Luego de un año sin entregar el Premio Nobel de Literatura debido a escándalos de abuso sexual y filtraciones de los nombres de los premiados, la Academia Sueca no eligió precisamente un candidato fácil para entregarle el galardón 2019: Peter Handke. En esta oportunidad, la premiación fue doble porque en 2018 los sucesos en que se vio envuelta la Academia hicieron imposible la búsqueda del candidato y la entrega del premio.

Mientras la elección de Olga Tokarczuk (que recibió el premio que no se entregó en 2018) no despertó opiniones en contra, la de Handke produjo un nuevo escándalo, aunque esta vez no fue de índole sexual, sino política. El escritor austríaco es criticado por su posición pro Serbia, una posición que quedó claramente fijada al asistir al entierro de Slobodan Milosevic, el ex presidente yugoslavo que murió en prisión. Además, en 1996, a un año del fin de los conflictos en Bosnia y en Croacia, Peter Handke había publicado el texto, «Justicia para Serbia» que fue muy mal recibido.

Que los miembros del jurado consideraran que la decisión de premiarlo obedecía a su “ingenio lingüístico que explora la periferia y la especificidad de la vida humana” y no a sus posiciones políticas, no sirvió para amenguar los ataques que le dirigieron a Handke diferentes sectores. Desde hace tiempo el autor viene manifestando su desprecio hacia la prensa que le pregunta más por su posición frente a Serbia que sobre su literatura. Asegura que no le gustan las opiniones y que está cansado de recibir preguntas que ya contestó muchas veces. En octubre, cuando le fue notificado que había ganado el Nobel, entrevistado y molestado por la prensa, declaró: “Prefiero la carta crítica escrita en papel higiénico que me enviaron de modo anónimo a las preguntas del periodismo”

Pero la prensa no es la única que le manifiesta hostilidad. También lo hacen  quienes no coinciden con su posición frente a Serbia, que son la mayoría. El propio rey Carlos Gustavo de Suecia, quien es el encargado de entregar el premio, vio con disgusto la elección de la Academia y su desagrado se manifestó en la recepción que tuvo lugar luego de la ceremonia de premiación: mientras Olga Tokarcsuk estaba sentado a su lado, Handke se encontraba ubicado a varias mesas de distancia.

Pocos días antes de la ceremonia, habían dimitido dos miembros de la Academia. Por su parte, Albania, Kosovo, Turquía y Croacia decidieron no enviar a sus embajadores al acto. El presidente turco Recep Tayyip Erdogan expresó su profundo disgusto: «Entregar el premio Nobel de Literatura el día de los Derechos Humanos –dijo- a un personaje que niega el genocidio en Bosnia-Herzegovina es como premiar las violaciones de los Derechos Humanos». El académico sueco Peter Englund, exsecretario de la Academia, se rehusó a asistir a la ceremonia del Premio Nobel de Literatura molesto por la distinción otorgada a Handke.

El 5 de noviembre, un grupo de mujeres de la ciudad de Srebrenica protestó ante la embajada sueca en Sarajevo por el posicionamiento del premiado frente a los serbios. Según lo informó el portal Milenium, las mujeres entregaron al embajador de Suecia una carta pidiendo que el polémico premio no fuera entregado. Por otra parte, Munira Subasic, presidenta de una asociación de madres de Srebrenica, explicaba a la prensa: «Nos hemos reunido (…) para decirles que no estamos de acuerdo con la atribución del premio a uno de los que apoyaban el crimen y el genocidio.” A las protestas de las mujeres se sumaron, entre muchos otros, Sefik Dzaferovic, miembro musulmán de la Presidencia tripartita bosnia y el presidente de Kosovo, Hashim Thaci.

Mientras Handke recibía el Nobel en medio de aplausos, en el centro de Estocolmo se producían manifestaciones contra el autor austríaco. Los manifestantes llevaban banderas bosnias y brazaletes blancos, como los que los serbios de Bosnia obligaron a llevar a los no serbios en 1992.

La otra premiada Tokarczuk, discretamente vestida de negro, se mantuvo al lado de su compañero durante la ceremonia, aunque se filtró que no estaba muy contenta de haber recibido el Nobel en un acto conjunto con quien no coincidía políticamente. Además, su galardón quedó un tanto opacado por las reacciones que produjo el otro premiado.

Todos los años el Nobel, por lo menos el de Literatura, recibe críticas, tanto dentro como fuera de Suecia, relacionadas con la escritura de los premiados. Este año, esas críticas fueron mucho más violentas por razones que no son estrictamente literarias, sino políticas. Llama la atención de la Academia Sueca, que siempre trata de colocarse en una posición “políticamente correcta»,  haya elegido a alguien tan polémico. Acerca de sus virtudes literarias casi no se han hecho comentarios. Tan cargado está su perfil político, que su perfil literario quedó relegado. Tokarczuk, por su parte, debe haber lamentado ganar el máximo galardón a que puede aspirar un escritor sin tener un papel protagónico.