante el empeoramiento del vínculo entre Milei y Villarruel.