“Vaciar es cerrar”. La consigna del abrazo al Hospital Laura Bonaparte está plasmada en la bandera principal del acto y en los carteles impresos que cada trabajador y trabadora sostiene en alto. Lo vienen diciendo desde la semana pasada, cuando llegaron las 200 notificaciones de despido: reducir el personal casi a la mitad equivale a cerrar el hospital nacional de salud mental.

“Lo que estamos refiriendo a la sociedad es que no tiene que ver solo con nuestros puestos laborales y con condiciones como las de compañeros con tratamiento oncológico que fueron despedidos o trabajadoras con licencia por maternidad o embarazadas que ya no cuentan con su puesto. Sino también con que es imposible sostener el funcionamiento de un hospital con este nivel de reducción de personal”, advierte Camila Seijas, trabajadora social de consultorios externos, una de las tantas profesionales que recibió la notificación de desvinculación laboral el miércoles último.

Seijas detalla los efectos concretos que ya tiene el vaciamiento: “La farmacia al haber sido reducido su personal tiene dificultades para la entrega de medicación en tiempo y forma, la internación no cuenta con el personal de enfermería necesario, la guardia no puede brindar servicios en toda su franja horaria, el área de niñeces no tiene equipo de admisiones”. Por eso, insiste: “Estamos transmitiendo que vaciar es cerrar. Venimos de una ola de octubre en la que intentaron cerrar el hospital y eso no pudo ser por la resistencia colectiva. Hoy intentan encubrirlo a través de los despidos”.

Pacientes a la deriva

Ángeles Machado es psicóloga, se formó en el Bonaparte –donde hizo su residencia desde 2019- y trabajó, hasta el miércoles, en el servicio de internación. Con la comunicación del despido le indicaron también que no se presentara al día siguiente. Pero ella volvió. No podía dejar a sus pacientes sin informarles lo que estaba pasando. “El miércoles les dije ‘nos vemos mañana’, no podía desaparecer. De mínima les tenía que decir por qué no vengo más”, cuenta.

“Según cómo están, algunos entienden más y otros menos. Pero la mayoría comprende la gravedad del asunto. Cuando volví a verlos el viernes estaban preocupados, no habían podido dormir”, relata a Tiempo. En el área de internación, como en el resto de los servicios, despidieron a cerca de la mitad del personal.

“Los pacientes internados quedan algunos sin equipo y otros con la mitad. Además desde los servicios de internación se realizan seguimientos ambulatorios a pacientes que se externan, es un montón de trabajo que ahora queda sobre las pocas personas que dejaron en cada servicio. Desguazaron cada uno de los servicios y eso hace que sea como un cierre de hecho”, define la psicóloga.

Despidos de verano

Para Machado, no es casual el momento en que eligió el gobierno de Javier Milei para esta oleada masiva de despidos. Que no solo afectó al Bonaparte sino también a otros espacios dependientes del Ministerio de Salud. En total, la cartera de Mario Lugones informó que hay 1.400 puestos de trabajo menos en sus dependencias.

En medio del masivo abrazo al Bonaparte hay personal del Garrahan, que durante gran parte de 2024 dio una fuerte lucha contra el desfinanciamiento. También centros de estudiantes, asambleas barriales, espacios políticos y sindicales, centros de salud comunitaria y gran cantidad de familias.

Además de los carteles de ‘vaciar es cerrar’ son muchos los papeles con nombres que cubren la fachada del hospital, en Combate de los Pozos 2133. Dicen: Gabriel, Narella, Romina, Belén, Santiago, Tadeo, Cecilia y tantos más. Son los nombres de trabajadoras y trabajadores que perdieron su puesto de trabajo. Con ellos y ellas, pacientes que perdieron a sus equipos de atención en salud mental.

“Los despidos son sin causa y en la calle vamos estar, unidos y organizados, defendiendo al hospital”, cantan a los gritos profesionales de la salud. Hay quienes cuentan su historia y alertan sobre la gravedad del cierre encubierto ante las cámaras que registran el abrazo. Y hay quienes no pueden hablar por el nudo en la garganta.

“Claramente a este gobierno no le interesa para nada invertir en salud pública ni los derechos, y a este hospital viene población totalmente arrasada, excluida de la sociedad”, describe Machado. Y agrega: “Aunque en el último tiempo empezó a venir gente que ya no podía pagar su prepaga”.

En un contexto de crisis de la salud mental a nivel global y de aumento de demanda en el sistema público a nivel local, la reducción del personal hasta dejarlo inoperativo se suma a la treintena de despidos de agosto y al centenar de profesionales que se fueron durante 2024, ante la incertidumbre insoportable de regirse por contratos trimestrales.