Los datos que se conocen día a día sobre la situación económica y social generan pesadumbre. La caída productiva es profunda, la inflación sostenida y la pobreza aumenta a pasos agigantados.
Comencemos con algunos datos que dan indicios de la retracción de la demanda: el índice de confianza del consumidor de la Universidad Di Tella cayó un 1,7% en noviembre respecto al mes anterior y un 37,2% respecto de igual mes del 2017. La situación personal se ubicó en el nivel más bajo de la última década, similar al existente en 2003. La disposición a comprar electrodomésticos cayó un 60% interanual.
Coincidente con estas expectativas, el consumo masivo sufrió una caída interanual del 10% en noviembre, según datos de la consultora Focus Market. Lácteos y congelados son los alimentos con mayor reducción (19,8% y 24,5%).
Se conocieron los datos del IPC Nacional del Indec para el mes de noviembre, que evidenció una suba del 3,2%, mayor a la esperada por el gobierno. Se nota un fuerte aumento en Cuyo (3,7%) y en la Patagonia (4,2%). El IPC Nacional nivel general evidencia un aumento del 43,9% en el acumulado de este año.
Los precios de «Alimentos y Bebidas no alcohólicas» aumentaron un 3,4% en noviembre y un 48,6% en los primeros once meses de este año, una evolución que pega más en los sectores de menores recursos que consumen una mayor parte de su ingreso en este rubro, así como en los aglomerados del interior, donde el rubro pesa mucho más en la canasta total que en el GBA.
La utilización de la capacidad instalada en la industria se ubicó en octubre en el 64,8%, descendiendo unos 3,5 puntos porcentuales (p.p.) respecto del mismo mes del año anterior. Sólo dos sectores evidenciaron aumentos interanuales, la refinación de petróleo y las metálicas básicas (acero y aluminio). Los sectores que más disminuyeron la intensidad de uso de sus instalaciones fueron la industria automotriz (7 p.p.), papel y cartón (10,3 p.p.), metálicas (sin autos 13,1 p.p.) y la industria textil (15,1 p.p.). Estos datos dan una idea de la fuerte recesión que atraviesa el sector industrial, que en octubre mostró la sexta caída consecutiva en la producción en términos interanuales.
La construcción, que venía cayendo lentamente, comienza a acelerar el declive. Para el mes de noviembre, el índice Construya, que mide la venta de insumos al sector, evidenció una merma del 30,4% comparada con igual mes del año anterior, mostrando además una fuerte caída en el último mes informado.
Por último, y quizá el dato más preocupante, se conoció un fuerte aumento de la pobreza y la indigencia de acuerdo a los recientes datos de la Universidad Católica Argentina (UCA). El 33,6% de los individuos cayó por debajo de la línea de pobreza y un 6,1% por debajo de la línea de indigencia, lo que indica la imposibilidad de acceder a la totalidad de la canasta alimentaria básica. Estos indicadores son los más altos desde 2010 y muy cercanos a los de 2016. Si bien siempre hemos observado la metodología de esta encuesta, no obstante sirve para comparar otros períodos, pues se trata de cifras homogéneas. De esta forma puede sostenerse que los datos actuales de pobreza superan ampliamente el nivel que había al finalizar el mandato de la expresidenta Cristina Fernández.
Un dato no menor: la UCA informó que la cantidad de hogares en situación de pobreza que accede a algún tipo de programa social se redujo del 65,5% el año pasado al 61,3% este año. La explicación es inquietante, aunque define claramente la tensión social que están soportando amplias franjas de la población: «se explica por el empobrecimiento de sectores pertenecientes a los estratos medios que no acceden a las transferencias por parte del Estado», comentó el director del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA, Agustín Salvia.
Cada día hay más pobres, y sin embargo el Estado les restringe la ayuda, dejando en claro el precario alcance de las «normas de protección a los más débiles» que se acordaron con el FMI.
Lo he expresado en forma repetida: los programas de ajuste empeoran significativamente la distribución del ingreso, y los datos enunciados son consecuencia de ese cóctel que es parte esencial del programa del gobierno macrista, aplicado desde su inicio e impulsado con mayor profundidad a partir de los acuerdos realizados con el FMI.
Valiosas coincidencias
Organizaciones sociales, sindicales y empresarias (el Frente Sindical para el Modelo Nacional, la Corriente Federal, las dos CTA, Cooperar y otros representantes del movimiento cooperativo y mutual, directivos de la UIA y otras asociaciones) reunidas en la Mesa de Diálogo por el Trabajo y la Vida Digna, entregaron al titular de la Conferencia Episcopal Argentina un análisis de la situación actual y propuestas para ir sentando las bases para construir «Una Patria fundada en la Solidaridad y el Trabajo», tal el título del documento.
Allí se expresa: «La desocupación y la informalidad crecen a diario en medio de la crisis que afecta a la industria nacional, las pymes, urbanas y rurales, así como las cooperativas y las economías regionales. Ello se suma a la caída en producciones agropecuarias como la lechería, porcinos y fruta, entre otras, a causa de la abrupta caída del consumo interno, las altas tasas de interés, el aumento indiscriminado de las tarifas, la apertura de las importaciones y el endeudamiento desproporcionado. Son todas cuestiones que requieren un diálogo para repensar el modelo de Nación».
El enfoque sobre el endeudamiento público de los últimos años es más que interesante. Se realiza un llamado de atención por tal situación, «no sólo por su magnitud, sino por la débil institucionalidad con la que ha sido producido», ya que «preocupa no sólo la función que cumple el endeudamiento como elemento de control de las naciones, sino la incertidumbre que genera en relación con la capacidad del Estado de satisfacer a futuro las necesidades básicas de la población y de generar una sociedad integrada».
Una apretada síntesis de las propuestas: Subordinar la economía a la política, defender la industria nacional, reconocer la importancia de los sindicatos y de las empresas de la economía social y solidaria en la conformación del tejido social, implementar el Consejo de la Economía Popular, reglamentar la Ley de Agricultura Familiar, sancionar urgentemente la Ley de Emergencia Alimentaria, facilitar el acceso a los servicios de salud, responder a la problemática de los/as jubilados/as, fortalecer el presupuesto destinado a educación, poner el sistema financiero al servicio de la producción, facilitar el compre estatal pyme y de la economía popular y social, resaltar la importancia del papel para periódicos que debe servir al interés colectivo de la libertad de expresión, entre otras tantas medidas.
Seguramente la enumeración tan sintética puede quitar la riqueza de cada uno de los ítems enunciados y de los obviados por razones de espacio, pero resulta un programa que está en las antípodas del modelo de ajuste que implementa Cambiemos, y que seguirá aplicando si obtiene la reelección, como lo acaba de expresar el presidente Macri: «Vamos a ratificar este camino de cambio».
La reunión y el documento son una referencia importante en la construcción de consensos para lograr un frente amplio, diverso y plural con una orientación programática del tipo de las consignas aquí comentadas, y de otros varios programas que siguen la misma línea. «