Desde que sucedieron las explosiones en Beirut, el Museo del Cine Pablo Ducrós Hicken volvió a ser el centro de polémicas. Cuando se supo qué motivó la tragedia en la capital del Líbano, un inspector de Seguridad de trabajo del gobierno de la Ciudad avisó a algunos medios de comunicación que podría pasar algo similar en el Museo del Cine de la Ciudad.
Sin embargo, Tiempo Argentino (después de una nota periodística en otro medio), se comunicó con autoridades del museo quienes reconocieron los problemas técnicos y edilicios que existen pero negaron la gravedad del problema. Los trabajadores, quienes están en contacto día a día con el material, se contactaron con este diario para relatar los peligros en el museo y para ratificar la denuncia respecto del lugar.
“Por supuesto que el hecho en Beirut no está relacionado con lo que sucede en el Museo del Cine porque en Beirut había 2600 toneladas de nitrato de amonio que si bien es un nitrato que requiere de fuego externo para incendiarse se trataba de cantidades abrumadoras. En ningún caso sería igual. Pero sí en el Museo hay nitrato de celulosa que está cuidado por expertos pero eso no quita la grave peligrosidad de tener un depósito que no tiene las condiciones adecuadas en el medio de red urbana de La Boca”, explica María Martha Notari, delegada de ATE (Asociación de Trabajadores del Estado) del Museo del Cine.
En ese lugar hay 600 latas, que implica aproximadamente una tonelada y media de nitrato de celulosa. “Todos los trabajadores en asamblea -que se mantienen una vez por semana a pesar de la pandemia- en el año 2018 y luego de ocho años de estar pidiéndole al gobierno de la Ciudad que pusiera en condiciones los depósitos sobre todo de nitrato, pero también de todos los rollos de películas que son 90 mil, y no ser escuchados como corresponde, pedimos un amparo a la Justicia, y fuimos siempre con pruebas documentales e inspecciones de muchos organismos de la Ciudad”, completa Martha.
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El Museo del Cine tiene dos sedes una es de exhibición ubicada en Agustín Caffarena 51 y otra en Ministro Brín 615 que funciona como depósito no sólo de material fílmico sino también hay vestuario, guiones, fotografías, escenografías. “Todo eso está manejado por un equipo técnico y profesional de altísimo nivel que ha mantenido a lo largo de los años desde que el museo y ha mantenido el material en lugares inhóspitos”, detalla Notari.
Uno de ellos fue un galpón que pertenecía al Correo Argentino en Barracas y que estaba totalmente abandonado. “Eso fue hace diez años y por la decisión de ATE de acompañar el reclamo para tener un lugar más o menos digno empezamos a trabajar y a sacar el museo adelante para que al menos cumpliera la función de un museo que es la de visitar”, destaca la delegada.
Notari repasa los diferentes incendios que ocurrieron en todo el mundo. “El primero del que se tiene conocimiento fue en 1897, en París: murieron 126 personas; en una bóveda de Century Fox en 1937 se perdieron más de 40 mil películas y hasta hubo la muerte de un niño. En la Argentina, se incendiaron los depósitos de Suipacha al 700, de Federico Valle; se incendiaron los laboratorios de Quirino Cristiane en 1957, en 1969 los laboratorios Alex y puedo seguir hasta el año pasado que se incendió una cinemateca en Tailandia, en México, en Brasil. No se está hablando de nada que no haya sucedido en el mundo o en nuestro país y que no sea un peligro tenerlo en zona urbana”.
En la nota de Tiempo, uno de los entrevistados afirma que los dichos de la delegada Notaria fueron irresponsables. “Para nosotros sería irresponsable callarse la boca y no decir que en el Museo del Cine hay un depósito que tiene paredes de retak y que el nitrato de celulosa es un material que para la gente que hace conservación de archivó fílmico es sumamente valiosa porque es la historia del cine mudo de la Argentina que hay pocas copias y que tenemos 600 rollos que son valiosos. Estamos pidiendo un lugar para que ese material sea preservado de la mejor manera posible para que pueda ser trabajado, para que se pueda saber qué hay ahí”, manifiesta la trabajadora que forma parte del espacio hace una década.
Según ella, hay una desidia histórica en torno a esta problemática. “Es un depósito con explosivos en el medio de la red urbana en el barrio de La Boca al lado de un taller mecánico donde se manejan materiales eléctricos, en un barrio donde los cables se caen, donde los postes de luz están abichados y un lugar que no tienen ningún tipo de señalamiento al edificio. Hace dos años se registró un incendio y una compañera puso en aviso al jefe de los bomberos que había un depósito de nitrato donde estábamos trabajando, y él nos dijo ‘si cambia el viento tengo que desalojar al menos cuatro manzanas’”, cuenta Notari.
Durante las noches, por una situación particular con una casa vecina, se apaga la ventilación en el lugar donde están los acetatos, eso provoca la degradación del material que produce ácido acético y que es absolutamente cancerígeno. “Eso respiramos nosotros”, dice la trabajadora. Químicamente, el nitrato después de los 40 grados de temperatura sumada a una humedad relativa al 60%, el material solo aumenta de temperatura por los gases que emite y llega a 160 grados y eso produce autocombustión de nitrato, que provoca sus propios gases.
Otro de los puntos que no son convenientes están vinculados a la refrigeración. “Los aires acondicionados que se pensaron hasta que hicimos el amparo eran split pero por los ácidos que emite el material se rompen a cada rato, entonces si la temperatura no es adecuada el materia se degrada, tenemos pérdida de muchísimo material, hay contenedores que debieron tirarse”, explica. En el acetato se da un efecto de contagio y nosotros no tenemos equipamiento para evitar que se siguiera deteriorando.
Para los trabajadores, como una primera recomendación, lo que la Ciudad debería hacer es conseguir un lugar para que el nitrato se vaya de la zona urbana a un lugar que esté preparado. “Hay un mecenazgo para la construcción de un laboratorio esa sería una posibilidad no sé si es la mejor, porque deberíamos tener un edificio adecuado propiedad de la Ciudad”, comenta la delegada.
“Lo primero que hay que hacer es llevar el depósito a un lugar adecuado. Hay normas internacionales que dicen cómo tienen que estar, en otros países del mundo están en zonas alejadas de las ciudades, los rollos están compartimentando para evitar que si un rollo se enciende el otro no. En una ciudad como Buenos Aires se puede haber hecho”:
El anterior director Coco Blaustein en 2010 le dio el argentino para que lo guardara, en ese momento eran 300 rollos pero el Ejército lo devolvió porque les resultaba muy peligroso. “Nosotros queremos que pongan un deposito, es la historia de nuestro cine, queremos hacer todo para el material no se pierda”.
El juez pidió al gobierno que dé una solución y el gobierno dio como respuesta un mecenazgo que por ahora no avanzó. “Está en papeles, nada más. Primero que no se le puso un centavo, antes de la pandemia, quedó en una declaración de buena voluntad, por lo que juez no cerró el amparo hasta tanto esté construido. Nosotros estamos pidiendo algo que tiene que ver con la salud y la preservación de la vida”, finalizó Martha Notari.