“¡Si no nos cansamos de nuestras familias en los cinco meses de cuarentena, no nos vamos a aburrir acá!”, dice, entre risas, Eugenia Trinchinetti, mediocampista de Las Leonas. “Acá”: el hotel Zentiva de Pinamar, donde 28 jugadoras de la selección femenina de hockey, más once integrantes del cuerpo técnico y el staff, llevan dos semanas de pretemporada bajo un estricto protocolo, al que llaman “burbuja”. “El único recorrido que hacemos es del hotel a la cancha o del hotel al gimnasio. Siempre con las mismas dos combis, con los mismos choferes que ya están hisopados. Nos cuidamos mucho, no salimos ni a comprar un paquete de yerba. Vinimos a entrenar, tenemos muy en claro la situación difícil que vive todo el mundo. Queremos tener la preparación de cara a los Juegos y no podemos regalar nada para seguir entrenando y viajando cuando haga falta”, explica la delantera María José Granatto. Tokio 2021 está a la vuelta de la esquina.
Después de casi 100 días de aislamiento estricto, Las Leonas retomaron los entrenamientos el 18 de junio en el Cenard. En la cabeza del entrenador Carlos «Chapa» Retegui ya estaba la idea de trasladar a todo el equipo a algún lugar del interior del país, donde no hubiera circulación del virus Covid-19 y así realizar una pretemporada. Con entrenamientos en la playa, en el bosque pinamarense, en el gimnasio y en una cancha de hockey pista, llevan adelante una concentración particular, a tono con el contexto global por la pandemia.
“Es muy distinta a cualquier pretemporada anterior, más allá de los cuidados, porque Pinamar no tiene cancha de agua. Nosotras estamos acostumbradas a entrenar en esa superficie. Hacemos hockey pista, que nos permite hacer énfasis en cosas técnicas que por ahí en la cancha grande no la tenemos. Y también tenemos mucho trabajo físico, con cosas que se salen del libreto, como correr por los médanos o meterle al crossfit. Se hace llevadero”, cuenta Granatto, de 25 años, elegida en 2016 y 2017 como la mejor jugadora Sub 23 del mundo por la Federación Internacional de Hockey. También entran en escena algunas anécdotas pintorescas, como la que recuerda la jugadora de Santa Bárbara de La Plata: “Después de un entrenamiento físico duro estábamos caminando y se acercó una persona que quería que le firmáramos un papelito. Nos pedía por favor, por favor, casi arrodillándose. Me acerqué y le expliqué que tenemos protocolos estrictos, que nos disculpe pero que no podíamos. Es feo tener que alejarse o decir que no, pero es lo que toca”.
La “burbuja” no es sólo por los protocolos y el cuidado para evitar contagios. Después de meses de incertidumbre por la cancelación de los Juegos Olímpicos y por no saber cuándo volverían a tomar contacto con el palo y la bocha, el plantel disfruta de la tranquilidad en la Costa argentina. “Es un placer entrenar acá. Ya salir de Buenos Aires, de estar pendiente de lo que ves en la tele y las novedades del Covid, nos cambió la cabeza. Acá estás en el día a día del entrenamiento, en los bosques, en la playa. Es hermoso”, refuerza Trinchinetti, de 23 años, jugadora de San Fernando.
Las Leonas se testearon cuando volvieron al Cenard y dos días antes de viajar a Pinamar. A partir del 10 de agosto ingresaron en la “burbuja”, sin poder interactuar con más nadie que los 39 integrantes de la delegación. Sólo se dedican a entrenar, descansar y alimentarse con la mira puesta a la vuelta a la competición, que será el 3 de abril con la Pro League como preparación para los Juegos de Tokio, que comenzarán el 23 de julio. “No se puede salir, pero nos llevamos muy bien. Tenemos pileta climatizada, una terraza. El tiempo se pasa rápido porque entrenamos mucho y en los desayunos, almuerzos y cenas, hacemos sobremesa, charlamos. Está bueno estar juntas”, dice Granato, que compartió tanto la cuarentena en su casa de La Plata como en esta “burbuja” de Pinamar con su hermana Victoria, también convocada por Retegui.
Trinchinetti y Granato son dos de las integrantes de la nueva camada de Las Leonas. Buscan estirar el legado de las históricas Noel Barrionuevo, Silvina D’Elía, Rosario Luchetti, Delfina Merino, Carla Rebecchi, Giselle Kañevsky y Belén Succi, campeonas del mundo en 2010, también convocadas por Retegui. Por eso, la mediocampista dice que su juventud le permite manejar mejor la ansiedad, tras la suspensión de los Juegos Olímpicos en este año y los interrogantes que aún sobrevuelan sobre cómo será la próxima temporada. “Con 23 años intento pensar en el día a día, no me adelanto al año que viene y lo que va a pasar con los Juegos. Estoy entrenando para ponerme lo mejor posible físicamente y aunque no estemos haciendo hockey en cancha grande estamos tratando de retomar el contacto con palo. No pienso en lo que va a pasar sino en disfrutar. Nosotras desde la juventud estamos tratando de empujar, de contagiar y de entrenar duro”, dice Trinchinetti, quien espera que los de Tokio sean sus primeros Juegos, aunque para eso falta. Por ahora, la realidad para Las Leonas es esta: la playa, el bosque y el hockey. Nada mal.