Para los estándares alemanes, las elecciones del domingo fueron un verdadero terremoto: la mal llamada Alternativa para Alemania (AfD, ultraderecha) logró duplicar su resultado de 2021 y se convirtió en la segunda fuerza política del parlamento federal, con 20,8% de los votos. La derecha tradicional con su candidato Friedrich Merz consiguió apenas una victoria pírrica con 28,5%. Los socialdemócratas liderados por el canciller Olaf Scholz sacaron 16,4 %, cosechando su peor derrota desde ¡1887! Los Verdes, progresistas en lo socioambiental pero más belicistas que todos, también perdieron con 11,6% – aunque menos que sus ex-socios de la “coalición del progreso“ (SPD/Verdes/FDP).

Christian Lindner, el ex-ministro de finanzas ultraliberal, hundió a su propio partido (4,3%): saboteó el gobierno anterior desde adentro con una política de hiperausteridad y fue demitido por Scholz lo que provocó que las elecciones fueran adelantadas. Lindner erá recordado por su frase “tenemos que atrevernos a un poquito más de Milei y de Musk“. Sahra Wagenknecht, esperanza fugaz de una izquierda muy desorientada, también se quedó debajo del umbral que permite una presencia en el Bundestag, aunque con mucho sufrimiento: su muy original Alianza Sahra Wagenknecht (BSW), socialliberal, pacifista y anti-migrantes, sacó el 4,972% y lloró los 13.000 votos que le faltaron. Finalmente, die Linke (La Izquierda), ya sin Sahra, fue la sensación de la jornada. Con 8,8% el partido casi triplicó la cifra que las encuestas le dieron hace dos meses.

El hecho más preocupante es el auge de la extrema derecha. La AfD, declarada por las autoridades alemanas como “parcialmente hostil a la constitución“, pertenece al sector más “facho“ de la ultraderecha europea. Hasta Georgia Meloni o los franceses lepenistas tomaron sus distancias, a diferencia de Elon Musk: el hombre más rico del mundo trasmitió por X una charla con Alicia Weidel. “Hitler era comunista“, sentenció Weidel, la candidata a canciller de la AfD.

La cara ya mundialmente famosa del neofascismo alemán es una contradicción ambulante: igual que Merz, nació en Alemania Occidental y tiene amplia experiencia profesional en los mercados financieros. Weidel es lesbiana y vive con su esposa de origen esrilanqués y sus dos hijos en Suiza. Se sentía visiblemente incómoda cuando le preguntaban en la televisión sobre su estilo de vida y el programa de su partido que pregona todo lo opuesto.

Sobre todo en el territorio de la extinta RDA (República Democrática Alemana) la ultraderecha se fortaleció como nunca, llegando a votaciones de más de 40% en mucha regiones rurales. Estos resultados son un verdadero desastre – consecuencia, entre otras, del estalinismo soft de la RDA con su antifascismo decretado, entre otras. También son las secuelas más dramáticas de la unificación alemana a partir de 1990 que nunca se materializó en pie de igualdad. La verdadera anexión y colonización por los “Wessis” (occidentales) que siguen ocupando muchísimos cargos de poder crearon resentimientos profundos. Angela Merkel, la eterna rival de Merz en la CDU (Unión Cristianodemócrata) con posiciones mucho más progresistas, fue la excepción más notable a esta norma.

Todo indica que Friedrich Merz, un antiguo alto ejecutivo de Blackrock, será el próximo canciller alemán. A la vez es un político democrático que reaccionó a la confesión ultra de Lindner diciendo que Javier Milei “está arruinando el país, realmente está pisando a la gente”. Formará una coalición con el SPD (Partido Socialdemócrata de Alemania). Aspira a que las negociaciones sean concluidas en Semana Santa. Sin embargo, muchos alemanes siguen dudando de que tenga “formato de canciller”, ya que es muy impulsivo y además comete errores estratégicos.

Esta semana se conoció que había preparado 551 preguntas para el gobierno actual sobre las activides de algunas ONGs que reciben apoyo estatal y que también han convocado a las manifestaciones antifascistas de la últimas semanas. Se trata de organizaciones tan “radicales” como Abuelas contra la Derecha, Attac o Greenpeace. Este ataque no muy velado a la llamada sociedad civil crispa todavía más el ambiente actual y fue el primer autogol de Merz después de las elecciones.

Sin embargo, lo que más lo perjudicó fueron las votaciones en el Bundestag hace un mes donde los conservadores (incluídos la Unión Cristianosocial CSU, de Baviera) aceptaron dos veces el apoyo de la ultraderecha, algo inédito desde 1949. La AfD ha hecho de los ataques a los migrantes su principal caballo de batalla, arrinconando el llamado centro democrático y fortaleciéndose al mismo tiempo. Merz cayó en la trampa, ignoró su promesa de mantener el muro de conteción hacia los ultras y quiso hacer pasar un endurecimiento de la política migratoria. Provocó una amplia ola de resistencia antifascista y también se convirtió en el principal promotor de die Linke.

Heidi Reichinnek reaccionó en el parlamento con discurso de tres minutos que se volvió viral. Es este momento, la mujer que nació en la RDA hace 36 años parecía una versión actualizada de Rosa Luxemburgo cuya imagen lleva tatuada en su antebrazo izquierdo. Con el sereno co-jefe hamburgués Jan van Aken y otros referentes, la “reina TikTok roja” formó un equipo dinámico. El popular Gregor Gysi, inaugurará, a sus 77 años, el próximo Bundestag por ser el parlamentario con mayor experiencia. En 1989 él había ayudado a transformar el partido de estado de la RDA al Partido del Socialismo Democrático, precursor de die Linke. Ésta tambíen triunfó por el trabajo de hormiguita llevado a cabo en muchos distritos urbanos por sus militantes jóvenes, con un enfoque en temas sociales. Por primera vez en su historia, la Izquierda ganó la mayoría relativa en seis circunscripciones y fue la fuerza más votada entre los jóvenes hasta 25 años.

En una Europa con múltiples desafíos, una agotada socialdemocracia se prepara de nuevo a formar una coalición con Friedrich Merz. Pasar a la oposición le habría facilitado un proceso de renovación al que sí tendrán derecho los Verdes.