Es el secretario Adjunto del SMATA, el sindicato que agrupa a los trabajadores de las fábricas de autos y autopartes, entre otros, y secretario Gremial de la CGT. Forma parte del Frente Sindical para el Modelo Nacional (FreSiMoNa), que lidera Pablo Moyano, y será el único candidato a diputado por el movimiento obrero con posibilidades de ingresar al Parlamento en la lista del oficialismo.
Asegura que su candidata para las presidenciales era Cristina pero que, ahora, «hay que encolumnarse en el proyecto de país».
–¿Está conforme con la candidatura de Sergio Massa?
–Es un tema saldado. Más allá de las aspiraciones de los dirigentes y los militantes ahora hay que encolumnarse detrás de un proyecto más allá de a quién le toque encarnar la candidatura a presidente. Siempre sostuve la candidatura de Cristina; después acompañamos a Wado De Pedro. Dijimos que si no era Cristina, sería quien ella designe. Massa tuvo su aval. No hay que quejarse más y salir a hablar con la gente.
–¿A qué atribuye la escasa representación del movimiento obrero en las listas?
–A las grandes contradicciones que tenemos. Hace muchos años el movimiento obrero fue dividido por la política. Creímos que debíamos congraciarnos con los políticos para tener el poder y no nos dimos cuenta que el poder pasa por la representatividad que, como dirigentes sindicales, amasamos con la base de los trabajadores. Es una deuda pendiente. Tampoco sirve la desesperación de conseguir cargos.
–¿Qué pasó con el Movimiento Nacional Sindical Peronista que anunciaron el 17 de octubre?
–Es una muestra de la confusión que tenemos. Mientras el Frente Sindical estaba en la Plaza de Mayo, los compañeros estaban en un estadio. Hubiese sido bueno que armaran el espacio político. Pero cuando las cosas que decís con la boca no las bancas con la espalda, sólo abonas a la confusión. Hay que replantearse muchas cosas. Más que un cargo tenemos que reclamar estar en la mesa donde se toman las decisiones porque el movimiento obrero es un actor fundamental.
–¿El gobierno de Alberto Fernández fracasó?
–Obviamente fracasó pero hay que medirlo en dos etapas. Tuvo una etapa muy compleja que supo llevar muy bien. Contuvo a un montón de trabajadores para que no perdieran su trabajo y lo felicito por eso. Una vez superada la pandemia, quiso administrar la crisis sin conflicto de intereses. Cuando tenés un país tan desigual, a algún interés le tenés que pisar los callos. Ahí es donde falló y los números lo demuestran.
–Desde 2016 el poder adquisitivo del salario se derrumbó. ¿Hay responsabilidad de la CGT?
–Claro que hubo responsabilidad del movimiento obrero. Se podría hablar de la CGT si en Azopardo tuviéramos grandes discusiones, pero eso no existe. Hay varios agrupamientos y cada uno tira para donde le parece. En el gobierno de Macri mientras algunos salíamos a la calle con la CTA, otros nos acusaban de atentar contra la gobernabilidad. También tuvimos la discusión de que no nos podíamos movilizar contra Alberto. Pero no queríamos ir contra Alberto, queríamos ir a la Plaza a decirle que tome las medidas que tenía que tomar y que nosotros lo íbamos a bancar. Darle poder político. El movimiento obrero en su conjunto debió tener una posición más contundente.
–Varios espacios políticos promueven una reforma laboral. ¿Qué van a hacer Massa y el espacio político que integra?
–Massa sabe que no puede plantear una reforma laboral como hoy la entendemos. Pero si ganamos las elecciones y tenemos mayoría en el Congreso, vamos a discutir una reforma laboral pero para dar más dignidad y derechos a los trabajadores. Se nos paran los pelos cuando la oposición habla de reforma laboral porque quieren quitar derechos. Ante esa reforma laboral me van a encontrar en la calle.
–¿Y la vía de los convenios sector por sector, como en el caso de Toyota?
–La reforma de Toyota fue muy mal entendida. La tildaron de convenio flexible y no lo es. Son mecanismos que usamos ancestralmente. Si viene una fábrica que va a tomar 2 mil personas, el sindicato discute un convenio con algunas ventajas para la empresa por un año o dos años hasta que establece su producto y gana el mercado. A los dos años pasan a los convenios que están rigiendo.
–Cuando el exministro Martín Guzmán cerró el acuerdo con el FMI dijo que no habría ajuste y convenció a la CGT. ¿Piensan seguir la convivencia con el FMI?
–Guzmán no lo acordó con la CGT si no con algunos compañeros de la CGT. A mí y a Pablo Moyano no nos preguntó nada. Al Consejo Directivo, tampoco. También hizo un evento en la CGT antes de la votación del Presupuesto para que se apruebe el acuerdo con el FMI. En esa reunión pregunté cuál sería el plan B si no se aprobaba. No me respondió nada. No había plan B. El día antes de mandar el acuerdo al Congreso mis compañeros legisladores no sabían nada, nadie sabía qué decía ese acuerdo. Ahí la erramos como gobierno. El presidente debió hacer una cadena nacional explicando que íbamos a discutir algo que nos iba a someter de acá a la eternidad pero que era un compromiso y una trampa impuesta por el gobierno anterior. Entregamos la soberanía política y la soberanía nacional porque la garantía son los recursos naturales del país.
–¿Qué hay hacia adelante?
–Hay tres peleas. Lo primero es revisar ese acuerdo. Nadie habla de no pagar. Pero, como dijo Néstor, los muertos no pagan. Hay que re discutir cómo lo pagamos y qué variables tomamos. Otro tema central que tenemos que discutir es la Justicia, porque son cuatro delincuentes que están por sobre las instituciones. Resolver esos dos problemas nos va a dar libertad en las decisiones de política económica y nadie se va a poder meter. Ahí vamos a poder diagramar un verdadero consenso social. Ahora los empresarios hacen lo que quieren. Eso porque, hasta ahora, tenemos un Estado ausente.
–El FreSiMoNa sacó declaraciones reivindicando los programas de Huerta Grande y La Falda que planteaban la nacionalización del comercio exterior y la banca. ¿Está vigente eso?
–No vamos a romper con el Fondo. Una cosa es ir a discutir arrodillados y otra ir con la cabeza en alto. Todo el mundo sabe, incluido el FMI, del potencial que tiene la Argentina. Tenemos que hacerle saber qué es lo que está dispuesto a aceptar el pueblo argentino. Para negociar con la frente en alto hay que tener poder político y las arcas llenas. No es que vamos a estatizar todo, vamos a controlar, eso es un Estado presente. Hay muchas cosas que hacer, pero primero hay que ganar. «