“Como jugadoras es muy importante que hablemos sobre cómo era antes de estas regulaciones, cómo es ahora y luego qué nos gustaría ver en el futuro”, dice la exfutbolista galesa Helen Ward. Hace diez años, cuando tuvo a su primer hijo, la maternidad era considerada una lesión en el fútbol femenino.
Esta semana, Boca anunció a través de sus redes sociales el primer embarazo de una jugadora profesional del club. Camila Gómez Ares, mediocampista también de la Selección argentina, espera su primer hijo. La noticia la dieron a conocer a través de tres piezas audiovisuales que combinan la historia de Gómez Ares, la camiseta 10 de Boca con el nombre “mamá” y los sonidos de un latido –propios de un bebé y La Bombonera–.
«Siempre quise ser mamá, pero estaba eso de que tenía que dejar de jugar para hacerlo. Antes pasaba que había clubes que cuando quedabas embarazada te echaban. En todo momento estuve feliz y contenta con la contención y alegría que recibí acá. El tiempo pasa volando, voy a poder volver rápido después de tenerlo», dijo Gómez Ares en las redes sociales.
En este tiempo, las regulaciones internacionales y nacionales con respecto a la maternidad y el fútbol evolucionaron. Y no sólo por un cambio de época, sino también –y sobre todo también– por la lucha de varias jugadoras que en el camino –como dijo Gómez Ares– tuvieron que abandonar el deporte.
El pasado 1 de junio la FIFA amplió una serie de medidas para proteger a las futbolistas durante la maternidad: una licencia remunerada mínima de 14 semanas para jugadoras y entrenadoras; la posibilidad de que los clubes inscriban a una jugadora fuera de plazo para sustituir temporalmente a otra futbolista que haya ejercido sus derechos vinculados a la maternidad; licencia por adopción; y licencia familiar para una jugadora o entrenadora que sea madre, pero no gestante.
Vanina Correa, arquera de la Selección argentina y Rosario Central, es madre de mellizos. En 2014, tras el tratamiento de fertilidad que hizo con su compañera de entonces, nacieron Romeo y Luna. Durante los primeros años de crianza, Correa colgó los guantes. El fútbol y la maternidad -al igual que le sucedió a Ward- no iban de la mano.
En 2017, el exentrenador de la Selección, Carlos Borrello, la llamó y le comentó que quería que volviera a vestir la celeste y blanca. La Flaca –como la apodaron– se negó. Pero Borrello la conocía y a los pocos días la apuró: “Tengo que entregar la lista. ¿Te cito o no?”. Correa se decidió por el sí.
En mayo de 2022, la centrocampista islandesa Sara Bjork Gunnarsdottir se convirtió en la primera jugadora en ganar una demanda contra un club a través del primer Reglamento de Maternidad de la FIFA, publicado en 2020.
Bjork Gunnarsdottir anunció su embarazo en 2021 y la respuesta de su club fue el recorte de su sueldo durante el tiempo que no pudiera jugar. El Tribunal de Instancia de la FIFA definió que la jugadora tenía derecho a la baja y que el club debía garantizar el pago completo durante su embarazo.
“La victoria se sintió más grande que yo. Se sintió como una garantía de seguridad financiera para todas las jugadoras que quieran tener un hijo durante su carrera. Quiero asegurarme de que nadie tenga que volver a pasar por lo que yo pasé. Y quiero que el Lyon sepa que esto que hizo no está bien. Esto no es sólo un negocio. Se trata de mis derechos como trabajadora, como mujer y como ser humano”, escribió Bjork Gunnarsdottir, en una carta dónde relató el maltrato recibido por parte de su ex club.
En Argentina, el 3,3% del total de las futbolistas de la Primera División son madres. Desde el semi profesionalismo, en 2019, AFA y Futbolistas Argentinos Agremiados aprobaron el régimen para jugadoras embarazadas, el cual establece, entre otras cosas, que las futbolistas conservarán su empleo y remuneración durante ese tiempo.
Pero las reglamentaciones aún no alcanzan. No del todo. Un estudio de la Asociación Española de Mujeres Futbolistas (Futpro) publicado en 2023 señaló que “el 90% de las jugadoras profesionales de España siente que es complicado conciliar la maternidad con el deporte de élite, a pesar de que el 72% no descarta ser madre”.
Además, más del 30% de las jugadoras tienen miedo de que su economía sea demasiado inestable, y prácticamente el mismo porcentaje descarta quedar embarazada para proteger así su carrera deportiva.
¿Qué es lo que falta? “Es fundamental erradicar la discriminación y el estigma asociados con la maternidad en el fútbol femenino, promoviendo la igualdad de oportunidades y asegurando que las jugadoras no se vean perjudicadas en su desarrollo profesional debido a su elección de ser madres”, concluye el informe.
O, como escribió Bjork Gunnarsdottir, “en Europa, desde hace mucho tiempo no es algo normal que una jugadora quede embarazada. Ha habido avances, pero la cultura sigue siendo la cultura. La realidad es que cuando se trata de la cultura en general hay mucho más trabajo por hacer”. «