«Las universidades y los profesores son nuestros enemigos”, solía decir ya desde 2021 J.D. Vance, que aún no era vice-presidente de los Estados Unidos, ni senador por Ohio, pero ya por entonces gustaba de citar a Richard Nixon. Y es cierto: hay una fascinación por parte de los republicanos en considerar toda forma de pensamiento que no esté amoldada a los propios prejuicios como una amenaza interna de carácter subversivo permanente. En ese contexto, Trump desmantela el Departamento de Educación federal por una orden ejecutiva (decreto) del 20 de marzo, festejado que fue por Musk, cuyo meme alusivo contiene incluso faltas de ortografía. Por ello nos remitimos a The Hechinger Report, un recomendable sitio web estadounidense formado por educadores y periodistas profesionales, que desde la Universidad de Columbia analizan la política educativa.

Ahí leemos que la estrategia de Trump en la materia está sintetizada en The 2025 Project, un conjunto de ultra conservadores regenteados por The Heritage Foundation, sí, esa organización que está desde 1973 a la derecha de Atila y fundó el reganismo en los ’80. El objetivo es la lucha contra “el Estado profundo”, “las élites”, la “ideología woke”. Estamos en presencia de un relato de poder que tiene la misma seriedad y consistencia que “los protocolos de los sabios de Sión”, y que puede ser tan peligroso como ese panfleto antisemita. Pero funciona, y eso es lo grave.

En efecto, para la administración Trump, las escuelas y universidades están manejadas por “extremistas de izquierda” que son “maníacos marxistas y lunáticos”, que rechazan “dar una visión honesta y patriótica de la historia (norte) americana”, escudados tras temas tales como “la diversidad, la igualdad y la inclusión”.

Por eso propugnan que se imponga “la estructura familiar natural” de “dos progenitores heterosexuales”, puesto que “todos los niños tienen derecho a ser educados por los hombres y las mujeres que los concibieron”. También proponen analizar «la relación entre el transgénero, el abuso infantil y la pornografía», además de prohibir los “libros ofensivos”, so pena de castigo. Por supuesto, sin ningún asidero estadístico.

El citado Proyecto 2025 sostiene que hablar en clase de raza (!) y de los riesgos del racismo introduce un sesgo contra las personas blancas. La llamada “teoría crítica de la raza”, según los ultras, establece “un mandato de grupos afines” que perturba los valores que sustentan las comunidades tales como la igualdad ante la ley sin importar el color de piel”. También acusa al gobierno federal de impedir que los padres ejerzan el derecho de educar a los hijos. Tanto, que alientan la educación a domicilio, donde los alumnos serán pasto de pastores, sin socialización más que religiosa, y todo pagado por vouchers. Es así que en nombre de la igualdad demandan que el rezo en las escuelas sea permitido, tal como en nombre de la libertad de expresión sea dado un lugar a las opiniones más conservadoras. ¿Separación de la Iglesia y del Estado? Fue bueno conocerte. Ese es el desafío de «nuevos derechos civiles», según Trump.

El sistema propuesto estará basado sobre el “mérito”, aunque no lo definen. ¿Serán los criterios de éxito en los exámenes? ¿Y quién hace y cómo corrige esas pruebas? ¿Habrá institutos de “excelencia”, librados de marginales, que al fin permitan la formación de una súper élite en modo Musk o Bezos? Para acomodar cajas en galpones tampoco es preciso mucho saber, parece, y mejor si no están sindicalizados. El tema de la seguridad en las instituciones educativas será resuelto mediante la autorización para los enseñantes de tener armas escondidas en clase, habrá veteranos de guerra como preceptores y los que molesten saldrán de las aulas para ir a los correccionales. Vemos un claro ejemplo de cómo atacar las consecuencias en vez de considerar las causas, por cierto algo que no es monopolio del actual gobierno estadounidense.

Debido a las protestas de universitarios en contra de la masacre en Gaza que tuvieron lugar el año pasado, Trump advirtió que pueden recibir multas por antisemitismo, y que recibir dinero de los “pagadores de impuestos” es un privilegio, bien lo sabe el 1%. De allí que hayan multado a la Universidad de Columbia en 400 millones de dólares por los acampes estudiantiles realizados en protesta del genocidio en medio oriente. Si en Estados Unidos existe el IVA, entonces todos pagan impuestos, en especial los más pobres. Y es con ese argumento de la pobreza que los republicanos niegan perdonar las deudas a los estudiantes, habida cuenta que condonar el endeudamiento para estudiar sería una transferencia de los pobres hacia los ricos. ¿Suena conocido? Es el argumento privatizador por excelencia. Y además las Universidades son estructuras corruptas. Adiós clase media norteamericana, tan reivindicada como castigada por el actual gobierno. Pues es la educación lo que permite el ascenso social, bien lo supimos en la Argentina allá no tan lejos y no hace tanto tiempo.

¿Qué te hicieron, Estados Unidos? ¿Dónde está Franklin D. Roosevelt cuando se lo necesita? «