El ex presidente brasileño Luiz Inácio «Lula» da Silva dejó el Sindicato de Metalúrgicos en San Pablo y es trasladado en helicóptero al penal de Curitiba.
Poco antes, el ex mandatario, junto a su abogado, estaba en un auto que se disponía a abandonar el Sindicato de los Metalúrgicos de Sao Bernardo do Campo, su cuna política en las afueras de San Pablo, pero enfrentó una masa humana que no le permitió moverse, por lo que salió del vehículo y se dirigió nuevamente al interior del edificio.
Repaso del día
La multitud, que desde el jueves pasado rodeó el edificio, se ha ido reduciendo desde que Lula anunciara esta mañana en un encendido discurso que se entregará para comenzar a cumplir la pena de 12 años y un mes de cárcel que le impuso la Justicia por corrupción, pero aún permanecían en los alrededores varios cientos de personas, según mostraron cadenas de televisión locales.
Decenas de ellas se agolparon a las puertas del estacionamiento del sindicato y, en medio de muchos empujones con los responsables de la seguridad de Lula, impidieron la salida del coche.
En las cercanías del edificio, también se encuentran varias camionetas que, al parecer, son de la Policía Federal, que serían encargadas de custodiar al ex mandatario hasta el lugar donde se concretará su entrega, que aún no ha sido revelado, informó la agencia de noticias EFE.
En cualquier caso, una vez que Lula esté en manos de la Policía, será trasladado a la ciudad de Curitiba, en el sur del país, donde le espera una celda de 15 metros cuadrados que ha sido preparada especialmente para él.
En Curitiba, un nutrido operativo policial espera la llegada de Lula, donde simpatizantes y detractores del ex presidente han protagonizado escenas de tensión e incidentes entre detractores y partidarios del político nacido hace 72 años en Pernambuco, en el nordeste de Brasil.
Desde que se conoció la intención del ex mandatario, cientos de simpatizantes se han reunido frente a la sede policial.
La presidenta del Partido de los Trabajadores (PT), Gleisi Hoffmann, convocó hoy a toda la militancia de izquierdas a «ocupar» Curitiba -también Brasilia- hasta que el ex presidente brasileño sea liberado.
En la noche del jueves, un detractor de Lula resultó herido en Curitiba y tuvo que ser intervenido quirúrgicamente cuando fue golpeado por un simpatizante y lanzado contra un camión que lo atropelló.
El auto de prisión contra Lula fue dictado el pasado jueves por el juez federal Sérgio Moro, responsable por su caso y quien le dio plazo para la entrega hasta la tarde de ayer.
Lula ignoró ese plazo y hoy, tras un acto junto a dirigentes del Partido de los Trabajadores (PT) y de movimientos sociales, anunció su decisión de entregarse.
«Voy a cumplir el mandato», sostuvo Lula en San Paulo, en referencia a la orden del magistrado del caso «Lava Jato», mientras miles lo ovacionaban en los alrededores de la sede del Sindicato de los Metalúrgicos, su cuna política desde sus tiempos de joven líder sindical.
«No les tengo miedo, voy a demostrar que soy inocente», proclamó en el que probablemente haya sido su último acto político antes de ser llevado a la cárcel en la ciudad sureña de Curitiba.
Medios brasileños informaron que sus abogados negociaron su entrega a la Policía para hoy, para después de que se celebrara una misa en memoria de su fallecida esposa, Marisa Letícia, que habría cumplido hoy 68 años.
«No los perdono por haberle dicho a la sociedad que soy un ladrón», dijo el ex líder sindical ante la consistente masa de seguidores apostados en la periferia de San Paulo.
Lula fue condenado en enero en segunda instancia a 12 años y un mes de prisión por cargos de corrupción en el contexto del Lava Jato, una megacausa que salpica a casi toda la clase política brasileña.
La sentencia se produjo a pesar de que los magistrados reconocieron que no hay pruebas materiales que demuestren que el imputado sea dueño del departamento que habría recibido como parte de un soborno de la constructora OAS.
La Justicia rechazó varios recursos de su defensa para evitar una orden de arresto, aunque los abogados de Lula sostienen que aún no se agotaron todas las instancias, y por lo tanto esta orden de arresto les resulta arbitraria.