El presidente loco de la motosierra volvió al país, las noticias hablan de drones asesinos en una posible guerra mundial y el cielo se cae a pedazos en la noche desamparada del domingo. Cuenta regresiva para la extinción. Dave Mustaine viene del futuro. Dice que es horrible.
El rey león del thrash anda suelto una vez más por estas pampas. Nueva visita de Megadeth a Buenos Aires, y van… Presentan The Sick, the Dying… and the Dead! (2022), su disco ¡número 16!, parido durante la miserable pandemia. Su primera visita fue hace 30 años, durante los años dulces de pizza, champán y cocaína del amargo menemato. Fue la génesis de un tórrido amor metalero. Obras Sanitarias terminó en llamas ese diciembre, ¿se acuerdan? La chispa que encendió el coro sempiterno que llega al presente: “Megadeth, Megadeth, aguante Megadeth”. Infierno encantador.
La fila frente al Movistar Arena es una serpiente emplumada pasada por agua. Una legión de desquiciados, ataviados de estricta etiqueta negra y tachas, es devorada por la boca del coqueto estadio porteño. Veteranos pesados que peinan canas, familias metálicas, pibites de la nueva escuela heavy. “Sold out”, no cabe un alfiler, pese a lo saladita que está la entrada: promedia los 70 mil devaluados pesos. “Ni me hables, tuve que romper el chanchito. Pero no se duda, es el ‘Colorado’, lo quiero más que a mi vieja”, contiene las lágrimas en el campo delantero un grandote sensible que tiene tatuado en el pecho la máxima de Slayer “Dios nos odia a todos”.
Nueve y monedas se apagan las luces. Sin demasiados preámbulos sale la filarmónica del Colorado a escena. Hagan cuernitos y tomen una bocanada postrera de aire fresco. Se desatan entonces las sinfonías de la destrucción.
La aplanadora Megadeth
Megadeth enciende el motor con “The Sick, the Dying… and the Dead!” y “Dread and the Fugitive Mind”. Tan de repente llega “Angry Again”, primer hit de la velada, salido de la banda de sonido de El último gran héroe, y casi que podés ver a Arnold Schwarzenegger esquivando balas y chocando en el pogo.
Con “Skin o’ My Teeth” comienza una batalla cuerpo a cuerpo en Villa Crespo. Hay codazos, mosh y revoleo de cabezas a un ritmo demencial. ¡Ojo con ese mastodonte con remera de Exodus que viene de frente! Cuando explota “Hangar 18”, de esa perla negra titulada Rust in Peace (1990), el choque de humanidades es furibundo, colérico, pero también noble y leal. Incluso feliz.
Sigue la masacre con una metralla cargada de clásicos de clásicos de la era clásica de los californianos. “In My Darkest Hour”, la esquizofrénica “Sweating Bullets” con el frontman endemoniado, “Trust”, bajar un cambio con “A Tout le Monde” y bailar como marionetas al ritmo de “Symphony Of Destruction”. “La paz vende, ¿pero quién la compra?”. Suena demasiado actual la belicosa “Peace Sells”, con el calavera Vic Rattlehead y Mustaine dibujando la “V” con sus dedos sobre el escenario.
Con el cuerpo en llamas, quemado como por napalm te das cuenta que Megadeth nunca defrauda. Te pueden defraudar los políticos, tus amigos, tus novies, pero nunca el Colorado y sus escuderos. Mustaine presenta a sus compañeros antes del grand finale: dedos virtuosos Teemu Mäntysaari en guitarra, el pulpo Dirk Verbeuren dándole duro y parejo a los bombos y el rubio James “JLo” LoMenzo en el bajo. Brigada metálica.
La tercera guerra mundial puede empezar tranquila cuando suena “Holy Wars” en Villa Crespo. Mustaine le saca chispas a su Flying V tuneada con la celeste y blanca argentina. Un riff asesino que demuele Buenos Aires. Megadeth deja el escenario destrozado y desde los parlantes suena “My Way” interpretada por los Sex Pistols. Vaya tranquilo, Colorado, nada de qué arrepentirse, lo hizo como siempre. A su manera.
No hay dos sin tres
El ritual thrashero se repite este martes 16 de abril. Luego de las dos fechas del fin de semana, Megadeth se despide de Argentina en el Movistar Arena, a las 21 horas.