El próximo domingo cierra su tercera temporada No tengo tiempo, la movilizante obra de María Pia López  con dirección de Cintia Miraglia y las actuaciones de Carolina Guevara y Leticia Torres. “Podríamos empezar con Borges cuando él piensa en Pierre Menard, que quiere escribir El Quijote y va escribiendo palabra por palabra la misma obra que ya se escribió, pero cambia la época, cambia el momento, cambia el escritor y cada una de esas palabras va a significar otra cosa”, ejemplifica María Pía López los cambios que se trae la obra en esta tercera temporada, que sin embargo conserva “el mismo texto y la misma puesta”.

Pero ellas, las cuatro responsables, no son las mismas, como tampoco el tiempo en el que se exhibe: “Tiene que ver cómo se está poniendo en discusión de nuevo, en la escena pública con una dramaticidad enorme, la cuestión de las personas como mercancía. Comprar bebés, la trata de pibes, la frontera como espacio de intercambio y traslado de niñas y niños, que todo eso se discutió en el último tiempo alrededor del caso Loan. Pero también con todas las discusiones o a veces silencios respecto de los vientres alquilados o lo que pone el gobierno libertario en juego y esa fuerza política, de que es posible vender a los hijos en caso de necesidad, todas imágenes muy atroces. De algún modo la obra, que tiene entre unos hilos el tema de qué significa encargar un hijo como una mercancía a ser adquirida, trata sobre estas cuestiones.” 

Nada poco pero de ningún modo todo lo que se moviliza -en el escenario y el público- sobre el tema de los cuerpos, sus derechos y los derechos de quienes lo portan. “La idea misma de derecho está hoy en estado de amenaza. Si no termina de ser borrada de escena la palabra derecho es porque hay solo cierto tipos de derechos que no quieren borrar, que son el derecho a la propiedad privada y a la defensa armada de esa propiedad. Eso es lo único que hoy está en la escena política argentina como afirmación de derechos. El resto, incluso el derecho a la vida, la educación, la salud, a trabajar están inhibidos porque lo que se afirma es la lógica de lo que debe primar es el reino de la necesidad. Entonces si tenés, vivís, sino, morirás. Es un momento en el que directamente el derecho más fundante, que es el derecho a vivir, está siendo puesto en suspenso.”

Necesidad y derecho es una relación de la que el pueblo argentino tiene noticias prácticamente desde la formación de la nación, que Evita como nadie sintetizó y puso al afirmar que donde existe una necesidad nace un derecho. “Este gobierno tiene un triple enemigo que va definiendo en distintos planos. Y los tres son los que más enfáticamente pusieron en cuestión la afirmación de la idea derecho, la idea de justicia social y la idea de derecho en un sentido pleno: el peronismo, el movimiento de derechos humanos y los feminismos. No es casual que el gobierno ataque en forma sistemática al movimiento de derechos humanos, los feminismos y el peronismo, la experiencia igualitarista de más largo alcance y más tenaz y más eficaz en América latina. Esa frase de Evita es pensar que el horizonte de una sociedad es de transformación, de desarrollo, de políticas públicas que tienen que generar cada vez mayores posiciones de igualdad. Es contra esa idea que se está gobernando: donde hay una necesidad hay un mercado que vamos a ver qué hace con esa necesidad. Si podés resolverla porque tenés medios para hacerlo, lo resolvés, si no te quedás sin poder satisfacer esa necesidad, separando necesidad y derecho y poniendo satisfacción por la vía del mercado. Ya no hay consideración de derecho a la vida.” 

Y en No tengo tiempo dos mujeres se debaten entre mandatos y mercados, unificados hoy en el sentido común del gobierno de Milei, que desacredita y combate todo lo que tenga que ver con otro tipo de deseo. “El spot que sacó el gobierno por el día de las infancias al que denomina día del niño, en masculino, es muy amenazante como los que suele publicar el gobierno. Los niños son el futuro de nuestro país y hay que cuidarlos de la ideología de género, algo así. Son imágenes muy tradicionalistas que ponen de manifiesto cuáles son los cuerpos que van a cuidar: los cuerpos normalizados y referenciados, normativizados y organizados de acuerdo al código binario de los géneros, y que todos aquellos que fugan de eso pueden ser sancionados. Incluso amenazadas, amenazados de no tener vínculos con les niñes. También cuando se pone en escena que solo tenemos que preocuparnos que haya comida en la mesa, priva a los sujetos a las personas de un cierto horizonte de la capacidad de decir la otra pregunta: para qué hacemos lo que hacemos, cómo queremos vivir, nos priva del sentido de futuro. Cuando las condiciones sociales son las de reducción de la vida a la supervivencia biológica es una instancia muy dramática y de expropiación, de robo de las posibilidades mismas de desarrollar una vida plena. Se sustrae al cuerpo de su potencia deseante y por otro lado también opera la sustracción de esa potencia en cuanto a capacidad política, histórica de creación.”



No tengo tiempo. De María Pia López

Dirección: Cintia Miraglia. Actúan: Carolina Guevara y Leticia Torres. Tercera temporada. Última función domingo 25 de agosto en La Fragua Cultural, Av. Rivadavia 4127.