La Copa América de Estados Unidos 2024, una especie de ensayo general para el primer Mundial de Clubes con 32 equipos en 2025 y para la Copa del Mundo de la FIFA en 2026, olvidó lo esencial, que no es invisible a los ojos: el estado de las canchas, de los campos de juego. La edición de 2024, que este martes tendrá a sus cuartofinalistas, es más la Copa América de USA: Estados Unidos “usa” al fútbol pero no lo termina de asimilar, insiste pero no despierta interés, y olvida el juego. La selección argentina jugó ante Perú su primer partido en césped natural, en el Hard Rock de Miami, en el cierre del grupo A. Había padecido la mezcla con el pasto sintético, las ondulaciones, las uniones entre los “panes” de césped y los desniveles con arena pintada de verde en el debut ante Canadá en el Mercedes-Benz (Atlanta) y ante Chile en el MetLife (Nueva Jersey). Y no sólo es el césped: todas las canchas de la Copa América miden 100 metros de largo por 64 de ancho, el mínimo autorizado por la FIFA (el Mundial de Qatar 2022 se jugó en canchas de 105×68, las medidas que requiere la Premier League).

Es la Conmebol que preside el paraguayo Alejandro Domínguez, quien llevó por segunda vez la Copa América a Estados Unidos (2016 y 2024), único país no sudamericano en organizarla en la historia. La que mudó una final de Copa “Libertadores de América” (2018) a España (Madrid). Aquella vez, la Copa no fue inaugurada por su pastor evangelista. Ahora sí. Y la cámara lo enfoca a Domínguez durante todos los partidos.

“Con todo respeto, y menos mal que ganamos, porque si no hubiera sido una excusa barata: hace siete meses que sabemos que vamos a jugar acá y cambiaron el césped hace dos días. Para el espectáculo no está bueno. No está apta para este tipo de jugadores”, expuso Lionel Scaloni, DT de la Argentina campeona del mundo, tras el 2-0 ante Canadá en el Mercedes-Benz. Frente a Chile, en el MetLife, no se veía en la transmisión oficial de la TV la línea lateral del lado de los bancos a la altura de las áreas: la tapaban las cabezas de los hinchas y los policías parados a menos de cinco metros de la línea. La TV abusa de planos cortos, extraños al juego del fútbol. El MetLife será el estadio de la final del Mundial 2026.

En una encuesta anónima de The Athletic en 2023, los jugadores de la NFL votaron al MetLife como el peor campo de juego de la liga debido a las graves lesiones: allí, Aaron Rodgers, quarterback de los New York Jets, se rompió el tendón de Aquiles. Luis Advíncula, el lateral derecho peruano que juega en Boca, se lesionó el tendón de Aquiles en la presentación ante Chile en el AT&T de Arlington. “Ésta es una cancha de césped, pero no es el césped normal que nace y crece, sino que lo traen de afuera. Lo hace un poco más duro y te puede afectar precisamente en esa parte. Hace unos cuántos años que estoy en el fútbol y sé que las lesiones de tendón de Aquiles pueden venir por ese lado”, expresó Jorge Fossati, entrenador de Perú.

Para jugar al fútbol -no al soccer-, el estado y las dimensiones de la cancha son más importantes que el tamaño del estadio. En la semifinal de la Copa América Centenario 2016 que Argentina le ganó 4-0 a Estados Unidos en el NRG de Houston, Ezequiel Lavezzi retrocedió de espaldas y, por la cercanía, chocó contra un cartel de publicidad: se fracturó el radio y se perdió la final. Pasaron ocho años. Las canchas de la Copa América 2024 miden 100×64 -cinco metros menos de largo, cuatro de ancho- porque 11 de los 14 estadios son de football americano: un campo de NFL mide casi 110×49. En el fútbol, las áreas no se pueden alterar. Las distancias entre las áreas y las líneas laterales, entonces, se achican, y las áreas grandes aparentan ser aún más grandes. Néstor Lorenzo, técnico argentino de la selección de Colombia, invicta en 25 partidos, dijo después del 2-1 del debut ante Paraguay: “Las medidas son muy estrechas. Se veía que en los saques laterales llegaban hasta el área chica. La mayoría de los jugadores están acostumbrados a jugar en un campo más ancho y largo”. Lorenzo apuntó que “la pelota se frenaba”. Colombia-Paraguay se jugó en el NRG de Houston, donde Argentina jugará este jueves los cuartos de final.

Al césped y a las medidas se le suma el calor, los casi 40 grados de sensación térmica que provocaron el desmayo dramático del juez de línea guatemalteco Humberto Panjoj en el Canadá-Perú en el Children’s Mercy Park de Kansas. Y los estadios gigantes -semivacíos- que la Conmebol priorizó en lugar de los más chicos de fútbol de la MLS (algunas canchas miden 120×70). Los hinchas sudamericanos se ausentan, además, por la lejanía y el alto costo. Y porque Estados Unidos, un país en el que el fútbol les gusta a las minorías, sobre todo latinoamericanas, exige pagar una visa para poder entrar. Business are business.

El espejo de la Eurocopa, las imágenes de estadios llenos y canchas impecables en Alemania, sobrepasó las comparaciones periodísticas. “Es frustrante. Cuando venís a Estados Unidos, jugás en un estadio que puede albergar a 70 mil personas, pero asisten 25 mil. No tenés atmósfera. Y, encima, jugás en un campo de fútbol americano, con césped recién colocado, emparchado y que se rompe a cada paso”, dijo Weston McKennie, capitán de la selección de Estados Unidos y mediocampista de la Juventus de Italia, a The Athletic. “En la Euro juegan en grandes campos, en gran césped, en estadios de fútbol y te das cuenta en la calidad del juego. Podés tirar una pared sin preguntarte si acaso la pelota saltará antes de que puedas pegarle. El fútbol es un negocio, se trata de dólares y dinero en los bolsillos, pero al final del día necesitamos las mejores condiciones para poder hacer lo que amamos y conseguir los mejores resultados”. Estados Unidos, que perdió 2-1 ante Panamá en el grupo C, se juega este lunes la clasificación a los cuartos de final frente a Uruguay. Danger.