Volver a romper la polarización y ser la segunda fuerza más votada en la provincia de Buenos Aires son los objetivos de máxima de la Alianza 1País que conduce Sergio Massa. Para eso, lejos del plan inicial de campaña que ponía eje en la transparencia y la lucha contra la corrupción, el exintendente de Tigre transitó las últimas semanas previas a las PASO de este domingo con base firme en la economía.
En ese cambio de rumbo, Margarita Stolbizer debió ceder cierto protagonismo a Roberto Lavagna, la carta fuerte del massismo en materia económica.
El frente massista trabajó sus propuestas en una doble argumentación: el votante «no está obligado a elegir entre el pasado corrupto y el presente del ajuste» y 1País es el espacio que cuenta con «el mejor equipo para resolver los problemas económicos». Por eso, durante el último tramo de la campaña, Massa repitió en más de una oportunidad que la ciudadanía debe elegir entre Lavagna y Axel Kicillof para resolver los problemas generados por el gobierno de Cambiemos.
Hace cuatro años Massa cerraba un acuerdo con Mauricio Macri que le posibilitaría ser el candidato más votado en las elecciones legislativas de 2013. Ese resultado lo posicionó políticamente y, a partir de allí, comenzó a transitar lo que su equipo denomina «la ancha avenida del medio».
El intento de sobrevolar «la grieta» lo dejó, en esta oportunidad, en soledad. Esta vez no tendrá aliados para apalancar su postulación en gran parte de la provincia de Buenos Aires ni para embestir contra un oficialismo que se ciñe sobre su núcleo duro.
El bastón que utilizó Massa como apoyo para recorrer la campaña es su equipo. El conglomerado de dirigentes, en su mayoría de extracción peronista, que cuentan con el respeto de los sectores con los que trabajan aparece como su mayor virtud. Los industriales y las pymes se reflejan en José Ignacio de Mendiguren, los jubilados en Mirta Tundis, aquellos que les presentan atención a los temas sociales se vinculan con Daniel Arroyo, los que ven en la economía la clave lo tienen a Lavagna y los que tienen como prioridad la lucha contra la corrupción empatizan con Stolbizer.
Por otra parte, al igual que lo hiciera en campañas anteriores, Massa también eligió el camino propositivo. Si bien muchos de sus proyectos no toleran un test de constitucionalidad, el massismo nunca dejó de lado la idea de mostrar un posible abanico de soluciones a los problemas coyunturales que atraviesa la sociedad.
Por eso, en el cierre de campaña del último jueves, el exjefe comunal se tomó un tiempo para detallar las propuestas que llevará al Congreso y remarcó la necesidad de contar con un buen número de legisladores de su espacio para garantizar el debate.
Lo cierto es que el exjefe de Gabinete de Cristina Fernández vuelve a jugar al filo. Si los números de las PASO no marcan una chance cierta de terminar con la polarización y lograr la banca por la minoría en el Senado, el desafío será mantener la tropa unida hasta octubre. Una tarea que será compleja sobre todo en la provincia de Buenos Aires, donde los dirigentes se comenzarán a acomodar rápido no solo de cara a octubre sino también a 2019. «