Asistimos a otro guiño de la historia: la multitudinaria marcha convocada para este sábado 1º de febrero coincide con el día en que María Elena Walsh cumpliría 95 años. Una de las artistas más comprometidas con la igualdad de género, que dejó grabadas en la memoria colectiva un sinnúmero de canciones infantiles jamás etéreas ni banales, y una obra “para adultos” de un compromiso ético sin parangón.

En ambas aguas que -según señalaba Walsh- eran una misma, la pugna por los derechos de la mujer fueron un bastión principal. Basta recordar la canción “Orquesta de señoritas”, el texto “Feminismo y no violencia” (sobre Victoria Ocampo), el tango “El 45” (donde una mujer le canta a otra), o el icónico y bien recordado decálogo titulado “Sepa por qué usted es machista”, para rubricar aquello que ya se sugería en las inmortales canciones que acunaron generaciones enteras.

Foto: TM

Es en este contexto en que Graciela García Romero, documentalista y presidenta de Fundación Walsh-Facio, recuerda un texto casi perdido, que la autora publicó cuando el caso María Soledad Morales sacudió al país.

Durante el juicio a los asesinos de María Soledad, en marzo de 1998, María Elena firmó una nota periodística cuyo título fue también el de la tapa del diario, porque anticipaba visionariamente el significado histórico de lo que estaba sucediendo: La pérdida del miedo. Había llegado la mano de la justicia para condenar el hábito de abusar de las mujeres “pero a partir del sacrificio de María Soledad la historia es y será distinta.

 La familia, la sociedad, los medios de comunicación y por qué no la indignación de una inmensa mayoría silenciosa fueron minando ciertos atributos del poder masculino, cuyos protagonistas estarán perplejos, sin entender por qué se los ha juzgado y condenado”, expresaba María Elena.

Este texto -rescatado en un contexto en que se busca eliminar la figura del femicidio, o en el que se trata de pedófilos a quienes encarnan “las versiones más extremas de la ideología de género”- cobra un singular vuelo y sentido. Para muchas jóvenes militantes, haber descubierto el fotomontaje de María Elena con un pañuelo verde en el cuello (portada del libro “El feminismo”, publicado en 2024), permitió un redescubrimiento de aquellas numerosas gestas sociales de la autora.

“Lo que empieza por una simple palabra puede terminar en quema de brujas o campos de concentración”, escribió en el texto El feminismo, publicado en ese mismo libro. Una enumeración que sigue reverberando: “Es buscar la libertad sin atender a dómine o que nos sigan señalando cuándo, cómo y cuánto”.

“Quisiera correrme del rol del canon, el de interpretar a María Elena”, dice García Romero cuando se le consulta qué imagina que hubiera opinado la escritora por estos días. Y agrega: “Sí puedo asegurar que la coincidencia de esta marcha con su cumpleaños le hubiera resultado muy elocuente. No podemos negar que su bregar permanente contra cualquier discriminación, su lucha por la cuestión de género y la lupa sobre la violencia contra las mujeres estarían alineadas en la preocupación histórica de no perder lo logrado”, apunta.

La “Balada de Comudus Viscach” nos recuerda que hay riesgos que no son novedosos: “Defendé la rebelión / que no altere la rutina: / el poeta en la leonera / la mujer en la cocina”, cantaba Marìa Elena, con un estribillo que hoy evocamos perplejos: “En este mundo traidor / transigir es lo mejor / el que diga basta / va a parar a la canasta. / Y el que sea opositor / va a parar al asador”. Así, María Elena, -la misma que prefirió publicar “País-jardín de infantes” en vez de exiliarse en la dictadura- persiste en su faro para confirmar el rumbo y la lucha.

“Nunca tuvo miedo a nada”, dice Susana Rinaldi -con quien compartieron el mítico programa “La cigarra”, también junto a María Herminia Avellaneda-, y esto lo constata el hecho que nunca claudicó en defensa de la democracia, la libertad y los Derechos Humanos, enfrentándose al poder que fuera.

María Elena y su obra

En el año en que se cumplirán sesenta de la publicación de “El reino del revés”, la obra de María Elena toma vigor y recrea la metáfora: “Describe las hipocresías de los discursos y relega las apariencias. También es una letra en la que despliega su capacidad para advertirnos el engaño. Ella solía repetir: ´esto recién empieza´”, apunta García Romero.

En su novela “Fantasmas en el parque”, publicada en 2019, declaró su amor por Sara Facio, dejando de lado todo eufemismo: “No tiene nada de hermana. Es mi gran amor, ese amor que no se desgasta sino que se transforma en perfecta compañía. A veces la obligué a oficiar de madre, pero no por mi voluntad sino por algunos percances que atravesé, de los que otra persona hubiera huido, incluida yo. Pero ella se convirtió en santa Sarita.”, rubricó María Elena.

Si bien hay mucha obra por recordar y revelar a nuevos públicos, hay material inédito de María Elena que la Fundación Walsh-Facio va a presentar a mediados de este año en los paneles académicos que está organizando con la Biblioteca Nacional.

Poemas, cuentos infantiles, reflexiones y canciones que luego serán incorporados a sus libros. Se trata de “nuevos textos en los que María Elena confirma su esencia poética, su escritura cuidada, su personal y sofisticado uso del lenguaje, el ámbito natural que representa para ella el disparate –ya presente  en sus años adolescentes-,  sus puntos de vista filosóficos y el amor infinito por la gente y por nuestro país”, cierra García Romero, horas antes de una movilización que sonará en todo el país, como en algún momento sonó -y suenan- las canciones de María Elena, acercando una convicción política, estética, cultural y democrática. Como la cigarra.