La inspiración surge en cualquier rincón. Si algo define al conurbano bonaerense es su capacidad de reinvención, su identidad única y su gente, que convierte lo cotidiano en extraordinario. Y quien sabe plasmar esa esencia es Luciano Mogni, conocido artísticamente como Luc Mogni. Nacido en Avellaneda, publicista recibido en la Universidad Nacional de Lomas de Zamora (UNLZ), comparte su trabajo a través de sus redes sociales como luc.mogni, donde lo siguen más de 52 mil personas a quienes él llama «la gente real». Allí sube todo su material en fotos y relatos que capturan la esencia de su arte. Con exhibiciones itinerantes y una galería en San Telmo sobre la calle Balcarce 854, este creador ha llevado el Conurbano a las paredes del arte contemporáneo.
Cada trazo tiene su origen. Como muchas grandes ideas, todo comenzó por casualidad. Durante la pandemia, encerrado en casa como todos, el pintor Luc Mogni encontró una nueva forma de recorrer el Conurbano: Google Street View. «No era algo planeado», cuenta. En ese recorrido digital, descubrió imágenes que capturaban la esencia de su tierra: «Chicos en una esquina, otros empujando un auto, escenas cotidianas que, por la pandemia, habían quedado fuera de nuestra vista». Al principio, buscaba murales propios, pero terminó encontrando momentos que merecían ser inmortalizados. Con pintura látex y tablas de MDF, comenzó a transformarlos en arte.

Los colores del Conurbano están en su gente. «No llevás cultura a los barrios, la cultura ya está ahí», afirma el artista. Su trabajo rinde homenaje a los trabajadores, a quienes luchan cada día y hacen que las cosas sucedan. Como la «Gomería del Gordo Cósmico», un comercio de Burzaco que abre a las seis de la mañana y que, gracias a él, se convirtió en una obra e incluso en una experiencia inmersiva en plena Recoleta.
La pintura es un puente con la realidad. No solo se trata de pintar, sino de observar la reacción de quienes se ven reflejados en su obra. «Presento mis cuadros en el barrio para ver qué pasa con quienes reconocen esas escenas como parte de su vida», explica el muralista. Porque, para él, el arte y la publicidad convergen en la elección de la imagen, su presentación y el impacto que genera.
Cuando la imagen cuenta su propia historia. «Para mí, cuando la realidad supera la ficción, ahí estoy para inmortalizarla», dice. Y ha encontrado escenas únicas: desde superhéroes empujando un Fiat 147 hasta un hombre transportando una pileta de plástico en el techo de un Renault 18. «Me contactó y me contó que se la habían pagado en canje, así que tuvo que llevarla como pudo», recuerda entre risas.
El arte también es humor y sorpresa. «Si una imagen tiene un guiño cómico o me saca una sonrisa, vamos por buen camino», asegura. Y el público lo confirma: «Cuando ven el cuadro, ya se ríen, y cuando conocen la historia detrás, no lo pueden creer».
La identidad del conurbano en cada pincelada. Luc Mogni ve en el conurbano una estética pop única. «Tiene sus olores, sus sonidos, su imagen», dice. Lo demuestra en su serie «PopuArt», donde inmortaliza íconos de la cultura popular: el mate, el tetrabrik de Termidor, el sifón de soda, el choripán. «Como hacía Warhol con la sopa Campbell, pero con lo nuestro».

El arte debe salir a la calle. Su obra no se queda en los cuadros. «Me invitan a kioscos, locales de ropa, Trenque Lauquen. Donde me convocan, voy». Quiere que su arte llegue a la gente en los lugares más inesperados, donde su impacto sea mayor. «El arte debe generar algo positivo. Me encanta cuando la gente se vuelve informante de escenas y me envía fotos o noticias. Que descubran algo, sonrían y se sientan representados. En estos tiempos, eso ya es mucho».
Las historias detrás del lienzo cobran vida. Este año, su objetivo es lanzar un libro que revele las historias detrás de sus cuadros, con entrevistas a los protagonistas de esas escenas convertidas en arte. «Queremos saber qué pasó ese día, por qué estaban ahí, cuál es la historia real detrás de cada pintura».
La creatividad no tiene excusas. Para los jóvenes que sueñan con el arte, el creador tiene un mensaje claro: «No hay limitaciones. Si no hay acrílicos, usá látex. Si no hay lienzo, usá cartón. Lo importante es plasmar la idea y seguir pintando». Su trayectoria demuestra que la creatividad y la constancia pueden convertir lo cotidiano en extraordinario.
Así, el ilustrador sigue llevando el conurbano a los muros del arte, una pincelada a la vez. Con humor, identidad y la certeza de que lo real, lo cotidiano y lo auténtico siempre merecen ser celebrados.