Todavía golpeados por el coletazo de la salida de Rodolfo Barra, este lunes Javier Milei y Santiago Caputo recibirán al jurista Ricardo Rojas para ofrecerle formalmente el cargo de procurador general del Tesoro. La cumbre tendrá lugar en Casa Rosada y será la primera de una serie de recambios en las esferas de las secretarías técnicas que los cerebros de la gestión libertaria tienen planeado ejecutar para airear a una gestión que deberá enfrentar su primer año electoral en ejercicio del poder.

Abrazados al mantra esperanzador “año nuevo, vida nueva”, la mesa chica del gobierno se prepara para firmar las salidas de un puñado de funcionarios técnicos que, al parecer, no funcionan. “Queremos que estos lugares estén ocupados por personas 100% orgánicas a Javier”, explicó a Tiempo uno de los encargados de diagramar los pasos venideros de la administración libertaria.

En rigor, en el oficialismo saben que la imposibilidad manifiesta para completar con cuadros propios cada uno de los ravioles del Estado al inicio de la gestión fue un error que les costará más que algunas lágrimas. La falta de nombres obligó al entonces neonato mileismo a ceder segundas y terceras líneas a figuras que, al día de hoy, ya no forman parte del mapa del Estado, un desacierto que están pagando con escándalos autogenerados. El propio Barra fue acercado por el exjefe de gabinete, Nicolás Posse, quien fue eyectado en mayo del año pasado en medio de versiones de espionaje interno y que arrastró con él al entonces jefe de la AFI, Silvestre Sívori.

Es por este escenario que en esta nueva etapa los encargados de satisfacer los deseos del presidente se enfocarán en armar el rompecabezas del poder a su imagen y semejanza, con la única condición de siempre: ser fiel a las ideas del libertario.

La lista de fichajes ya está armada. Los nombres de los abogados Santiago Castro Videla y Carlos Laplacette se pusieron sobre la mesa en las últimas horas del viernes como posibles reemplazantes de Barra, a pesar de que el presidente ya había hecho saber su preferencia por Rojas. Sin embargo, lejos de descartarlos, en el Salón Martín Fierro de Balcarce 50 deciden tener cerca sus legajos para sumarlos a la gestión en áreas técnicas con las que Milei no termina de estar por completo satisfecho.

“Hay muchas desprolijidades que no nos gustan”, dijo ante este medio un cercano del libertario. Para esta misma fuente, muchas de las secretarías que deberían funcionar casi de manera automática no terminan de alinearse a las directrices del primer mandatario, forzando a que su gestión tome un rumbo diametralmente opuesto al que Milei pretende encabezar. Aunque todavía no tienen fechas concretas para estos recambios, en el gobierno creen que todo confluirá en cuestión de semanas.

El último gran protagonista de los desencuentros en la gestión fue Barra. El funcionario terminó de caer en desgracia en el momento que instruyó a su segundo en la línea sucesoria, Marcos Serrano, a que firmara una resolución que benefició a una de las trabajadoras despedidas de la Asociación de Concesionarios de Automotores de la República Argentina (ACARA), que litigó contra el gobierno por incumplir el pago del incentivo salarial que la entonces entidad entregaba a sus empleados. “Es ilógico que un funcionario resuelva a contramano de lo que piensa el presidente”, se le escuchó decir ofuscado a un ladero del libertario por esas tensas horas.

El lugar de residencia del exfuncionario, en tanto, fue determinante para definir su salida. Según registros oficiales, el exministro de la Corte pasó gran parte del año pasado viviendo entre España y Uruguay, un impedimento legal para ejecutar sus funciones y, en concreto, firmar resoluciones claves para el gobierno. “Estuvo el 40% del año fuera del país”, dijo a regañadientes la misma fuente.

Por caso, el extitular de la Unidad de Información Financiera, Ignacio Yacobucci, tuvo el mismo castigo que su compañero de gestión. Hace apenas dos semanas el abogado fue obligado a dejar su cargo en medio de cuestionamientos por su gestión al frente del organismo y su abultada lista de viajes al exterior. Es que para Javier Milei sus funcionarios deben estar alineados a la orden de austeridad que él mismo impuso para su gestión económica, por eso entendió que la salida de Barra no tenía vuelta atrás.

Según pudo reconstruir este medio, el presidente se enteró de todo el conflicto mientras todavía se encontraba en el exterior culminando su gira por Estados Unidos y Suiza. El encargado de comunicarle las nuevas malas fue el propio Santiago Caputo que, en un llamativo rol conciliador, le propuso al mayor de los Milei recibir personalmente al entonces Procurador para que dé explicaciones en persona y así, con más calma, definir el futuro del mismo.

No prosperó. Del otro lado del teléfono, desde el helado aeropuerto de Suiza, Milei sacó a relucir su intransigencia y le pidió a su asesor más fiel que le hiciera saber a Barra que lo quería desocupando su escritorio ese mismo viernes. “Irreproducible”, simplificó un tercero al tanto de la conversación entre los miembros del Triángulo de Hierro sobre las palabras del presidente al enterarse de los detalles del caso.

Horas más tarde, el ahora exprocurador presentó su carta de renuncia indeclinable al jefe de gabinete, Guillermo Francos. A pesar de la desprolijidad de su salida, que comenzó a gestarse desde el momento que la mesa chica libertaria diera a conocer su descontento con la resolución, Barra le envió al presidente sus “votos por el éxito del Gobierno en esta tan especial etapa en la historia de nuestro país” a la que, al parecer, no supo cómo acompañar. «