Varias de las «políticas sociales» que lleva adelante la Ciudad de Buenos Aires tienen un eje en común: omitir la premisa “nadie se salva solo”. Una filosofía de vida que suscribió el pedagogo brasileño Paulo Freire y que fue pronunciada por el papa Francisco en varios de sus discursos.
En los últimos días, el Gobierno porteño lanzó una “membresía exclusiva” para personas calificadas como Referentes Ambientales. Quienes sean galardonados con esta Membresía, podrán acceder a descuentos en shows y actividades ambientales, productos de huerta y plantas nativas, bicicleterías, y muchos beneficios más.

De acuerdo a la información oficial cada referente es el nexo principal con el Programa Escuelas Verdes, desde donde “ofrecemos espacios de formación, capacitación y recursos pedagógicos y acompañamiento para nutrir su trabajo en cada escuela”, destacan desde la administración porteña.
“En principio esto que anuncian no estaría mal si uno lo tomara de una manera más o menos superficial. Digo esto porque parece premiar la iniciativa individual para promover ciertas acciones de educación ambiental y no la política integral, holística, especificada para cada nivel educativo en el que el Ministerio de Educación desarrolle esa promoción de la conciencia ambiental”, analizó en diálogo con Tiempo Fabio Márquez, licenciado en Diseño del Paisaje y Director de proyectos de la Asociación Cultura Abasto, un organismo que trabaja sobre temas urbanos de la Ciudad de Buenos Aires.
Según el GCBA, el referente ambiental es un miembro de la escuela y es el principal promotor de proyectos y acciones que promueven la generación de hábitos amigables con el ambiente y que nutren el camino para ser una escuela verde, comprometida con la educación ambiental.
“Estos son instrumentos necesarios para construir ciudadanía desde la perspectiva ambiental, pero sin que sea una acción que dependa de individualidades que voluntariamente lo impulsen como si fuera una ONG, como si estuvieran premiando acciones individuales y no que se promueva una política pública generalizada, porque termina siendo fragmentada, no es inclusiva y además estimula lo individualista en vez de lo comunitario. Premia el trabajo individual por sobre el colectivo”, agregó Márquez.
Las Escuelas Verdes en una Ciudad gris
Quienes viven en CABA rodeados de torres y plazas con gran cantidad de parcelas de cemento, miran con asombro cuando la Ciudad de Buenos Aires reconoce el trabajo de establecimientos educativos en materia ambiental.
Una distinción que otorga el Programa Escuelas Verdes del Ministerio de Educación porteño, a las instituciones educativas que desarrollan estrategias, actividades y experiencias que contribuyen a construir una ciudadanía más responsable con el ambiente.
“Se basa en un esquema voluntario de reconocimiento como Escuela Verde a partir de la autogestión en la incorporación de contenidos, prácticas y estrategias pedagógicas que promuevan la educación ambiental. Esta propuesta está destinada a todas las escuelas de gestión estatal y privada, de todos los niveles (inicial, primario, secundario) de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires”, destacan desde el gobierno local.
Márquez, recuerda que hace mucho tiempo que el Ministerio de Educación no despliega la calidad y cantidad de recursos para construir una política educativa ambiental como correspondería.
“Es casi que lo hace de modo testimonial y de manera bastante segregada. Así que este reconocimiento a referentes Ambientales es una pantalla en la cual parece más una acción de greenwashing, hago ver como que me importan las políticas ambientales, pero en realidad lo que me está mostrando es un déficit, del que toda esa celebración, premios y distinciones a estos referentes ambientales es escenografía pura”, concluye el especialista.