Después de sufrir un fuerte revés en el Congreso, esta semana Javier Milei abandonó el estilo delegativo que le imprimió a su presidencia y, como nunca antes, se metió de lleno en la construcción política de su gobierno. El presidente, quien hace gala de su desprecio al noble arte, comprendió -a los golpes- la necesidad de involucrarse en las negociaciones para reducir al mínimo los errores no forzados. Aunque la lección llegó tarde, en un sentido homenaje a quien supo ser su rival electoral, el gobierno se dio cuenta de que no le entra un quilombo más.

Este viernes, en medio de los reclamos de Mauricio Macri por dinamizar la gestión, Milei encabezó un encuentro con legisladores propios, a los que se sumaron algunos del PRO -encabezados por Cristian Ritondo- y Oscar Zago, del MID. Durante la reunión que se extendió por más de una hora, el libertario les explicó de primera mano a los diputados el porqué de su decisión de vetar el aumento jubilatorio. Según detalló el mandatario en el lluvioso encuentro vespertino, la aplicación de esta ley traería consecuencias macroeconómicas en su plan económico e imprimiría un déficit de entre 1,2 y 1,8% del PBI a las cuentas fiscales del Ejecutivo, una medalla que el gobierno no está dispuesto a perder.

Los aliados, fascinados con la idea de ser recibidos en primera persona por el presidente, apoyaron sin rodeos la medida que será publicada este lunes en el Boletín Oficial. El libertario, dicen desde su entorno, se sintió cómodo en su nuevo rol de articulador y adelantan que será un papel que empezará a adoptar con cada vez más frecuencia. La decisión, manifiestan, se da por la necesidad de evitar nuevos conflictos internos que empantanen la administración.

Todas las semanas, religiosamente, el presidente reúne a su gabinete en Casa Rosada por más de dos horas para dialogar sobre el funcionamiento de la gestión, los errores de turno, y los próximos pasos en la agenda ministerial. Este martes, sin embargo, el cónclave fue cancelado a último momento. La justificación oficial alegó “problemas de agenda”, con las cámaras apagadas las versiones cambian.

Casi a la misma hora que inicia la cumbre ministerial oficial, el presidente inauguró una reunión «blue» con sus funcionarios más cercanos. La intención, según pudo saber este diario, es conformar una mesa de gobierno aún más chica, que le permita al oficialismo prever y evitar nuevos traspiés en todos los niveles de la gestión. El contundente cambio de rumbo llega luego de las tres derrotas al hilo que sufrió el gobierno en el Congreso y los escándalos que aún abundan en los bloques parlamentarios de La Libertad Avanza, a pesar de la salida de la diputada Lourdes Arrieta y del senador Francisco Paoltroni.

Como ya contó este medio, los pesos pesados del oficialismo entienden indispensable frenar la hemorragia interna que empieza a desgastar cada vez más la figura del líder libertario. Aunque aferrados a los altos márgenes de imagen positiva que todavía conserva Milei, a pesar de las consecuencias de su plan motosierra, la deficiencia y falta de expertise política empieza a hacer mella en una gestión sin mayores triunfos y sostenida por una fantasiosa baja inflacionaria.

De la reunión «blue» participaron la secretaria general, Karina Milei, el asesor estrella, Santiago Caputo, el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, el presidente de la Cámara de Diputados, Martín Menem, el vocero presidencial, Manuel Adorni, y la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich. La selección, por supuesto, no fue casual. Todos los agentes forman parte fundamental del engranaje libertario y demostraron su lealtad en más de una ocasión a Milei, condición indispensable para ganarse el respeto del primer mandatario y, por sobre todo, de su entorno.

Del encuentro no se conocieron pormenores. Así lo pidieron con énfasis el presidente y su triángulo de hierro –Karina y Santigo–, quienes desde hace semanas sospechan de la existencia de un “topo” dentro del gabinete. La mesa tripartita de la gestión libertaria tiene particular interés en saber quién es el delator y para ello puso en marcha una serie de cambios en la comunicación gubernamental para intentar dar con el –o la– funcionario con afinidad por la habladuría de pasillo.

Si bien las sospechas aún no están confirmadas, los focos apuntan a una sola figura. Según deslizaron a Tiempo fuentes cercanas a Santiago Caputo, el asesor cree que la responsable de las filtraciones a la prensa es la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello. El pálpito lo arrastra desde su viaje al sur hace dos semanas. En aquel momento, según pudo reconstruir este medio, el asesor habría dejado correr tres versiones distintas sobre su destino vacacional, una vieja táctica bélica que le permitió conocer el origen de la filtración.

La pésima relación que mantienen los amigos del presidente se arrastra desde hace meses. Para Caputo, el lugar que ocupa la ministra no sólo le quedó grande sino que además alberga la mayor cantidad de fusibles que podrían hacer volar por los aires la tambaleante estabilidad del gobierno. Por su parte, Pettovello reclamó en más de una ocasión al presidente la falta de apoyo por parte del asesor y su entorno. Milei anotó, pero no aportó soluciones.

El que sí se presentó a contener a la inexperta ministra fue Mauricio Macri, quien abrió un canal de diálogo directo con la licenciada en Ciencias para la Familia y le ofreció su ayuda para sobrellevar la gestión del sobredimensionado ministerio. El particular interés del boquense por cooperar con Pettovello genera sospechas en el primer piso de Casa Rosada, desde donde deslizan que la espontánea bondad del ingeniero no es más que una camuflada jugada para “limar” a Caputo desde adentro.

Con este escenario de absoluta fragilidad en el círculo íntimo libertario, el presidente decidió tomar las riendas políticas de su gobierno, un consejo que el propio Macri ya le había dado en una de sus tantas cenas en Olivos. De esta forma, y con la decisión de dar un golpe de timón, Milei dispuso que las reuniones de gabinete se realicen los jueves y dejar los martes como día oficial de encuentro de la mesa chica. «