Metal Lords llegó a Netflix para imprimir toda la energía del heavy metal al universo de películas musicales sobre outsiders. La nueva creación del guionista D.B. Weiss, uno de los responsables detrás de la historia de Game of Thrones, es una lograda comedia joven con la música pesada funcionando como nexo para superar complejos y angustias existenciales.
Dirigida por Peter Sollet, la trama es bien directa desde el principio. Kevin (interpretado por Jaeden Martell) y Hunter (Adrian Greensmith) son dos adolescentes que forman una banda de heavy metal para presentarse en una batalla de grupos de su colegio secundario, un lugar donde ambos sufren acoso por no encajar entre los “populares”.
En ese marco, lo que resalta es el sueño de Hunter, un pibe que encarna todos y cada uno de los clichés del metalero, de convertirse en una estrella dedicada 100 % al rock. Y como contracara tenemos a Kevin, un chico tranquilo que aprendió a tocar la batería por el sólo hecho de estar junto a su amigo de la secundaria. Muy pronto los dos tendrán que solucionar los problemas que su propia banda les genera, y la necesidad de encontrar un bajista para completar la formación de trío se vuelve toda una cuestión urgente por resolver.
Quien viene a mediar entre estos dos metal kids es la otra protagonista de la historia. Se trata de la actriz Isis Hansworth, quien le da vida a Emily, una adolescente que toca el violonchelo y que se convertirá en un puente entre la personalidad fuerte de Hunter y el carácter siempre tímido de Kevin.
Teniendo en cuenta que la calificación es para mayores de 16 años, la película puede ser también la entrada de millones de chicos al sonido y el mundo de los riffs pesados y la teatralidad que siempre acompaña al heavy metal. Puede decirse sin miedo que Metal Lords tiene una trama soft, cargada de una inocencia notoria, inclusive, pero que de todas formas termina siendo igual de atrayente por sus aristas sociales, sobre todo cuando emergen temas como el sexo adolescente y el bullying escolar, algo que muy meritorio del guión y una de las situaciones más comunes que los adolescentes deben enfrentar.
Por otro lado, la comedia también tiene esa inefable simbología del género musical al que alude. Posters, remeras y canciones serán un gran imán para los metaleros de siempre. A ellos habrá que advertirles que esta es una comedia de adolescentes pensada para el mundo Netflix, pero que igual pueden pasar un buen rato.
Los diálogos también son un fuerte, además de las apariciones de músicos célebres del metal como Scott Ian (Anthrax), Rob Halford (Judas Priest), Tom Morello (Rage Against The Machine) y Kirk Hammett (Metallica), todos haciendo cameos en los que predican las bondades de ser leal a un género que siempre levanta la bandera de la autenticidad.
Metal Lords funciona como una puerta de acceso para que muchas bandas clásicas e icónicas del género puedan ser conocidas por otras generaciones. Así entonces y con todas las armas de una comedia, la película entretiene, nunca pesan sus más de 90 minutos y a la vez ofrece verdaderos homenajes a leyendas vivas de la música pesada. Seguramente los más puristas del género tendrán sus reservas, pero tampoco se puede conformar a todo el mundo. Y mucho menos cuando se trata de heavy metal.
Metal Lords
Dirección: Peter Sollett. Guión: D.B Weiss. Con Jaeden Martell, Isis Hainsworth y Adrian Greensmith. Disponible en Netflix