En Moscú Teatro, a finales del año pasado, Luciano Cáceres hizo algo que en su extensa carrera no había hecho: asumió el desafío de hacer su primer unipersonal, lo que significaba una vuelta al teatro off, de donde surgió, pero ya siendo un actor popular. Aquella pieza escrita y dirigida por Francisco Lumerman, titulada Muerde, funcionó más de lo esperado, y se fue de gira a Mar del Plata, ganando el premio Estrella de Mar a Mejor unipersonal. También fue un suceso en Madrid, donde tuvo una presentación en el marco del programa Conexión Buenos Aires Madrid en Casa de Américas. Ahora volvió y por el éxito cosechado de boca en boca, se mudó a una sala más grande, a Timbre 4.
Cáceres está feliz: “Fue un cambio porque nos quedaba chica la sala, se agotaba muy rápido. Además, después del Estrella de Mar y la gira que armamos, la gente se sumó y fue creciendo. Por suerte la gente de teatro siempre nos ayudamos y en Timbre 4, que nos invitó amablemente, encontramos un nuevo espacio. La verdad que está funcionando bárbaro porque no se pierde la intimidad y la potencia que tiene que haber para que llegue lo que cuento. Fue un crecimiento natural que se fue dando, nunca forzamos nada.”
En los 50 minutos que dura la obra, el actor deja todo: narra desde la violencia y los abusos recibidos por el protagonista, así como su manera de entender el amor y demás detalles de su vida que se van abriendo a medida que avanza la historia. Muerde es un thriller entre el policial y el drama, donde se cuenta la historia de un joven con retraso madurativo abandonado por su familia en una carpintería, criado como si fuera un perro. “Es una pieza única, un material que conmueve mucho. Es una obra que genera muchas preguntas, interpela al espectador de una manera poco sutil, sino que es un cachetazo. Siempre quisimos que sea una experiencia única, nos propusimos con Francisco que pase algo en cada función y por suerte lo logramos. Provoca mucho al que va a que la recomiende, es un boca en boca imparable. A cada lugar que vamos, porque a veces salimos de acá de Capital, siempre vamos por dos funciones y terminamos haciendo cinco funciones llenas. Es un delirio hermoso.”
La temporada en la costa fue muy bien, pero el actor asegura: “Sigue habiendo público para Muerde, a pesar de todo, se agota rápido porque la gente necesita historias que la dejen pensando.” Que algo tan artesanal, algo que pensaron que era chico, que la dupla creativa rumió para que sea algo de nicho, como unas funciones en una sala de Villa Crespo, termina siendo toda una novedad destacada dentro de las propuestas de la cartelera. “Esto tiene vida propia, veremos dónde nos lleva. No tenemos más que agradecer. Es una forma de hacer teatro en la que yo me forme y que funcione me da la satisfacción de saber que todo ese amor que uno le pone vuelve y ninguna circunstancia te va poder detener más que el deseo”.
El actor continúa siendo parte de la obra comercial El beso, en el teatro Astral, de jueves a domingo, dirigida por Nelson Valente, donde compartirá con Luciano Castro, Jorgelina Aruzzi y Mercedes Funes. Pero el unipersonal es algo especial, por tener que sobrellevar todo el peso narrativo en sus espaldas. “Lo disfruto mucho y a pesar de ser mi primera experiencia, me sentí muy cómodo desde el comienzo de este maravilloso viaje. Se genera algo especial con el público, algo cercano, hay una conexión que los lugares chicos y medianos nos permiten. Puedo mirar a la cara a cada uno de los espectadores y ver qué les pasa. Algunos se ríen en algunos pasajes, otros me hacen caras, asienten a lo que digo, o puedo ver como reaccionan, eso te da mucha tela que cortar y ese juego es hermoso. Yo estaba muy acostumbrado a triangular con mis compañeros antes que estalle la emoción en el espectador. Pero esto es otra cosa, la verdad que quiero seguir haciéndolo. Lo estoy disfrutando mucho”.
El actor tiene una formación tradicional y le gusta recorrer distintos géneros, tocando distintas teclas. “Contento de poder transitar este tipo de laburos, pero al mismo tiempo estar en el circuito comercial. Pero Muerde tiene algo de particular que es ese plus que te da la autogestión: tu deseo y el de todo un equipo para hacer algo es único. Arriesgamos desde lo artístico, para ir más allá de lo económico sino para probar algo que teníamos ganas. Pero obvio que funcione y se agote donde la hagamos es algo espectacular y que motiva a seguir. Una maravilla”.
Luciano Cáceres siempre está activo: “Me gusta hacer. Tele, cuando vuelva a haber, teatro comercial, estatal o a pulmón, como lo hago desde hace más de 36 años. Cine, películas chicas, películas grandes, lo que me guste y me dé ganas, lo hago. Nada ni nadie te puede detener si tenés la determinación. Actuar es mi vida. Es un lugar creativo, es donde pruebo cosas, donde me meto en problemas. No me imagino haciendo otra cosa. Ojalá pueda seguir viviendo de esto. Pero aun así el teatro me va a acompañar, hasta que termine mi pasaje en este plano, de eso estoy seguro”, sentencia.
Muerde, con Luciano Cáceres
Unipersonal escrito y dirigido por Francisco Lumerman. Domingos a las 18 en Timbre 4, México 3554.