El presidente Mauricio Macri dio instrucciones esta semana a una parte de su Gabinete para que aceleren los «contactos informales» con la Casa Blanca con el fin de obtener una visita oficial a Washington «lo más pronto posible» y reunirse con su par estadounidense, Donald Trump. La información fue confirmada a Tiempo por fuentes del Palacio San Martín, aunque dentro de la Casa Rosada confiaron que la orden va más allá del Ministerio que conduce la canciller Susana Malcorra e incluye a su par de Energía, Juan José Aranguren; al secretario de Asuntos Estratégicos, Fulvio Pompeo; al jefe de asesores José Torello; y al embajador argentino en los Estados Unidos, Martín Lousteau. El pedido presidencial para acelerar los contactos «informales» ocurrió en medio de una semana cargada de señales negativas desde la administración Trump para Macri. La más conocida fue el retorno de las «entrevistas consulares a los argentinos menores de 16 años y mayores de 65 que soliciten visas». Un trámite que había sido eliminado desde septiembre pasado, luego de la visita del entonces secretario de Estado John Kerry a Buenos Aires para formalizar el Diálogo de Alto Nivel que habían acordado Macri y el mandatario Barack Obama en marzo. Uno de esos puntos fue la aplicación del sistema «Global Entry», primer paso de flexibilización de las visas estadounidenses para ciudadanos argentinos que luego iba a ser formalizado dentro del «Visa Waiver Program» que tuvo su era dorada durante los dos gobiernos de Carlos Menem.
Trump todavía no cumplió su primer mes como nuevo inquilino de la Casa Blanca, pero ya suspendió el matiz de las visas y el ingreso de limones argentinos al mercado norteamericano. Se trata de otra preocupación de Macri, que se inflamó esta semana cuando supo que los productores de cítricos de California, Missouri y La Florida, a través de sus grupos de lobby, ya comenzaron gestiones con las autoridades del Servicio de Inspección Sanitaria Animal y Vegetal (APHIS) y del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA) para que extiendan el freno de 60 días que implementaron por orden de Trump.
Las barreras políticas y comerciales contra los productos argentinos podrían extenderse al biodiésel y a la carne vacuna debido a las presiones de los productores norteamericanos que han hecho generosos aportes a la campaña electoral de Trump. El peso de esas influencias, al menos en el caso cítrico, ya golpeó las puertas del vicepresidente Michael Pence, el mismo que este viernes tuvo una breve conversación «grupal» con su par argentina Gabriela Michetti, que viajó a Washington para participar del Desayuno Nacional Religioso que se realiza en esa capital luego de la asunción de un nuevo mandatario. A pesar de los escasos minutos, y del breve saludo que le dedicó Trump, Michetti intentó abordar la controversia de los limones con el senador demócrata por Delaware Chris Coons, que una semana después de la asunción de Trump firmó junto a sus pares Marco Rubio (Republicano-Florida) Tim Kaine (Demócrata-Virginia) y James Lankford (Republicano-Oklahoma) una declaración para continuar la relación con Argentina. «Los cuatro firmantes, pero especialmente Rubio, son directamente despreciados por Trump. Es difícil de entender por qué el gobierno argentino intenta cambiar una decisión del nuevo presidente a través de ellos», evaluó uno de los empresarios que alertó a Buenos Aires del lobby cítrico.
El elenco «interdisciplinario» que tiene la misión de lograr una cumbre «Macri – Trump» exhibe las dificultades de Cambiemos para llegar al nuevo jefe de la Casa Blanca. Torello tiene contactos con Eric Trump, hijo menor de Donald, mientras que el ministro Aranguren cultiva una relación de empatía con el flamante secretario de Estado, Rex Tillerson, ex CEO global de ExxonMobil. «