“La gente quiere ir para adelante”. La frase del exembajador argentino en la OEA, Carlos Raimundi, sonaba entrecortada en el celular desde Caracas, donde asistió a la jura de Nicolás Maduro como presidente de Venezuela. Podría ser esa una buena síntesis de lo ocurrido en el país caribeño estos últimos días en que los medios internacionales batieron parches sobre una suerte de rebelión popular que encumbraría al candidato conservador Edmundo González Urrutia para coronarlo como primer mandatario. Nada de eso ocurrió, como se indica en esta edición, más allá de algunas operaciones mediáticas de escaso éxito de la lideresa de ese espacio opositor, María Corina Machado. La tranquilidad en las calles que cuentan los observadores más reflexivos se corrobora, irónicamente, por las críticas feroces contra la oposición encumbrada en la dupla González-Machado que, insólitamente, surgieron de cuentas de X claramente identificadas con el gobierno de Javier Milei que -al mejor estilo del presidente argentino- llegaron a escribir que “la oposición venezolana es lo peor que existe en la humanidad”.

Y tiene su sentido ese posteo de la cuenta en la exTwitter de @ElTrumpista, quien este viernes agrega algunas certezas que comparte el oficialismo bolivariano, sin dudas. “No hay plan, nunca hubo plan, los ilusionaron y les mintieron de nuevo. (…) El ‘presidente’ ni siquiera está en Venezuela y no tiene poder para ninguna decisión del país. Es un chiste”. Y cierra ese de tantos mensajes posteados, siguiendo esa línea de la derecha, que “el presidente -dictador- es Maduro. Le duela a quien le duela”. En otro texto dice: «El mensaje sin ningún contenido de María Corina dejó en claro que es una estafadora más del pueblo venezolano. Igual que Capriles, igual que Guaido».

Suena raro porque Maduro había dicho en su discurso de asunción que “la extrema derecha, liderada por un nazi sionista, un sádico social llamado Javier Milei, al imperio norteamericano, cree que le puede imponer un presidente en Venezuela”. Los cruces de Maduro con Milei y viceversa eran esperables desde que el paleolibertario llegó a la presidencia. Se potenciaron con el otorgamiento de asilo a un grupo de opositores en la embajada argentina, la posterior suspensión de relaciones diplomáticas y se acrecentó tras la detención del gendarme argentino Nahuel Gallo cuando intentó ingresar de manera irregular a ese país, el 8 de diciembre pasado.

Que la oposición que sostuvo la candidatura de González Urrutia en julio pasado es reconocida en el exterior como la única es fruto de una operación mediática que llevó a la cúspide de ese espacio a los sectores más ultras, más cercanos a Milei que a una derecha moderada. Un dato a tener en cuenta es que hay cinco de 23 Estados gobernados por opositores: Zulia, Nueva Esparta, Cojedes y Barinas, el distrito de nacimiento de Chávez. Además, 125 de 310 alcaldías también están en manos de opositores, lo que permite a quienes hablan de dictadura, bromear con «lo extraño que resulta una dictadura con tantos opositores al mando de distritos claves».

Los cuestionamientos a González Urrutia, que como se ve salen de quienes celebrarían la expulsión de Maduro a como dé lugar, tienen su fundamento en que el discurso con el que se presenta se choca con la realidad de que se encuentra cada vez más aislado, aunque ciertos reconocimientos tardíos parezcan decir lo contrario. Llegó a EE UU con la intención de tener su foto con Trump, pero se fue con una junto a Joe Biden. Dijo que volvería al país para asumir con un puñado de expresidentes latinoamericanos, pero no lo intentó, aunque por cierto, el gobierno había ordenado su detención. Se sabe que hubo una operación para ingresar en alguna embajada en el exterior para juramentar «en territorio venezolano», pero eso tampoco ocurrió.

Frente a sus seguidores, en Caracas, Corina Machado dijo que le pidió que no volviera. Finalmente, González envió un mensaje en el que dijo estar en algún lugar «muy cerca de Venezuela» y que volverá «en el momento propicio». Y lanzó un video dirigido a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana. «Como comandante en jefe ordeno al alto mando desconocer órdenes ilegales que les sean dadas por quienes confiscan el poder y preparen mis condiciones de seguridad para asumir el cargo», dijo. Ese alto mando juró obediencia a Maduro este mismo viernes.

Luego de esa ceremonia de asunción, Maduro asistió al cierre del Gran Festival Mundial Antifascista al que asistieron más de 2000 representantes de agrupaciones políticas, sociales y culturales de más de 125 países. Allí insistió en que su lucha es la que inició Hugo Chávez en 1999. La etapa que se viene es la de una reforma constitucional, como prometió, para darle más poder a los estamentos comunales. Esto implica que habrá elecciones de constituyentes y antes de fin de año, de gobernadores y alcaldes. Quizás estos chisporroteos de González-Machado sean los últimos de esa dirigencia como representantes de la oposición. Que logró multitud de apoyos en el exterior en una estrategia de «a todo o nada», que tuvo momentos violentos, pero que en el interior no logró cambiar un clima de optimismo y de ganas de estar en paz, por el mayor crecimiento económico de estos dos años (9% en el año que pasó) y la baja de la inflación, que en 2014 cerraría en 85%. Bastante menos que el 195% del 2023.   «

Soberanía alimentaria en cifras

Según estadísticas oficiales, en 2008 Venezuela importó 43 millones de botellas de whisky escocés, consolidando su lugar de primer importador de ese licor del mundo. Eran esos, aún, tiempos del boom de los precios del petróleo y el país caribeño importaba la casi totalidad de los insumos básicos para su economía y hasta dilapidaba fortunas en productos suntuosos. Eran años, también, en que Hugo Chávez hacía acuerdos con instituciones argentinas como el INTA y el INTI para desarrollar la producción local y sostener la soberanía en alimentos como en tecnología. Se llegó a importar hasta el 85% de los alimentos de primera necesidad.

Cuando del otro lado se tiene a un enemigo que en su caja de herramientas solo tiene sanciones económicas, aparecen crisis, como las que sufrió el país fundamentalmente desde la muerte de Chávez, en 2013. Pero bien dicen que toda crisis es una oportunidad, si es que se sabe y se puede aprovechar.

Datos oficiales de este año, que resaltó Nicolás Maduro de manera insistente, indican que Venezuela produce el 97 % de los alimentos que consume, un hito que no se registró en los últimos 120 años de la historia del país. Según la Sociedad Venezolana de Ingenieros Agrónomos y Afines (Sviaa), la producción de maíz, uno de los cultivos más emblemáticos, aumentará un 2,2% en 2024 respecto al año anterior, alcanzando 1.360.000 toneladas.

Los especialistas atribuyen estos logros a la acción de la Gran Misión AgroVenezuela (GMA), que comenzó en 2011, y de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP). Y destacan que rubros específicos como el café, la banana, el queso blanco, la mandioca, la zanahoria, las carnes de vaca, pollo y cerdo, la producción local alcanza el 100 por ciento.

“La autosuficiencia en estos rubros no solo garantiza la seguridad alimentaria, sino que también reduce la vulnerabilidad del país a las fluctuaciones de los precios internacionales de alimentos”, puntualiza un informe oficial.
El impacto de estos cambios se refleja también en que se frenó la migración hacia las ciudades al crearse oportunidades económicas en áreas marginadas.