Emily Brontë  (Inglaterra, 1818-1848), Alejandra Pizarnik (Argentina, 1936-1972), Anne Carson  (Canadá, 1950) y Robin Myers (EE UU, 1987, ya tienen quien los musicalice. La compositora y cantante argentina que reside en Suiza Luciana Morelli lo hace en el tercer disco que acaba de publicar, “Words of the Wind”.

Lo llamativo de este nuevo trabajo es que lo hace de una manera personal jugando con el jazz, lo folklórico, lo académico e incluso con lo experimental

De esta forma, consigue generar un espacio en el que las palabras se integran de manera simbiótica con las sonoridades, las tramas y las diversas formaciones instrumentales que acunan la expresiva voz de la artista.

Así Morelli enmarca cada poema en un universo sonoro propio gracias a la equilibrada selección de los materiales tímbricos y armónicos y a los arreglos en los que conviven la inteligente utilización de un cuarteto de cuerda hasta un bombo legüero.

Sin pretender ser un trabajo de corte experimental, Words of the Wind tiene ciertos contactos con trabajos de artistas como Mark Hollis (Mark Hollis), Annette Peacock (An Acrobat Heart) o Kate Bush (50 Words for Snow), en los que la presencia en primer plano de la voz y una instrumentación que varía entre lo austero y lo ecléctico consiguen un equilibrio atrapante entre las palabras y los sonidos.

Tiempo dialogó con Morelli, una creadora que muestra una personalidad artística poco habitual.

Luciana Morelli

-¿Qué es lo que te motivó a elegir vos, Luciana Morelli, específicamente los textos de estas poetas?

-Estaba buscando poemas que me conmovieran, que me que me gustaran y que además me interpelaran de alguna manera. Pensé en autoras mujeres pero trataba de encontrar un criterio que me motivara. Y me gustó la idea de que fueran poetas de distintos tiempos y espacios. Cada una tiene diferentes estilos, lo que también me sirvió para generar un marco conceptual y diversas estrategias compositivas respecto del tipo de música que quería aportarle a cada una de sus poesías.

También me propuse el desafío de probar y trabajar con diferentes materiales y timbres. Como compositora me dio la posibilidad de explorar distintos ensambles y distintas instrumentaciones. En cierto modo fue como jugar con estilos distintos. Lo que sí mantuve fue el criterio de respetar los idiomas de cada poema, ya sean en inglés o en español y tratar de interpretar su sentido en el idioma original.

-¿Cómo una compositora y cantante como Luciana Morelli cada poesía teniendo en cuenta que estas provienen de autoras de distintos orígenes, historias y épocas?

-Hice un trabajo exhaustivo para lograr que cada verso me motivara a interpretarlo de una manera completamente distinta. Cada uno me ofrecía una información, un cierto guiño de cómo podía jugar con las palabras de cada autora. Esto me posibilitó que cada canción tuviera un universo sonoro y armónico propio. Y creo que afortunadamente pude hacerlo.

Traté de ir por ese camino sin preocuparme  por esta diversidad de estilos y puntos de vista que me proponían las palabras de las autoras. De todos modos intenté poner sus palabras en diálogo con la música y creo que hay una cierta unidad, que finalmente se consiguió un concepto estético que vincula a todas las canciones del disco, a pesar de que cada una tiene su propia característica.

Siento que la idea de proponer unir estos dos universos, el de la palabra y el de la música, posibilita hablar de las pasiones y de las experiencias humanas. En cada canción se están tocando distintos tópicos y me gusta que la persona que escuche el disco pueda compartir ese viaje que yo transité en el momento de componer las canciones.

-En el disco conviven diferentes formaciones instrumentales.

-Me propuse dejar abierta la posibilidad de utilizar distintas instrumentaciones. Estuve escuchando muchas obras para cuartetos de cuerdas, en especial las de Maurice Ravel, por ejemplo. Conocer más a fondo este tipo de orquestaciones me motivó mucho, ya que las posibilidades que tienen los instrumentos de cuerda son muchas y son ideales para interactuar con la voz y con lo que siento que proponían los poemas que elegí.

A su vez traté de generar diálogos entre lo melódico y lo armónico con los sonidos más cercanos al ritmo que se pueden conseguir con este tipo de formación. Obviamente, que fue una experiencia que me abrió muchas posibilidades que significan un punto de partida para lo que me interesa incluir en mis propias composiciones. Este disco me sirvió mucho para aprender y para pensar en las posibilidades a futuro.

Para la partitura que escribí sobre “Town on the way through God’s Woods”, el poema de Anne Carson, me basé muchísimo en obras en las que se crean frases y secuencias que se van entramando y generan una especie de canon casi hipnótico. En el tema de Alejandra Pizarnik, “Los trabajos y las noches”, me influyó mucho la “Canción del fuego fatuo” de la obra El amor brujo de Manuel de Falla porque me gustaba mucho el tratamiento melódico y armónico que tiene.

Si prestás atención te das cuenta de que los arreglos están basados en esa obra. Y en la parte folklórica que le aporté me inspiré en los arreglos de Andrés Pilar, director, arreglador y pianista de Don Olimpio. Presté mucha atención a como él hace las orquestaciones. Él también tiene vientos en el grupo. Esta obra en principio la escribí para una big band. Después hice la reducción y quedó la versión que finalmente aparece en el disco.

-Aunque en ambos se identifica a Luciana Morelli, tus dos discos anteriores tienen características diferentes entre sí. Y a su vez, Words of the Wind da otro giro importante entre lo musical y lo conceptual. ¿Estas variantes forman parte de la búsqueda de tu propia voz como compositora y cantante?

-Yo, Luciana Morelli, trato de pensarme como artista. Soy cantante y compositora, pero no me considero cantante de jazz o de folklore. Creo que estos últimos años fueron de gran aprendizaje. Mandalas (2014) fue mi primer disco y fue como una especie de explosión que me permitió la entrada al ámbito del jazz. En ese trabajo hay algunos estándares y hay algunos temas míos en los que ya manifestaba las ganas de componer o de decir algo propio. No creo que esté totalmente logrado y, la verdad, es que hoy me da un poco de pudor ese disco.

Pero igual le tengo cariño, porque fue el primero. Lo abismal, el agua es un disco que saqué en 2021, en el que todas las composiciones eran de mi autoría. En los últimos años siento que fui encontrando mi propia paleta de colores sonoros, y un espacio artístico y estético con una visión más clara. A su vez, meterme en un camino más introspectivo me permitió conocer y trabajar con muchas más herramientas.

 Por eso viene a estudiar composición a Suiza. Todo esto me permitió sentirme más a gusto con mi labor como compositora e intérprete. Por todo esto creo que este es un disco más maduro en el que pude volcar lo que aprendí en todo este tiempo.