Hacer un disco siempre es difícil, más en estos tiempos, y más aún cuando junta la cantidad de fantásticos músicos como lo hace el muy lindo Jardín de infierno. Ni yo sé cómo lo logré ahora que lo veo”, dice algo en broma y algo en serio su autor e intérprete Marcos Larrañaga. “Básicamente eran muchos colegas, conocidos, algunos más amigos, otros menos, y con la ayuda de mi productor que también los conoce fuimos armando una red y la verdad es que no resultó difícil”, puntualiza.

Claro que con el resultado puesto, decirlo es más fácil que hacerlo. De uno u otro modo, las siete -estremecedoras algunas y dulces otras- canciones que componen el álbum indican que si costó valió la pena. Y sino, gracias a todos ellos por la entrega. “Ya tenía las canciones listas y qué canción iba para cada cantor. Entonces para el candombe ‘Firmamento’ pensé en Black Rodríguez Méndez. Así que lo llamé, le pasé el tema, le gustó y lo grabamos.” Igual procedimiento siguió con “Jardín de infierno” que canta el Chino Laborde, “El sueño de la calle Superí” que canta Cucuza Castiello, “Corazón al paso” que interpreta Limón García voz, “Un gran fifí” por la genial Julieta Laso y “Hojas” por el legendario Dema. El disco tiene candombe vals y fui visualizando qué tema iba a cantar cada uno. Y al margen de la enorme trayectoria que tienen cada uno de ellos tuvieron una gran generosidad.”

Nadie objetó nada del tema que le tocó en suerte. Y en más de un caso, por el contrario, enseguida hicieron aportes. “Black apenas lo escuchó me dijo: ¿puedo meter unos tambores? Obvio. De hecho trajo las tubas y grabó. A Cucuza le encantó también… No, no, ninguno, fue sorprendente. Yo también esperaba que me dijeran algo porque está dentro de las posibilidades. Pero la verdad que no, fue un lujo, no sé cómo se dio (vuelve a reír). Una alquimia medio rara pero funcionó.” Lo más complicado fue la logística, porque se trata de músicos que “están laburando todo el tiempo: eso fue lo más complicado”. 


Larrañaga sugiere que fácil no hay nada, aunque cuando se escucha el disco suena como gente que viene tocando y cantando junta desde hace tiempo. “Uno tiene las herramientas”, cuenta, y si no las tiene, sabe a quién recurrir. “El arreglo para piano me lo escribió Juan Pablo Gallardo, por ejemplo. Pero sí lleva tiempo a que suene como uno quiere.”

Los temas tuvieron elaboración autónoma, aunque sin embargo Larrañaga reconoce que al hacerlos, en más de un caso, se le perfilaba el o la intérprete. “El candombe no tenía dudas que era para el negro Black, como que van de la mano; después “Un gran fifí”, que es un poco más oscuro, ahí pensé en la voz de Julieta, que tiene ese tono roto, ahí, hermoso, y le fue justa. Pero en ningún momento pensé de antemano ‘voy a hacer un tema para tal’. Sólo a medida que fueron saliendo se me fue ocurriendo: este lo canta Cucuza, este lo canta Limón, y así.”


Buena parte de esa versatilidad interpretativa que permite Jardín de infierno es su lírica, letras que, por decirlo de algún modo, no acompañan lo que hay en el ambiente. “Me tuve que despojar, salir del lugar común del ambiente, como decís, porque sino no podés escribir más. Ya empezando por los grandes: imaginate tener la vara de Discépolo o de Manzi, directamente me corto la mano antes de escribir. Y después van saliendo y algunas quedaron sentencias, como me dijo el Chino Laborde en la milonga que grabó. No me dijo ni metáfora ni rima: sentencia, punto y aparte.”

En esa lírica Larrañaga juega, a veces en contrapunto, otras coqueteando, con las generaciones que llegaron en el último tiempo a la música toda y no sólo al tango, o al rock , otras de sus escuchas preferidas.
“Históricamente el tango siempre fue abriéndose caminos. Así que en ese sentido me dio la libertad de escribir lo que quiera y después lo grabo con mis amigos tangueros y va a salir un tango. Por más que escriba una letra súper pop la canta Cucuza y va a salir un tango. Ahí me saqué la mochila: el tango está dentro, si está dentro va florecer igual.” Acaso esa honestidad y frescura explica en buena medida que el público del tango se haya ampliado a las nuevas generaciones sin conceder ni ceder nada de lo que lo hizo tan popular hace más de 100 años. “Apuesto a un tango transversal, que un pibe más joven entienda la letra de un tango, y si no que le sea cercana. Si te disfrazás de Gardel y le cantas al pibe te va a ver como en un museo. Aunque siempre las temáticas son muy parecidas: el amor, el desamor, que es transversal a todas las generaciones” -Y ahora suena en todos lados “dónde hay un mango viejo Gómez”.

[Ríe y dice] -Te digo la verdad, lo veo como que cuando hay crisis económica lo que se achica, como siempre, es la cultura. Pero estamos acostumbrados a resistir y vamos a resistir una vez más. Es más, muchas veces en el arte o en la música son momentos para estar más fuertes y afianzar bien las raíces y aguantar otra vez. Esperemos que la podamos aguantar. Pero el tango ya sufrió un montón de crisis y si fuera por eso ya hubiese desaparecido hace 50 años. Y en general la música popular argentina está acostumbrada. Y siempre sale algo: de un infierno sale un pequeño jardín también. Algo de eso hay en este disco.


En esa resistencia está el show de presentación del disco el próximo 1 de marzo: “Vamos a hacer el show gratuito, lo único que vamos a pedir es un alimento no perecedero para llevar a los merenderos de la ciudad o de la gente que más lo necesita. Creo que desde ese lugar el CAFF es fundamental y está claro de qué lado de la mecha se para. Y nos paramos todos.”

Cucuza y Marcos Larrañaga.



Marcos Larrañaga en vivo

Presenta Jardín de infierno el viernes 1 de marzo a las 21 en el CAFF, Bustamante 772, Capital Federal. Entrada gratuita, por favor llevar alimentos no perecederos para los merenderos que más lo necesitan.