Mauricio Macri repitió en Mar del Plata los lineamientos centrales que comenzó desplegar desde que arrancó con el «Sí, se puede, tour». A eso le agregó la agresividad que incorporó a partir del segundo round del debate presidencial del domingo pasado. El presidente apeló una vez más a los tópicos clásicos del discurso antiperonista. Aseguró que estaba “en juego la libertad” en la próxima elección. Se preguntó, con sorna, “dónde están los micros”, apuntando al clásico prejuicio que sostiene los asistentes a los actos del justicialismo no van por propia voluntad sino “llevados”, a diferencia de los ciudadanos libres que estaban presentes en el evento de Juntos por el Cambio.
La convocatoria, que fue en la esquina clásica de la ciudad balnearia de Avenida Luro y la Costa, fue multitudinaria. Acompañando al presidente en el escenario estaban la gobernadora bonaerense, María Eugenia Vidal, y el actual candidato a intendente marplatense, Guillermo Montenegro, que ganó las PASO de Cambiemos, el frente más votado el 11 de agosto en la categoría municipal aunque con una diferencia ajustada que dejó abiertas las chances para Fernanda Raverta, postulante del Frente de Todos.
“No vamos a aceptar que nos roben el futuro”, dijo el mandatario, micrófono en mano, en uno de los tramos de su intervención. Después atacó a Alberto Fernández con municiones que ya había usado en el último debate. “Quieren que nos callemos. Ya son varios meses que aguantamos con el dedito y el atril”.
Macri retomó un argumento históricamente utilizado por la derecha argentina, la idea de la “mayoría silenciosa” formada por los ciudadanos despolitizados. “Somos una mayoría que no nos movilizábamos. Eso dejó un espacio libre para gente que tomó el gobierno y se creyó dueña del Estado”. “Dijeron que iban por todo, hasta por nuestra libertad”, agregó, llevando la polarización hasta el extremo.
Al hablar sobre su gestión, el presidente apostó una vez más a la herencia recibida. Trató de sostener que este mandato fue para “sentar las bases del crecimiento”. “Las cosas fueron más difíciles de lo que pensábamos. Los problemas eran más complejos y resolverlos lleva tiempo. Pero no nos equivocamos cuando dijimos que podíamos cambiar”. Y en un extraño giro, como si no fuera la misma persona que minutos antes acusaba a la oposición de encarnar todos los males posibles, remarcó: “Demostramos que se puede gobernar sin generar ni odio ni miedo, sólo mostrando el rumbo al futuro. Podemos dialogar, como dijo la maravillosa gobernadora bonaerense”. “Lo que hicimos-agregó Macri-fue sentar las bases de los cimientos para crecer los próximos cuatro años. Y ahora, con el dedito levantado, ellos nos quieren decir que saben lo que hay que hacer. ¡Por Dios!”.
Durante buena parte del acto hubo una llovizna leve cayendo sobre Mar del Plata. Cuando se detuvo, Macri aprovechó para desplegar una nueva dosis de antiperonismo. “Paro de llover pero lo que no veo son los colectivos. ¿Cómo vinieron hasta acá entonces? Ustedes están siendo protagonistas de algo histórico”.
Para cerrar, el presidente le hizo un pedido a sus simpatizantes: “Busquen a los que están dudando para los convencerlos de acompañarnos”. Luego apuntó el micrófono hacia la nutrida concurrencia y comenzó a sonar en los parlantes el hit del tour oficialista: “Esto se da vuelta”.