Cecilia Prikels no logra escapar de la espiral de violencia, amenazas y angustia que la envuelve desde hace años. La mujer es víctima de maltratos físicos y psicológicos por parte de su expareja, Juan Manuel Awada, a quien denunció decenas de veces: pero siempre, por alguna u otra razón, los expedientes quedan en la nada. Ahora, ella lo acusa de haber secuestrado a su hijo, de 7 años, a quien no puede ver desde septiembre. Desesperada, pide ayuda.
Cecilia, de 33 años, perdió la cuenta de las palizas. Habrán sido tantas como las veces que Juan Manuel, de 43, le pidió perdón. Sin dudas, fueron muchas menos las que se animó a denunciarlo. Lo cierto es que ninguna de esas causas prosperó. La justicia, sobre todo en el fuero penal y de familia, no se esmera demasiado en realizar un seguimiento serio de estos casos y ella, como muchas otras víctimas, termina por levantar las acusaciones.
A fin de cuentas, Juan fue su primer y único novio, el padre de su hijo, y hasta cierto punto, Cecilia dice que se acostumbró a los golpes. Incluso, desliza que muchas veces los merecía. De la misma manera naturalizó que el niño se encuentre en el medio cada vez que ella decide cortar la relación, cual botín de dos adultos que insisten en hacerse daño. Como ya ocurrió antes, el nene de 7 años volvió a convertirse en el último recurso del padre.
Dos años atrás Cecilia había decidido divorciarse tras denunciar que su marido la había echado de su casa, en Pueyrredón al 4500, en San Martín, por un episodio en el que ella temió por su vida: “Me agarró de los pelos, me tiró al suelo y me ahorcó. Casi me mata”, confió entonces a Tiempo para una nota que nunca llegó a publicarse porque la víctima pidió levantarla debido a que Juan Manuel Awada mantenía secuestrado –como ahora– a su hijo.
Por esos días, Cecilia recibía los siguientes mensajes de WhatsApp de parte de su ex: “Que no te cruce porque te vas a atener a las consecuencias” o “vas a tener que andar con ojos en la nuca, vas a tener que dormir con lentes infrarrojos”. Son algunas de las pruebas que presentó en la Comisaría de la Mujer de San Martín y quedaron en la nada.
Es que Juan y su familia lograron que Cecilia diera marcha atrás con las denuncias: la extorsionaron con no volver a ver a su hijo. En aquel momento, la mujer aseguró: “Su familia me pide que me haga cargo de él, pero es un riesgo para mí. Me preocupa mucho mi hijo”. El hombre, dijo, había estado internado con anterioridad por problemas psiquiátricos y debía estar medicado, pero hace años abandonó el tratamiento.
Como era de esperar, las amenazas y los maltratos volvieron a ser moneda corriente, como cuando el matrimonio se instaló en Santa Teresita, a fines del año pasado, para trabajar durante la temporada como vendedores ambulantes y en restaurantes. El 24 de diciembre, Cecilia estaba contenta, había comprado los regalos y la comida para recibir la Navidad. La mesa estaba lista cuando el agresor la echó de la casa –delante de su hijo– con lo puesto, porque le había sonreído a un cliente en una confitería. Horas después, un amigo de la mujer fue a buscarla a la terminal de micros y la trajo a Buenos Aires. Menos de una semana más tarde, Cecilia estaba nuevamente con Juan Manuel en la Costa. El nene, una vez más, había quedado en el medio.
El origen, los orígenes
Cecilia Prikels y Juan Manuel Awada se conocieron en las ferias de las colectividades, donde cada uno ofrecía productos originarios de sus comunidades. Ella como referente de la comunidad austríaca y él, de la sirio-libanesa. Están juntos hace 14 años y casados hace once. En todo este tiempo, además de comercializar productos típicos, se la rebuscaron para llevar el pan a la casa: él fue remisero y vendedor ambulante; y ella, camarera o ayudante de cocina, entre otros trabajos.
Juan Manuel pertenece a una familia tradicional de Villa Ballester. Es hijo de Eduardo, uno de los fundadores –junto a su hermano Abraham– de la marca de ropa Awada. Pero algo pasó entre ellos y el clan de Abraham se quedó con el millonario emprendimiento.
Juan Manuel es primo de la actual primera dama, Juliana Awada. Este diario pudo reconstruir que desde que Mauricio Macri ascendió políticamente, Juan comenzó a reclamar, sobre todo en redes sociales, un espacio en el PRO de San Martín, autoasumiéndose como uno de sus referentes. Como contrapartida, fuentes partidarias locales indicaron que llegaron a advertirle al hombre que dejara de hostigar a su prima y a su familia, a quienes insistentemente les pedía dinero y trabajo.
Un chico con paradero desconocido
Cecilia no sabe dónde está su hijo. La última vez que lo vio fue a fines de septiembre en el Hostel Rivendel, de Monte Grande, donde paraba Juan Manuel. Padre e hijo están juntos desde el Día del Niño. Cecilia se lo entregó porque “vi que el padre estaba bien, estable y se lo quiso llevar a vivir con él”, contó. Grave error.
El chico fue cambiado de escuela y empezó a ir a la Primaria 31 de Monte Grande. Pero desde el establecimiento informaron que hace más de un mes que no asiste. Este diario pudo saber que Awada se fue en muy malos términos del Hostel Rivendel. Según trabajadores de ese lugar, padre e hijo “abandonaron la habitación que ocupaban de un día para el otro. El hombre dejó todo hecho un desastre. Se robó una cama y un plasma. Lo denunciamos por robo y amenazas”.
Tiempo pudo constatar que hay varias denuncias en trámite contra Awada: las más recientes están radicadas en el Juzgado de Familia N°4 de San Martín, donde se lo acusa de violencia de género. Además, la UFI 6 y el Juzgado de Garantías 4 de ese departamento judicial lo investigan por los delitos de “impedimento de contacto y amenazas”.
Una de las últimas conversaciones telefónicas que Cecilia tuvo con Juan Manuel fue el 26 de octubre. Le pidió que le devolviera a su hijo. Awada fue tajante: “Dame la tarjeta, dame la plata, te voy a cortar en pedacitos porque a tu hijo no lo ves nunca más”. El agresor se refiere a la tarjeta de débito por la Asignación Universal por Hijo que está a nombre de la mujer y que ella resguarda.
Al cierre de esta edición, las dos abuelas del nene están en su búsqueda, ya que Cecilia se habría visto superada por la situación y no está siguiendo los avances de los expedientes. La última foto posteada por Awada lo muestra junto a su hijo en Resistencia, Chaco.