Las tradiciones religiosas y los distintos eventos donde se plasma la fe y la esperanza de los pueblos tienen su anclaje en el territorio bonaerense. La ciudad de Navarro y el Pueblo Turístico Las Marianas atraen a quienes aman las fotografías con escenarios del siglo pasado y donde hoy acrecentó la tradición con los Caminos de Mama Antula.
Mama Antula, cuyo nombre original era Antonia de Paz y Figueroa, fue una laica consagrada nacida en 1730 en Villa Silípica, hoy provincia de Santiago del Estero. Con su canonización se convirtió en la primera Santa argentina gracias a su vida de virtud y al milagro que se le atribuyó. Su ejemplo de caridad y apostolado inspiró a muchos fieles católicos. “Esta mujer vale oro”, repitió en reiteradas oportunidades, el Papa Francisco.
Su reciente beatificación convirtió a Navarro en un imán para peregrinos y devotos. Descubrir la belleza de este destino turístico bonaerense sumergidos en la espiritualidad y la historia es una experiencia intransferible.
En la entrada al pueblo, una escultura de madera homenajea a la santa a quien se le atribuye la curación de una monja afectada por una inflamación de vesícula biliar y de un hombre santafesino que había sufrido un accidente cerebrovascular.
Las visitas ofrecen una inmersión en la fe y en la amistad. Con el cálido recibimiento de la población, las y los turistas construyen lazos desde la espiritualidad y la hospitalidad.
La historia de Mama Antula
Las Marianas y Navarro, en la provincia de Buenos Aires, brindan vivencias y tranquilidad, horizontes llenos de colores, manjares caseros y vínculos que invitan a volver a esta comunidad que enamora.
En el pueblito turístico de Las Marianas, por ejemplo, además de las tradiciones, es el aroma a gastronomía criolla que surge de los almacenes de ramos generales históricos la que inunda el paisaje rural. Los paseos en bicicleta y las caminatas son una invitación al relax.
La historia del pago se remonta a 1908 con el surgimiento del ferrocarril y el impulso de la actividad agropecuaria. Tras el cierre del paso del tren, en 1993, comenzó a desmoronarse la región.
El resurgimiento
A mediados del siglo XXI, un grupo de jóvenes armó una cooperativa y logró recuperar la fábrica de quesos, generó fuentes de trabajo y una importante producción láctea. Empezaba otra historia para Las Marianas.
Durante una de sus visitas al lugar donde se crió, Andrés Camacci, ex delegado y vecino marianense, se encontró con dos viajeros que andaban de pueblo en pueblo: “Es una picardía el estado de abandono del restaurante y la estación”, le comentaron. A partir de allí, Andrés habló con su madre y le propuso reabrir el sitio que durante el siglo pasado fuera el hotel Colón y que luego sus abuelos transformaron en alojamiento y salón comedor.
“La persona que cocina es mi mamá Irma Angrigiani, con su sabiduría de 85 años. La comida es fresca y se prepara en el día. Somos especialistas en tallarines y ravioles. Abrimos sábados y domingos al mediodía con reserva previa”, detalló Camacci sobre Doña Irma -IG: @saloncomedor_irma- .
El proyecto sumó entusiastas y con la ayuda de los chicos del barrio limpiaron y pintaron la estación ferroviaria. “Es la identidad de nuestra comunidad”, aseguró orgulloso. “Ahora tenemos más bares, como el Nuevo Recreo y La Medialuna”, concluyó.