La danza de apareamiento entre La Libertad Avanza y el PRO sumó un nuevo movimiento. Este miércoles Javier Milei volvió a mostrarse dispuesto a cerrar una alianza con su antecesor Mauricio Macri para encarar la batalla legislativa de este año. Luego del ultimátum que envió el propio presidente en otra entrevista, en la que aclaró “vamos juntos en todos lados o separados”, el libertario volvió a abrir la puerta a un posible acuerdo en medio de las tensiones con la cúpula del espacio amarillo.
Los dichos del presidente sorprendieron. Llegaron sólo un par de horas después de que una cuenta asociada a su principal asesor, Santiago Caputo, se dispusiera a atacar a las ex funcionarias cambiemitas María Eugenia Talerico y Jimena de la Torre por la existencia de un mecanismo interno de la AFIP aparentemente utilizado para perseguir empresarios y dirigentes políticos ligados al peronismo. En la mesa chica del gobierno sostienen que el libertario siempre tuvo intenciones de concretar una alianza con el ex mandatario, lo que no gustan aclarar es la letra chica del contrato.
Como contó este medio en ediciones pasadas, para Caputo el PRO es cosa del pasado. El triunfo de las elecciones, la imposibilidad del partido de marcar una agenda propia y, por sobre todo, los números que devuelven cada una de las encuestas que llegan al Salón Martín Fierro de la Casa Rosada verifican la hipótesis del asesor. Este sugestivo presente lo habilitó a llevar adelante una tarea que lo motiva más que su ingesta diaria de Mango Loco: comandar la fuga de figuras amarillas para teñirlas de violeta.
La estrategia del Mago del Kremlin es sencilla. El desembarco de referentes del ex Juntos por el Cambio al gobierno no sólo lo habilita a ensanchar el músculo de la gestión libertaria gracias a la experiencia ajena, también le garantiza disponer de Macri para cualquier negociación. Todo mientras en público el libertario se muestra dispuesto a negociar. Un doble juego llamativo en el que el PRO parece siempre terminar cercado por los cerebros de LLA.
Atento a cada uno de los movimientos de Caputo, el calabrés ordenó a su tropa a salir a la cancha. La última semana de diciembre, pocos días después del acto que Karina Milei encabezó en un teatro porteño, Jorge Macri anunció el desdoblamiento de las elecciones en la Ciudad. El movimiento enfureció al círculo íntimo del presidente, quienes leyeron esta decisión como un grito de guerra en el territorio que los armadores libertarios desean conquistar sin apoyo del macrismo.
De la mano de Pilar Ramírez, presidenta del bloque libertario en la Legislatura; Yamila Fernández, apoderada de LLA en CABA; y Juan Pablo Scalese, el joven armador porteño, El Jefe planifica marcarle la cancha a los Macri en la Ciudad. Con actos, encuentros y una reedición 2.0 de los timbreos que llevaron al bostero a la gestión, los libertarios trabajarán todo el año para afianzar el nombre del partido en el territorio y lograr hacerse del electorado del PRO en su kilómetro cero.
Una historia de amor no correspondida
En el lejano 2023, cuando su entonces candidata quedó tercera en la elección general que el peronismo logró conquista a contramano de todos los pronósticos, Macri decidió apoyar a Milei en el balotaje con la fantasía de concretar una alianza de gobierno que le permitiera quedarse con bancas claves de la gestión libertaria. No ocurrió. El sueño del macrismo de volver al poder usando como médium al economista de pelos revueltos fue coartado por Santiago Caputo, el asesor que se convertiría en la piedra más grande del zapato del calabrés.
Desde aquel momento, el ex estudiante de ingeniería blindó al entonces candidato para evitar todo desembarco arribista del macrismo. Caputo -a quienes muchos lo acusan de tener un encono personal con el ex presidente desde su fugaz paso por los equipos de Marcos Peña en el neonato Cambiemos-, limitó la llegada de funcionarios amarillos a la gestión y cedió lugares sólo en las segundas y terceras líneas de gestión, con la condición irrevocable de abrazar las ideas de la libertad.
De esta forma, el asesor impidió que el ex presidente lograra hacerse de las carteras de Energía e Infraestructura, prometidas para sus amigos Javier Iguacel y Guillermo Dietrich, el manejo de la Hidrovía, la conducción de la Inspección General de Justicia, entre otras áreas claves. Aquel estratégico movimiento enfureció al heredero del Grupo SOCMA, poco acostumbrado a recibir un no como respuesta. Desde aquel momento, la guerra fría entre los caballeros no tiene fin.
Si bien en un principio Macri se mostró con intenciones de dejar gobernar al presidente, la misericordia no duró mucho. La consolidación de la gestión libertaria alertó al calabrés y desde ese momento inició un operativo despegue que, hasta ahora, no tuvo grandes éxitos. Fue durante el relanzamiento del PRO que encabezó en agosto del año pasado donde echó luz al conflicto con el Triángulo de Hierro. «Lo que pudimos ayudar fue a pesar de su entorno», dijo en aquel momento el ex presidente, apuntando todos sus cañones a Santiago Caputo y Karina Milei.
Quienes conocen de cerca al presidente advierten que el peor error que cometió Macri fue meterse con su hermana y su amigo. “Pelearse con ellos es peor que putearle a los padres”, ilustró a Tiempo una fuente de diálogo habitual con el primer mandatario. El avance del verano traerá consigo las definiciones que, por ahora, ninguno de los dos espacios se apresura a dar. A pesar de que las diferencias son cada vez más profundas, una coincidencia los une: ni Macri ni Caputo están dispuestos a perder.